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El presidente electo de Irán, respaldado por los reformistas, dijo ayer que los graves problemas económicos del país no se resolverán “de la noche a la mañana”, al tomar los primeros pasos para consultar a los miembros del aparato burocrático dominado por religiosos sobre sus nuevas políticas.
La sorpresiva victoria de Hasan Rohani en las elecciones del viernes lo puso a cargo de un poder ejecutivo que tradicionalmente ha asumido el liderazgo en el manejo de la economía, mientras que los programas nucleares, de defensa y relaciones exteriores han permanecido, en términos generales, en manos de los clérigos gobernantes y sus poderosos protectores: la Guardia Revolucionaria.
Esto crea un desafío para Rohani, ya que Irán tiene una inflación de más de 30%, así como un desempleo de 14% debido a las sanciones de Occidente por el supuesto programa nuclear de Teherán. Rohani ha intentado hacer un llamado a la comunidad internacional, pero tiene poca autoridad sobre la actividad nuclear.
El presidente electo habló sobre la inflación y el desempleo, así como sobre los posibles miembros de su gabinete, con Alí Larijani, presidente del Parlamento iraní, dominado por los conservadores.
“Hoy dimos el primer paso para lograr una cooperación entre las dos ramas del poder'', dijo quien asumirá en agosto. El presidente requiere la aprobación del Parlamento de los candidatos para los 18 ministerios.
Mientras tanto, la Guardia Revolucionaria declaró su voluntad de cooperar con el presidente. “Anunciamos nuestra disposición integral para interactuar y cooperar con la nueva administración en el marco de las obligaciones legales”, dice la Guardia en su página web.