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14 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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Todo parece igual, pero hay señales de cambio

Domingo, 31 de marzo de 2013 12:19
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“El acercamiento con Irán, definitivamente enemigo de Estados Unidos, puede ser el imprudente resultado de una mala lectura de la realidad”.

“La Argentina es un corcho: nadie la hunde del todo”, reza un viejo principio que solían repetir a lo largo del siglo veinte quienes no podían disimular un dejo de frustración.

El mundo está dando señales, hoy por hoy, y no está claro si los gobernantes las interpretan correctamente. Da la impresión de que quienes tienen el poder de decisión en un país donde las Legislaturas son de palo, se encuentran demasiado enfrascados en la política de cabotaje, confiados en la “certeza del corcho”.

Es verdad que el equilibrio que nos brinda la exportación de cereales es una suerte de salvavidas anticatástrofes. No obstante, el ahora denostado sistema agroexportador pudo llevar al país a uno de los primeros lugares de la economía mundial gracias a que los recursos que entraban fueron volcados al desarrollo estructural. Entre otras cosas, la educación pública, el transporte y el orden jurídico.

Hoy, el modelo agroexportador persiste y sigue siendo la columna vertebral de la economía, a pesar de las inexplicables políticas que imaginan a la industrialización como enemiga del campo. Los países que nos rodean, que comprenden que la carne, los lácteos y los derivados del cereal no son materia prima sino valor agregado, nos están sacando ventaja.

Y la economía argentina no solo pierde terreno está en el puesto 59 del mundo, sino que además produce muchos menos alimentos de los que, inversión mediante, podría y, sobre todo, de los que el mundo le demandará en lo inmediato.

La economía pone a prueba al Gobierno, a pesar de que nada hace temer un colapso.

El alineamiento

Hay señales, como se dice más arriba, que llegan desde afuera.

Está claro que Brasil se consolida como potencia emergente y de ese país se habla cuando se habla de Sudamérica. Las iniciativas de integración regional son más retóricas que efectivas y, a esta altura, la desaparición de Hugo Chávez profundiza esa percepción.

Cincuenta multinacionales latinoamericanas, de las que solo hay una argentina -Tenaris, de Techint-, facturan 650 mil millones de dólares anuales y conforman el tercer producto bruto de la región, detrás de México y de Brasil, y delante nuestro.

La diplomacia argentina debería recordar que la economía es clave en las relaciones exteriores de un país y que nuestro futuro no depende del bloque bolivariano, sino de nosotros mismos.

El acercamiento con Irán, definitivamente enemigo de Estados Unidos y considerado como un país opuesto a Occidente, puede ser el imprudente resultado de una mala lectura de la realidad. Lo que ocurra en las próximas horas con Corea del Norte servirá como indicador sobre cuál será la estrategia de Estados Unidos y Europa con el fundamentalismo persa.

Cuesta pensar que Occidente vaya a permitir el equipamiento nuclear de una nación vinculada al terrorismo y que está involucrada en numerosos atentados, incluidos los ocurridos en la Argentina.

La otra señal es la ola de popularidad del papa Francisco, reconocido en el mundo como un transformador, alejado del oropel del poder y cultor de la humildad.

Monseñor Bergoglio es ahora el Papa universal. En su homilía del Viernes Santo, su mirada hizo centro en Medio Oriente, el espacio más crítico para la paz del mundo.

Sin embargo, su liderazgo y la proyección de su imagen obligarán al Gobierno actual a redefinir su estrategia, basada en el “relato” y en la sacralidad del liderazgo de la Presidenta.

En el mundo global, la competencia será fuerte.

La cuestión bonaerense

El conflicto docente en la provincia de Buenos Aires pone a prueba el temple de la política argentina. Es claro que Daniel Scioli presiente el final del cristinismo y está dispuesto a dar una batalla muy fuerte. El Gobierno nacional, que cuenta con el manejo discrecional de una gran cantidad de fondos que deberían ser coparticipables, tira la cuerda al extremo: le restringe el giro de recursos. Históricamente eran 2 millones de dólares y ahora son dos millones de pesos diarios. Es decir, ocho veces menos. Ambos juegan a todo o nada. Scioli es muy popular en Buenos Aires y cree que la factura la va a pagar Cristina. El kirchnerismo apuesta a la caja que maneja Alicia Kirchner.

La semana anterior hubo un signo que no debería pasar desapercibido por lo que supone en código peronista, cuando noventa intendentes se solidarizaron con Scioli en una solicitada que fustigó a los docentes en huelga. La estrategia de puentear a los gobernadores para conquistar a los intendentes podría no ser infalible.

La lluvia de ataques y descalificaciones contra Scioli arrecia, pero su eficacia no está a la vista.

Está en juego la sucesión.

Carlos Menem, hace 14 años, se trenzó en una lucha similar, pero con Duhalde. El riojano no logró la reelección, Eduardo Duhalde perdió con Fernando de la Rúa y, finalmente, fue el artífice de la construcción del kirchnerismo.

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