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Intento imaginar su reacción ante el siguiente hecho: una docente recibe en el jardín maternal, un libro que enseña a fabricar caca, vómito, mocos y cómo comer todo eso con un globo, luego tomar bicarbonato y eructar.
Lamento no poder presentarle un texto con términos dignos de ser leídos, pero me veo en la obligación de comentar una reciente noticia de la Organización Argentinos Alerta.
Según la citada fuente, el Ministerio de Educación de la Nación envía a las bibliotecas escolares de Mendoza y Córdoba historietas de altísimo voltaje sexual, que incluyen escenas de violencia con armas y sangre.
¿No se puede emitir juicio?
En consecuencia, el director de la escuela técnica Ingeniero Guillermo Villanueva, de Maipú, denuncia la situación ante los medios y se niega a poner los libros en la biblioteca del establecimiento.
En sus primeras declaraciones, el ministro de Educación cordobés sostiene que no puede emitir un juicio desde lo estético, ni lo moral. Luego, reconoce que los ejemplares generan un ruido innecesario en las escuelas. Finalmente, asume que son “contra discursivos”.
¿Cuál es la gran contradicción que siento al escribir estas líneas? Por un lado, no puedo citar textualmente las viñetas de las historietas, porque son irreproducibles, y por otro, los destinatarios de tal contenido son los alumnos de nuestras escuelas públicas!
¿A quién se educa?
Veamos si logro “clasificar” parte de lo que se muestra en ellas: un hombre tiene relaciones sexuales con una oveja (zoofilia); una mujer hace lo mismo con una mujer muerta (necrofilia). Se describen también escenas de asesinato.
Además, se sugiere que “a las mujeres y a los gorriones hay que ca... a gomerazos”. ¿Para qué destinar grandes presupuestos en la organización de innumerables seminarios, congresos y demás eventos que estudian el avance de la violencia en la sociedad actual?
De más está decir que los libros promueven hábitos que rozan lo desagradable. ¿Es esa la falta de educación que queremos para nuestros hijos? Quienes mandan a sus hijos a la escuela pública, ¿tienen derecho a una educación de excelencia?
Lamentablemente, los que dependen del sistema de educación público, pocas veces tienen la posibilidad de elegir una alternativa que responda a sus exigencias.
Función de la escuela
Tal vez quienes promueven los referidos textos, pongan en tela de juicio la idea de que la escuela ayuda a ser mejor, que estudiar enriquece y nos hace más personas.
Hay una corriente de pensamiento que quiere mostrar lo más bajo y más miserable del ser humano como una realidad predominante. ¿Por qué no edita entonces manuales que promuevan el asesinato, el abuso de menores, la trata de personas, el narcotráfico, si forman parte de la realidad?
No es menor el dato que brinda Argentinos Alerta: Aurelio Narvaja es miembro activo de Carta Abierta, agrupación de “intelectuales” kirchneristas y su editorial, Colihue, ha sido beneficiada por la venta de 789.320 ejemplares al Ministerio de Educación de la Nación por más de 18 millones de pesos.
Según una acepción de la Real Academia Española, intelectual es el que “ilumina las cosas y las hace inteligibles”. Tanto en “El Inspector Justo y otras historietas”, “Panancha larga, antología poética”, como en “Asquerosología en acción”, nada veo de luz. Más bien, predomina la sordidez. Una mirada mezquina y avarienta que se rebela contra una niñez amenazada.
A veces olvidamos que los padres somos los primeros educadores de nuestros hijos. Nadie, ni siquiera una autoridad legalmente constituida, puede obligarnos a recibir información que vaya en contra del desarrollo armónico de su personalidad. Somos custodios de su salud física, espiritual, afectiva e intelectual.
Para concluir, Argentinos Alerta cuenta que en Mendoza, la sociedad se movilizó y las autoridades debieron sacar de circulación los mencionados libros. No basta con escandalizarse. Lo que verdaderamente cambia la realidad es el compromiso.