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Con sólo evocar el título de la milonga "Se dice de mí" ella, la genial Tita Merello acude a nuestra memoria. Ella, la morocha argentina, además de prestarle a las mejoras piezas tangueras su voz y su actitud, fue una mujer de radio y del espectáculo en general.
Ayer, Tita hubiera cumplido 110 años. Vivió hasta los 98, entre reconocimientos, tristezas y luchas. Y es, sin dudas, una de las mujeres más emblemáticas de la cultura nacional.
Merello tuvo una vida signada por la pobreza y el desamparo. Su padre murió de tuberculosis cuando ella tenía cuatro años, un año después su madre la dejó en un asilo de Villa Devoto, pues debía trabajar y no podía cuidarla. Con el abandono a cuestas y una llamativa fuerza de voluntad Tita trabajó como mucama y realizó tareas rurales. Se abrió paso y llegó a ser una de las voces más influyentes del tango. Allí compartió escenarios con Los Chalchaleros, Mariano Mores y Osvaldo Pugliese, entre otros.
Tita, además de destacó en la gran pantalla. Su primer papel en cine fue el primer filme sonoro argentino, Tango, junto a Libertad Lamarque. En la pantalla grande obtuvo un gran reconocimiento, en el país y el exterior: obtuvo cuatro premios Cóndor y un premio Ariel en Méjico- por su labor como actriz.
Entre bambalinas y rodajes conoció al actor Luis Sandrini, el gran amor de su vida, con quien mantuvo un apasionado romance que concluyó en 1948.
Décadas después, en 1980 fue intervenida luego de que se le diagosticara cáncer. Más tarde, declaró: "Sentí miedo, pero me puse nuevamente en las manos de Dios, de los médicos, técnicos y enfermeras . Ellos me hacían sentir que hacían fuerza conmigo para salir del pozo, y salimos".
Murió en la Nochebuena de 2002 y todavía, como los grandes artistas, vive en el recuerdo de todos quienes la admiraron y la admirarán siempre.
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