“Yo vengo de muy abajo. Y muy arriba no estoy. Al pobre mi canto doy. Y así lo paso contento porque estoy en mi elemento. Y ahí valgo por lo que soy”, son algunos de los versos que Angel Abdo, el odontólogo y ortodoncista del hospital Nicolás Lezcano de La Merced recreó de las Coplas del Payador Perseguido de Atahualpa Yupanqui. Él se identificó con estas palabras y no es casual.
“Angelito”, como lo llaman sus pacientes, dialogó con el El Tribuno para describir su compromiso social con los que menos tienen. Habló de valores como la solidaridad, “dar un poco más a los que no tienen”, de la voluntad y del servicio.
Este hombre, que está en el hospital de La Merced en el área de odontología, decidió ofrecer, hace 12 años, el servicio de ortodoncia.
“Yo veo que la gente lo necesita y quiero ser parte de la solución”, expresó Abdo desde su consultorio en el hospital de La Merced junto a su asistente, María Agustina Guantay.
Abdo denominó este proyecto, que nació de su propia voluntad e iniciativa como “una corazonada” sobre un espacio de trabajo que lo tiene comprometido hace 23 años.
La idea surgió de observar la necesidad en los vecinos del Valle de Lerma, quienes peregrinan para conseguir turnos en la ciudad y además a quienes les cuesta mucho llegar a la propia ciudad Capital.
Sus pacientes llegan de todos los rincones: La Poma, San Antonio de los Cobres, El Carril, Chicoana, Coronel Moldes, Rosario de Lerma, Cerrillos. La tarea empieza temprano para el doctor, quien atiende de 7.30 a 10, a pacientes de odontología general: realiza curaciones, arreglos de caries, extracciones. A partir de las 10.30 llegan los pacientes de ortodoncia. “Acá se hace ortodoncia para todo aquél que necesite; niños, adultos, todos. Más allá de programas estéticos, lo que vemos es lo funcional”, aclaró Abdo.
Son unos 12 pacientes diarios para odontología general y unos cinco por ortodoncia, aunque Abdo no lleva la cuenta de cuántos braquets colocó en estos 12 años. Para él eso no es importante, pero sí lo es registrar y documentar cada uno de los desafíos que encara en sus tratamientos.
El especialista destacó que lo que más se ve son dientes con mala posición, falta de espacio, lo que derivará en un problema de articulación tempomandibular (ATM) que a futuro traerá dolor y ruido articular.
Humanizar la medicina
Para este médico el valor más alto que se esconde en la atención de sus pacientes radica en las historias con las que llegan a su consultorio.
“Creo que los servicios tienen que estar humanizados”, reflexionó sobre el tema y resumió: “Es una satisfacción enorme para mí, saber que ayudé a alguien; que no fui mezquino; que le di mi conocimiento, que fui solidario”.
Abdo aclaró que todo el que ingresa a su consultorio tiene un tratamiento integral; eso significa que antes de llegar a la ortodoncia todos tienen que tener la boca sana. Luego se procederá a hacer el diagnóstico en base a las radiografías, las encefalometrías, entre otras cosas estudios para determinar los pasos a seguir.
Los pacientes del doctor no tienen obra social, en general son personas que trabajan en el campo, en las fincas o son hijos de padres que trabajan en los alrededores bajo condiciones informales o temporales. Ante esta realidad el doctor solo pide una lista de materiales y los estudios se los realizan en la ciudad con el equipo de radiografía odontológica del Ministerio de Salud Pública.
Abdo lo que quiere es contagiar este espíritu de dar más a los que no tienen posibilidades de acceder a este tipo de servicios.
“Soy muy solidario por eso no me voy de acá. Podría estar en cualquier otro hospital, pero acá tengo mi compromiso”, sostuvo este hombre para quién el hospital es su segundo hogar.