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Una ola de secuestros virtuales registrados en los últimos días puso en alerta a la comunidad y autoridades policiales, ya que el jueves pasado se registraron seis casos en tan solo dos horas.
A raíz de la gravedad de la situación y tras una intensa averiguación a cargo de efectivos de la Brigada de Investigaciones, lograron establecer que los casos en que se realizaron transferencias de dinero por medio de la empresa Western Union, iban dirigidos a las mismas personas. Por lo que, de manera preventiva, empleados de la compañía cuentan ahora con una lista de identidades, para evitar giros a sus nombres.
Los pesquisas tienen la sospecha que se trata de identidades falsas y serían producto de documentos robados.
Un equipo de El Tribuno se entrevistó con los damnificados, que particularmente viven en el macrocentro capitalino.
Sara, quien fue una de las damnificadas, relató una historia que parece sacada de una película: “ El jueves estaba en mi casa cuando sonó el teléfono, eran casi las 11, atendí y un hombre que se hacía pasar por policía me dijo que había sucedido un accidente en el centro en el que estaban involucrados cuatro autos y que mi esposo e hijo estaban graves. Yo me desesperé y le preguntaba dónde estaban pero no me respondía. Después dijeron que necesitaban corroborar sus nombres entonces cometí el error de dárselos. Ahí comenzó la tortura. De un momento a otro me dijeron que en realidad se trataba de un secuestro. Me pidieron como rescate $10.000 y que si no conseguía esa suma me iban a mandar en una bolsa los dedos de mi marido e hijo. Como no tenía esa plata, me pidieron seis tarjetas de Movistar y $300. En ese momento mi hija me preguntó qué estaba pasando y, rápidamente, llamó mi esposo, quien le contestó que estaba con mi hijo, trabajando. Caí en cuenta, los desenmascaré por teléfono y ellos me cortaron, fue espantoso” señaló.
Por otro lado, Miriam relató su experiencia. Lamentablemente ella realizó un depósito de $4.000, presa de los nervios y ante las terribles amenazas que recibió.
“Viví momentos terroríficos. Me llamaron diciendo que mi marido había sufrido un accidente y después me comenzaron a amenazar aduciendo que en realidad era un secuestro; me pidieron $25.000, dinero que no tengo y, cuando les expliqué, me contestaron que iban a lastimarlo y a cortare los dedos, entonces les dije que solo tenía $4.000. Me dijeron que los depositara en Western Union, cosa que hice. El empleado, luego de realizar la transferencia y al verme, se dio cuenta que el destinatario del dinero estaba en una lista de secuestradores virtuales, pero ya era tarde. Mi marido me llamó porque no sabía dónde estaba y ahí me di cuenta que todo era un engaño”, relató. El resto de los consultados, en su mayoría personas adultas, no quisieron brindar su testimonio por miedo a represalias y porque a raíz de lo sucedido sufrieron picos de presión y su estado de salud es delicado. Ante la gravedad de la situación se recomienda alertar al Sistema de Emergencias 911 cada vez que se reciba una llamada extraña y jamás realizar transacciones de dinero a desconocidos.
Existe una lista de sospechosos
Personal de la Brigada de Investigaciones ante los hechos acontecidos y la cantidad de personas que realizaron transacciones de dinero creyendo que realmente su familiar estaba secuestrado y siendo torturado, obtuvieron el nombre de las personas que reciben el dinero.
Con esos datos se realizó una lista que fue enviada a la empresa Wester Union para alertar a los empleados y que logren impedir la transferencia.
Los casos de secuestros virtuales se incrementaron rotundamente en los últimos meses. Según el jefe de la Brigada, Edgar Cardozo esta modalidad es nueva y propia de la grandes ciudades.
Hasta principios de febrero habían registradas 60 denuncias y una infinidad de oficios en los cuales los damnificados prefirieron no denunciar el caso.
Los investigadores tratan de establecer como funcionan estos grupos si se trata de presos alojados en el penal de Villa las Rosas o si se trata de una banda organizada, lo cierto es que los últimos casos expresan un alto grado de violencia y agresión hacia las víctimas que entran en pánico y muchas de ellas sufren problemas cardíacos y picos de presión.
Otro dato llamativo es que los últimos casos se registraron en el macrocentro capitalino y los avisos son dados a teléfonos fijos, los pesquistas sospechas que eligen al azar con una guía telefónica, son pocos lo casos en que saben los nombres del grupo familiar, ya que en su mayoría engañan a la víctima para que les den datos precisos. La policía recomienda no entregar dinero y llamar al 911.