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Bajofondo tiene ese qué se yo, como la “Balada para un loco”, no solo por su base musical “apiazzollada” sino porque es difícil explicar el resultado de la fusión que regocija los sentidos, sorprende, deleita.
Anoche, el Teatro Provincial pareció moverse al compás de esos efectos que con tanto conocimiento musical amalgaman los integrantes de la banda liderada por Gustavo Santaolalla. Una propuesta inédita que llegó a esta ciudad en el comienzo de una gira nacional para presentar el nuevo disco “Presente”. Seguirán luego Córdoba, San Juan, Mendoza y las demás capitales de provincia.
Potentes, ajustados, exquisitos en las ejecuciones y pródigos en efectos, los integrantes de la banda lucen en todo momento, en la propuesta colectiva y en la interpretación individual. Entonces, por momento el bandoneón suena a tango, a la vez que la guitarra va por el rock y el bajo cierra el circuito. O, las cuerdas dan electrónico mientras los teclados parecen rocanrolear y el violín se vuelca a unos compases de clásicos. Y así, esto que dicho así podría asociarse con lo anárquico, fluye en una armonía que lleva al placer, a esa sensación de querer seguir escuchando, gozando de un tipo de creación artística nunca antes presentada en esta ciudad.
Sin temor a equívoco, podría decirse que Bajofondo interpreta música humana, esa que hacen los hombres, más allá de las fronteras rítmicas. O música del mundo mezclada con los ritmos rioplatenses, como la definió uno de sus integrantes. O como la música de Bajofondo, tal cual insiste cada vez que puede Santaolalla, en un esforzado intento por separarse del “tango electrónico” que los encasilla y les cierra la puerta para lo que cada uno puede aportar desde su creatividad o desde sus conocimientos musicales.
Y los miles que anoche colmaron la capacidad del edificio de Zuviría 70 entendieron la apuesta de Bajofondo, aplaudieron desde el primer acorde hasta el final que fue una rúbrica memorable con parte del público sobre el escenario, compartiendo con los músicos los últimos minutos del concierto. Fue una fiesta, arriba y abajo, de ellos y de nosotros que fuimos los privilegiados de consumir un producto de exportación para los paladares más exquisitos. Temas conocidos, temas menos difundidos, y hasta canto que salió de la garganta de Santaolalla con la fuerza y contundencia conocidas en los 70, cuando aquel jovencito le cantaba a las “mañanas campestres” desde su “arco iris”. Bajofondo está en lo más alto, donde quedaron nuestras sensaciones. ¡Gracias por venir!