inicia sesión o regístrate.
Durante agosto los festejos por el Día del Niño se multiplicaron en barrios, escuelas y clubes; pero mientras miles de niños disfrutaban de payasos, sorteos y regalos, otros quedaron en sus casas. Para ellos tal vez fue una jornada más, condicionada por una movilidad que no tenían, una seguridad con la que no iban a contar o una mirada organizadora que, a pesar de sus buenas intenciones, no los había tenido en cuenta.
Por ello el grupo San Francisco -de la iglesia homónima- se propuso llevar a cabo una jornada diferente destinada a niños diferentes. Las particularidades comenzarían por la convocatoria -a través del boca a boca y nombre por nombre- y atravesarían los alimentos que iban a ofrecerse y los juegos propuestos. De 14 a 17, los más de sesenta niños que se acercaron al Colegio Salesiano, donde se realizó el encuentro, disfrutaron de una mesa con dulces adecuados a sus posibilidades de degustación: algodón de azúcar, malvaviscos y esponjosos alfajores. También de un pelotero que semejaba un metegol humano. Además se improvisó un atelier y un espacio para transformarse por obra de pintacaritas. El show de Carlitos Melián y sus muñequitos fue el éxito de la tarde.
“Por vos y por mí”, definición de solidaridad
Cecilia Viglione (49), mamá de Robertino Zilli (18) -quien padece adrenoleucodistrofia (ALD), una enfermedad congénita que destruye progresivamente la materia blanca del cerebro y cuyos efectos son hasta ahora irreversibles- fue una de las organizadoras del festival.
Ella, con un largo camino andado entre miradas opacas e indiferentes hacia el dolor de las madres que luchan por sacar adelante a sus niños especiales, se refirió al logo del festival “Por vos y por mí”, breve pero alusivo a un orden universal. “Eso que vos das te vuelve multiplicado, más si lo das a personitas olvidadas, que están en el anonimato, que no pueden salir de sus casas y no se las integra. Cuando hay una llamada para el Día del Niño, van muchos niños, pero hay muchos otros que no pueden ir, como aquellos que no tienen quién los lleve o necesitan de algo particular para trasladarse. El que uno aprenda a mirar a todos los niños es como una aureola que se expande cada vez más y llega a más gente”, dice convencida.
Una cadena fraterna de voluntades
El padre Miguel Hilal, del Convento San Francisco, se refirió a las razones que llevaron a este particular grupo a idear una jornada festiva para integrar a los niños con capacidades diferentes.
“Me parecía que todos los niños se merecen festejar el Día del Niño. Por eso aunamos voluntades y nos pusimos manos a la obra. No hicimos una convocatoria abierta para todas las instituciones porque creemos en el vínculo, en el otro que tiene nombre y apellido, el que es mi amigo, el hijo de un amigo que tiene capacidades diferentes”, especificó. Así constituyeron “una cadena fraterna -que es lo que nos pide el papa Francisco-, en la que prevalezca nuestra capacidad de sentirnos hermanos. En la familia siempre hay hermanos que no la están pasando bien y buscamos que tengan un espacio de reino para poder compartir y olvidarse de su dolor por unas horas”. Agregó que todos podemos formar parte de esa porción de humanidad que pretende identificarse con la humanidad: “Yo necesito que me integres y vos que yo te integre. Eso nos enseña Jesús”.