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En Salta pasa de todo, pero aburrido, nada

Martes, 29 de octubre de 2013 02:02
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Si hay algo que nadie va a ignorar cuando se escriba esta parte de la historia es que con Juan Manuel Urtubey nadie se aburre.

Y no es él como su amigo Amado Boudou, que se ríe siempre, de cualquier cosa y hasta en los velorios.

Al contrario, Juan se sonríe habitualmente, aunque cada vez menos. No se rió, siquiera, cuando su hermano es electo senador. El domingo pasado, en el Hotel Provincial, solamente había caras largas. La familia Urtubey y la familia Isa trataban de disimular para las fotos, pero es difícil tapar el sol con las manos.

Es que hasta ellos (por lo menos, algunos) se habían creído la fábula divulgada por los operadores propios bajo la apariencia de encuestas y que contaba que Rodolfo y Evita ganaban la provincia con más del 30 por ciento de los votos. Y celebraban que la sapiencia, la prudencia y la racionalidad inconfundibles de Alfredo Olmedo iban a impregnar el Senado de la Nación a partir del 10 de diciembre. Y, claro, Juan Carlos Romero se iba a quedar afuera.

Cuando el ministro Florencio Randazzo habló por los medios y dijo que Urtubey y Romero estaban casi empatados, a todos les corrió sudor frío por la espalda.

Para entonces, ya empezaban a sospechar que no solo Olmedo quedaba afuera, sino que la también joven Jasbel Singh iba a desplazar a Evita.

Y aquí conviene una reflexión: habían armado las boletas sin fotos y tratando de combinar el ilustre apellido Urtubey con los nombres icónicos del peronismo K, Cristina (Fiore) y Evita. Era un esfuerzo de imaginación. Fortalecieron la fórmula con los 180 millones de dólares del Fondo de Reparación Histórica y los dinerillos del Estado nacional que llegan directamente a los intendentes a cambio de lealtad; lo llevaron a Rodolfo a inaugurar obras en las que no tenía nada que ver y a reinaugurar otras que ni siquiera habían sido comenzadas aunque habían cortado la cinta en la campaña anterior. Todo para tener que estar cortando alambre.

Las caras largas no estaban solo en la mesa: los comunicadores militantes de los Urtubey también se habían creído que Rodrigo Barón e ICQ eran encuestadoras en serio y que lo que les hacían difundir eran datos. Incluso algún locutor -rentado- ya entrado en años cayó, o quiso caer, en la trampa.

“Hemos alcanzado los objetivos”, sentenció Rodolfo, para explicar su acotado entusiasmo. Después ratificó que su meta en el Senado es garantizar el quórum a lo que Cristina (Kirchner) pida y, de inmediato, se dedicó a hablar de las elecciones de 2007, cuando Romero y Sonia Escudero le ganaron a Urtubey y el Senado de la Nación se vio privado de los aportes que maduraba por entonces Liliana Mazzone.

Juan Manuel no quiere que nadie se aburra en la política y por eso lo pone en el escenario a su hermano mayor.

En realidad no alcanzaron los objetivos. Federico Posadas, tampoco, porque perdió la apuesta de un asado con José Ibarra, que sacó más votos que el muchacho Plural.

Y, de paso, hablando de gente que habitualmente se muestra adusta, para quienes la política es lucha y no divertimento, recordemos al Partido Obrero. Urtubey creía que dándoles aliento iba a contribuir a la debacle de Romero. El cálculo era: lo atacamos por izquierda y por derecha, y nosotros nos quedamos con dos senadores y dos diputados.

Bueno, dicen que de la Casa Rosada ya lo felicitaron por la proyección que le brindó a Pablo López y le preguntaron si este iba a hacer los deberes igual que Rodolfo, Olmedo, Cristina Fiore, Evita y Jasbel, que era lo que el gobernador había prometido.

Hace muchos años, Walt Disney filmó Fantasía, que incluía la historia de El aprendiz de brujo. Era como los chicos: le daban más poder del que podía manejar y hacía desastres.

Por eso Urtubey se enojó, hasta desestabilizarse, cuando le dijeron que él y Olmedo habían hecho “un pacto de chicos caprichosos”. Le metieron el dedo en la llaga. Bueno, cuando las travesuras van demasiado lejos, pasa lo que pasa.

De cada 100 salteños, 71 le dijeron que, así, la cosas no caminan.

 

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