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Y cada día se oscurece más el panorama para Jorge Mangeri. Ayer, nuevas pericias encontraron ADN en otros dos dedos del cadáver de Angeles, y también son del portero, principal acusado del crimen de la joven Angeles Rawson.
Pero, además, una maratón de testimonios que se llevó a cabo desde el miércoles a la noche y terminó ayer a la mañana lo comprometió más, ya que el portero había realizado un cambio de horario que llamó la atención a los vecinos.
Cabe destacar que ayer fueron hallados rastros de ADN en otros dos dedos del cuerpo de Angeles, luego de que las pericias que se hicieran en el cuerpo de la menor ya habían dado cuenta del hallazgo de rastros correspondientes a Mangeri debajo de la uña del dedo índice, con un 99 por ciento de certeza.
Cambio de planes
De esta manera, la estrategia de la defensa de Mangeri, a cargo del abogado Miguel Angel Pierri, debió modificarse radicalmente, dado que la pericia marca que la menor tuvo contacto con el portero antes de morir, e incluso que ella fue quien le realizó las heridas que el portero tenía en su cuerpo, presumiblemente cuando intentaba defenderse de un ataque.
Inmediatamente, Pierri pidió ayer a la Justicia que investigue los departamentos que estaban desocupados en el edificio del barrio porteño de Palermo cuando ocurrió el asesinato, y confirmó que, además de su cliente, había ADN de “otro masculino” debajo de una de las uñas del cadáver de la víctima fatal.
Esa situación reforzó las sospechas sobre el portero, para el cual se descuenta que la fiscalía pedirá el procesamiento con prisión preventiva antes del próximo martes, fecha prevista para resolver su situación procesal. El miércoles último había vencido el plazo para resolver la situación procesal, que fue prorrogada a raíz de los estudios forenses que se vienen realizando.
Y ahora, con los resultados obtenidos, el juez de instrucción Javier Ríos y la fiscal María Paula Asaro aguardan los análisis efectuados en el auto del portero y en el sótano del edificio.
También es posible que se realicen peritajes en tres departamentos del edificio que se encuentran deshabitados, ya que el detenido tendría las llaves de esas viviendas.
Una noche movida
Desde el miércoles por la noche, y luego de que el abogado querellante Pablo Lanusse, quien representa a Franklin Rawson -padre de Angeles- aportara una grabación de audio con el relato de una vecina del edificio, dueña de un departamento de los pisos inferiores, con la versión de la discusión que incluía una voz femenina, comenzó una maratón de testigos hacia el Juzgado.
Pero lo más llamativo es que la mujer no declaró, ya que se encuentra en el sur del país, y sería convocada en las próximas horas.
Lo cierto es que luego de declarar los vecinos descartaron la versión, que consideraron “descabellada”, pero cuatro de los 26 vecinos terminaron aportando un dato clave: aseguraron que el 10 de junio el portero, en vez de pasar a buscar la bolsa de basura a las 19, como era habitual, les pidió que sacaran los residuos a las 17, sin más explicaciones.
Justo a las 18 pasa el último camión que ingresa al predio de Colegiales de Ceamse para compactar la basura y ser enviada al terreno de José León Suárez donde apareció el cadáver el 11 de junio.
El juez también tomó nota de los movimientos sobre las bolsas de basura y los dichos de una vecina, que contó que vio aquel día a Mangeri en la terraza en una actitud que le llamó la atención.
El falso policía
Jorge Mangeri se había vestido de policía para declarar en tribunales, apenas horas antes de ser detenido como principal sospechoso del caso.
El episodio ocurrió en la noche del 14 de junio, cuando numerosa cantidad de periodistas hacían guardia en los tribunales porteños donde estaba declarando la familia de la víctima y se especulaba con eventuales detenciones, mientras se levantaba una suerte de “carpa” para que las cámaras no registraran los movimientos.
El noticiero de Telefe Noticias difundió un video donde se podía ver claramente como aquella noche llegaban personas.
En esa fila de policías se podía notar a Mangeri con gorrita y chaleco de la PFA, vestido con el buzo polar marrón con el que saldría esposado a la mañana.