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¿Alguna vez la ciencia ficción tendrá exactitud científica?

Jueves, 17 de octubre de 2013 02:19
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La nueva película “Gravity” (“Gravedad”), del mexicano Alfonso Cuarón, promete reavivar el debate sobre cuán precisa debe ser la información científica en las películas o novelas de ciencia ficción.

¿Es importante que los directores se adhieran a los principios científicos básicos, o está justificado que se alejen del camino de los hechos para suscitar mayor emoción en la audiencia?

La relación entre ambas -ciencia y ciencia ficción- siempre ha sido un poco tempestuosa.

“Gravity” se centra en la historia de dos astronautas varados en el espacio después de que se destruyera su sonda espacial.

Desde su lanzamiento en Estados Unidos, muchos críticos han elogiado la película por su precisión científica.

Sin embargo, el astrofísico Neil de Grasse Tyson, director del Planetario Hayden del Museo Estadounidense de Historia Natural de Nueva York, no cree que la cinta sea tan precisa en su descripción del espacio.

En una serie de tuits, Tyson -quien más tarde enfatizó que disfrutó mucho de la película- señaló una serie de errores.

Los errores

Una de las cosas que notó es que el telescopio espacial Hubble (que órbita a más de 560 kilómetros por sobre el nivel del mar), la Estación Espacial Internacional (a más de 400) y la estación espacial china nunca podrían estar en la misma línea de visión.

Además, la mayoría de satélites orbitan de oeste a este y, en la película, la basura satelital se mueve en dirección opuesta.

Tyson también se dio cuenta de que el pelo de Sandra Bullock no flotaba libremente como debería hacerlo cuando no hay gravedad. Esto no es tanto un error de física, sino más bien un reflejo de las limitaciones de la tecnología cinemática para presentar actores en un ambiente sin gravedad, sin, de más está decir, enviarlos al espacio por el tiempo que dure el rodaje.

Magia sin realismo

La intención de respetar las reglas científicas siempre ha estado presente en la ciencia ficción, especialmente dentro del subgénero literario de la ciencia ficción de línea dura. Pero en el cine, la aproximación suele ser un poco más rimbombante y el realismo sale perdiendo.

La película “Armageddon”, de Michael Bay, es famosa por sus numerosas inexactitudes, desde transbordadores espaciales que separan sus cohetes y tanques de combustible cuando se aproximan entre ellos (provocando riesgo de colisión) hasta los objetos que caen sobre el asteroide bajo una fuerza gravitacional que parece tan fuerte como la de la Tierra.

Más de un observador interesado trató de averiguar qué tan grande tendría que haber sido la bomba para hacer estallar un asteroide de la forma en que lo hace en la película. La respuesta, por cierto, es que muy grande.

La NASA dice incluso que usó “Armageddon” como parte de una prueba de su programa de entrenamiento en la que se les pedía a los candidatos que identificaran los errores.

A pesar de que el físico Brian Cox participó como asesor científico en la cinta de Danny Boyle “Sunshine”, las licencias artísticas lograron infiltrarse. Hay una “zona muerta” alrededor del Sol, algo imposible de explicar desde un punto de vista científico.

“Planeta rojo” también está repleta de sinsentidos, desde la compatibilidad de equipos modernos con tecnología rusa de hace 30 años, hasta marcianos nematodos que se alimentaban de algas enviadas desde la Tierra 30 años atrás.

La ciencia de la película era tan “creativa”, que la NASA se negó a dar asesoría científica.

Sin sonido

Pero quizá el mejor ejemplo de licencia científica esté en un sinnúmero de dramas basados en el espacio.

“El ejemplo más citado de 'mala ciencia' -utilizado intencionalmente- es el del sonido”, señala Ed Trollope, ingeniero de operaciones de naves de la firma Telespazio VEGA Deutschland. “Como el espacio es un vacío, no hay sonido, con lo cual todas esas explosiones y ruidos mecánicos no deberían estar allí”.

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