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Era de avances y contramarchas

Domingo, 26 de mayo de 2013 21:11

Este 25 de mayo es especial. Con la celebración de la Primera Junta de Gobierno rememoramos el décimo aniversario de la asunción del primer gobierno electo por el voto popular luego de la crisis de 2001. Hace 10 años el pueblo argentino eligió la senda de la democracia, y eso hay que celebrarlo. Logramos salir de una crisis profunda de forma absolutamente democrática.

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Este 25 de mayo es especial. Con la celebración de la Primera Junta de Gobierno rememoramos el décimo aniversario de la asunción del primer gobierno electo por el voto popular luego de la crisis de 2001. Hace 10 años el pueblo argentino eligió la senda de la democracia, y eso hay que celebrarlo. Logramos salir de una crisis profunda de forma absolutamente democrática.

La producción legislativa en estos diez años fue sustancial. El Congreso fue escenario de debates trascendentes que permitieron una ampliación concreta de derechos.

Incluso cuando las mayorías fueron contundentes, el Congreso no ha funcionado como una mera caja de resonancia. En diez años se aprobaron más de 1.100 leyes. De hecho, 2003 fue el año en el que se sancionaron más leyes. En el recinto se expresaron todas las voces. Ninguna mayoría pudo acallar las voces de los que piensan diferente, de los no nos doblegamos ante ningún poder, los que no llegamos al Congreso para cumplir órdenes o a ser “levanta manos”, los que creemos que una patria para todos es posible...

En otras épocas, diez años de gobiernos democráticos hubieran sido una extrañeza. Hoy es la norma y los esfuerzos han sido fructíferos. Hemos avanzado y el Congreso ha desempeñado un rol fundamental.

Avanzamos en materia de derechos económicos al aprobar la cancelación de la deuda con el FMI y cuando salimos del default con el canje de deuda.

Avanzamos en materia de derechos sociales y culturales. Con nuestros niños, al aprobar la ley de financiamiento educativo por la cual instauramos el piso del 6% del PBI para inversión en educación. Con nuestros adultos mayores, al aprobar la ley de movilidad jubilatoria, aunque por supuesto aún queda pendiente el viejo anhelo del 82% móvil. Con nuestras mujeres, sancionando la ley para prevenir, erradicar y sancionar la violencia de género y la incorporación del femicidio como delito penal.

Avanzamos en materia de derechos civiles y políticos sancionando la ley de identidad de género y el voto joven. Dimos pasos en defensa del ambiente, aprobando la ley de glaciares y la ley de bosques.

El 55% de las leyes sancionadas ha sido iniciativa de los legisladores. Incluso, cuando los proyectos fueron introducidos por el Poder Ejecutivo, fueron fuertemente debatidos y mejorados en el ámbito del Congreso. Y ese trabajo, muchas veces invisible, merece ser destacado.

La segunda parte de la década de gobierno kirchnerista será recordada por los retrocesos institucionales: el ataque a los sectores productivos del campo, el avasallamiento a la libertad de prensa, y los embates contra la Justicia independiente, en franca contradicción con la acertada decisión de los primeros años de designar a una Corte Suprema de gran prestigio.

Estos enfrentamientos dejaron a los argentinos atrapados en una visión maniquea de la sociedad. Se perdió demasiado tiempo y esfuerzo. Tiempo y esfuerzo que otros dedicamos a buscar soluciones concretas para revertir las asimetrías en términos de desarrollo entre las regiones de nuestro país.

El desempleo es elevado, y los salteños lo sabemos mejor que nadie. La inflación se acrecienta día a día. El acceso a la vivienda resulta una utopía para buena parte de los argentinos. Lo mismo sucede con los servicios de agua potable y saneamiento.

Lo dijimos desde el primer día desde este Congreso: la desidia con ciertas regiones es evidente. La distribución de recursos continúa siendo discrecional, lo repetimos hasta el cansancio en cada debate por el presupuesto nacional. En muchos sentidos a este gobierno le faltó “federalismo”. A más de 200 años de independencia, los representantes del interior seguimos reclamando por un ejercicio del poder menos “centralista”. El Norte Grande fue el gran relegado de la década pasada. Y nuestro desafío sigue siendo revertir esta situación.

A modo de balance, si entendemos a la democracia como un procedimiento para elegir gobiernos, vamos bien. Pero la democracia es más, no se reduce al acto electoral. Es garantizar una real igualdad de oportunidades. En este sentido, el balance de la década deja fuertes sinsabores, en especial en el Norte Grande.

El futuro nos demanda tomar decisiones fundamentales. Para eso llegamos a la función pública, para diseñar las políticas que la Nación necesita, para seguir defendiendo los intereses de los salteños y para concretar un futuro del cual todos seamos parte.

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