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El Gobierno, en los últimos tiempos y ante la imposibilidad de acceder a los mercados de créditos internacionales (el único que le prestó fue Venezuela), apeló al financiamiento en el mercado interno. El método es simple: el Tesoro emite una Letra a largo plazo y a través de los propios organismos del Estado, llámese Banco Nación, la ANSES, el Fondo de Garantía de Sustentabilidad, el PAMI, CAMMESA y Lotería Nacional aportan dinero rápido y con interés muy bajo. Cabe destacar que por esta vía el año pasado los compromisos financieros con organismos públicos alcanzaron a $25.880 millones, tomando una cotización del dólar a 4,95 pesos de aquel entonces; además al cierre se sumó el cálculo del pago de la deuda con reservas del Banco Central, al que se le autorizó el uso de US$ 5.746 millones en el marco del Fondo de Desendeudamiento Argentino. Este año, la cifra de deuda con los propios organismos del estado va en aumento, teniendo en cuenta que los compromisos ya representan más de 40.580 millones de pesos. Hasta hace poco, la mayor parte de emisión era precisamente en pesos, pero llama la atención que en agosto el Gobierno autorizó ocho Letras del Tesoro (LETES) por casi 2.600 millones de dólares y 164 millones de pesos. Tras cartón y cuando los mercados no habían acusado el impacto, sorprendió que en los últimos días de la semana, el Ministerio de Economía emitió una Letra por casi 8 mil millones de dólares, que tomará del Banco Central. La colocación será directa a precio técnico en varios tramos y un plazo de reembolso de 10 años. Además, la amortización será íntegra al vencimiento y devengará intereses, pagaderos semestralmente.
“Los fondos deberán ser acreditados por el Banco Central en la cuenta “Fondo del Desendeudamiento”, creada en el primero de marzo de 2010, cuyo objetivo es la cancelación de los servicios de la deuda con tenedores privados”. El mismo viernes, el secretario de Finanzas, Adrián Cosentino, debió salir a aclarar la llamativa emisión de Letras del Tesoro por casi 8.000 millones de dólares, al señalar que se trató de un “procedimiento formal” que no “debe interpretarse como una baja equivalentes en reservas” del BCRA. El funcionario debió hacer esa aclaración luego de que el mercado se sorprendió por la magnitud de la emisión.
Al medir el volumen de las últimas operaciones, la necesidad de dólares se hizo evidente, en un escenario externo complicado (especialmente por lo que sucede en Estados Unidos) y porque la “canilla” de dólares del máximo organismo sigue teniendo pérdidas. Por otra parte, el Cedin, el recurso que tenía el Gobierno para recomponer la “caja” de dólares, tampoco respondió en la sintonía de las expectativas oficiales y como si fuera poco, se acortaron los tiempos sobre la decisión que tomará la Corte Suprema de los Estados Unidos, en un tema, que preocupa y que puede marcar el antes y el después de la deuda con los inversores que no ingresaron a los dos canjes anteriores.
Siguen saliendo dólares del Banco Central y otra vez la “reserva de libre disponibilidad”, apareció en el lenguaje de la economía. Algo similar por lo que se tuvo que ir Martín Redrado y que después de las modificaciones impuestas por ley a la Carta Orgánica de la autoridad monetaria, se cambió. Hoy corresponde al directorio de la entidad determinar el nivel de reservas necesario para la ejecución de la política cambiaria, resultando reservas de libre disponibilidad aquellas que excedan dicho nivel y que hoy están al límite.