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Una movida solidaria para los peregrinos

Martes, 04 de septiembre de 2012 10:51
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El Milagro también se compone de historias mínimas. Aparentemente tan pequeñas en su especie, pero que ninguna otra iguala o desmerece.
En el living de una casa del barrio El Tribuno, una docena de señoras saca a relucir dotes culinarias, sanitarias, organizativas y de relaciones públicas, porque ultiman detalles para recibir a los peregrinos que ingresan por la zona sur de la ciudad.
De Seclantás, El Brealito, Cachi, Isonza, Cerrillos, Catamarca, San Carlos, Payogasta, Rosario de Lerma y Payogastilla vienen miles de fieles. Ellos son quienes en la ruta nacional 68, a la altura del barrio San Carlos, encuentran alivio a tanto sacrificio, gracias a los Servidores del Milagro.
“Hace cinco años empezamos a ir hasta la ruta con termos, pero hace cuatro nos instalamos ahí el 13 y 14 de septiembre. Nunca pedimos donaciones a nadie, pero siempre nos sobran cosas porque la gente se acerca y uno viene en su camioneta y nos trae pan, ya llega una señora con una fuente de bizcochuelo, otro con fruta,
uno más con facturas... y el que no puede donar nada lleva las manos; pero, en realidad, nadie lleva las manos solamente. Todos colaboran con lo que tienen”, cuenta María Eugenia del Barco, dueña de casa y miembro fundacional del grupo, con una simpleza que hace pensar en lo cotidiano de “la multiplicación de los panes y
los peces”. “Mi marido y yo estábamos sin trabajo cuando vinimos a ayudar. Nosotros ayudamos a los peregrinos y ellos nos ayudaron a nosotros”, dice convencida Graciela Osorio, del barrio Los Ceibos, una promesante
que este año se encargará de confeccionar pecheras y gorras distintivas para el grupo. Otras manos que se sumaron a ayudar en 2011 fueron las de Juana, del Intersindical. “Escuché de madrugada que los peregrinos venían cantando y fue tan grande la emoción, que me senté en la cama y dije: "Cómo no voy a ayudar"; y esa mañana fui”, relata con ojos húmedos.
“Es que ellos te llaman -repone María y las demás asienten-. Todos tenemos problemas, pero vemos a esa gente y decimos de qué nos quejamos. Ellos te cantan "Les damos las muchas gracias, les damos las
muchas gracias" y se sacan el distintivo y ahí nomás te lo ponen; no saben qué regalarte, cómo agradecerte”.
Con cada edición van aprendiendo a administrar mejor los recursos, tanto humanos como materiales. Este año, por ejemplo, pondrán un puesto de enfermería porque se sumó Terencia, una enfermera jubilada con amplia experiencia en el interior de la provincia, y repetirán la ropería, que tuvo mucho éxito entre los peregrinos.
“Si alguien quiere llevar algo que vaya ese día al puesto que ponemos en la ruta, porque todo se entrega ahí. El año pasado nos había sobrado ropa y como el intendente de Seclantás vive acá cerca, se la acercamos para que él la dé en el pueblo”, explica María.
Quien comienza a andar por la senda de la solidaridad mira el mundo con ojos renovados.
Por eso María del Rosario, que ahora vive en el Autódromo, se percató de que nadie recibe a los peregrinos que vienen por el norte. Ella da su teléfono, 154460760, para conformar otro grupo de trabajo.
 

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