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El mago Piuman: “En la magia no hay que ser tan rápidos con las manos o la vista, sino con la cabeza”

Domingo, 23 de febrero de 2014 01:50

Piuman, aquel que se animó con intervención materna a mezclar las palabras italiana piu (más) con la inglesa man (hombre), fue bautizado Eduardo Subirana Farré. De niño sintió inclinación por la música, el teatro, el circo, la radio y la magia. Estudió violín con Jaime Juan Comas y clarinete con Ricardo Casali, luego piano con Ricardo Artigas, hasta que egresó de su conservatorio en 1957. En la década del 50, hizo sus primeras apariciones en radioteatro, junto a Juan de la Cruz “Quique” Morata, uno de los teatristas más destacados que tuvo Salta, en la desaparecida L.V.9 Radio Salta y más tarde en Radio General Gemes. Dirigieron el proyecto Pepe Martín, Francisco de la Guerra y Arturo Wayar Tedín.

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Piuman, aquel que se animó con intervención materna a mezclar las palabras italiana piu (más) con la inglesa man (hombre), fue bautizado Eduardo Subirana Farré. De niño sintió inclinación por la música, el teatro, el circo, la radio y la magia. Estudió violín con Jaime Juan Comas y clarinete con Ricardo Casali, luego piano con Ricardo Artigas, hasta que egresó de su conservatorio en 1957. En la década del 50, hizo sus primeras apariciones en radioteatro, junto a Juan de la Cruz “Quique” Morata, uno de los teatristas más destacados que tuvo Salta, en la desaparecida L.V.9 Radio Salta y más tarde en Radio General Gemes. Dirigieron el proyecto Pepe Martín, Francisco de la Guerra y Arturo Wayar Tedín.

Debutó en el Gran Circo Cremona, de Américo Cremona, donde conoció los primeros sainetes del teatro argentino. Allí trabó amistad con Woo Li Chang, gran ilusionista que lo introdujo en los saberes de la magia teatral. Fue el hijo dilecto del prestigioso mago Fu Manchú, quien le heredó gran cantidad de implementos propios y de su padre, el genial Okito, como algunos de sus aparatos para grandes ilusiones y magníficos decorados de fondo, pintados en 1919 por el artista mexicano Magin Banda Ramos.

Organizó ciclos artísticos memorables en Salta durante más de veinte años, como “La magia de la zarzuela”, “Galas de la magia”, “Fantasías mágicas”, en los principales teatros de nuestra ciudad como el San Alfonso o el Cine Teatro Alberdi. En estas “revistas mágicas” con suntuosos decorados y lujosos vestuarios intervenían magos como Sammy, Cheru Nai (José Vides Bautista), Odín (Horacio Campastro) e invitados del resto del país: Roger Black, Cheng Ling, Black y muchos otros, además de cuerpos de baile, elencos líricos y orquesta.

Fundó la filial Salta del Círculo Mágico Argentino y organizó en abril de 1969 la Semana Internacional de la Magia y la Ilusión, con la presencia de destacados magos e ilusionistas de todo el mundo, que brindaron funciones dobles en el Teatro Victoria durante una semana.

Fue director de Cultura de la Provincia entre 1983 y 1986, época en la cual se lanzó la Orquesta Estable de la Provincia de Salta. También fue gerente del Banco del Noroeste y bajo su gestión se realizó el Teatro de la Fundación. Además, asesoró a la congregación del Colegio Nuestra Señora del Huerto para la realización de su teatro. Hoy Piuman solo brinda pequeños shows a los amigos y sus chicos en su propia casa, sede también del Círculo Mágico Argentino.

¿Dónde comienza a gestarse su vocación de mago y actor?

A los 8 años. Mis primeras apariciones en teatro fueron en la Escuela Normal, con teatro histórico infantil. Cada fecha patria las maestras y practicantes preparaban actos teatrales. Así fui protagonizando obras que me vincularon con el ámbito.

Luego, en los primitivos circos criollos se hacía teatro argentino con obras tales como “M'hijo el dotor”, “Juan Moreira”, “Flor de durazno”, “Flor de barranco”, entre otras. Esto me hizo amar el teatro. Ya con el circo de don Américo Cremona, quien era amigo de mi padre, me vinculé totalmente al circo. Don Américo era el dueño, músico, payaso y mago, y me sacaba al picadero del circo como ayudante. Allí conocí a un mago vestido de chino, Buli Chan, que hacía fabulosas presentaciones.

¿Cuál es el primer truco que aprendió?

Siempre se empieza con el más difícil de los trucos, pero con lo más fácil de tener, que es un mazo de naipes. En mi caso me incliné por la magia teatral porque hacía los dos papeles: actor y mago. Con una revista que se editaba en aquellas épocas, Hobby, de la que conservo los diecisiete volúmenes de la colección. En cada número publicaban trucos mensuales para aficionados. Era por 1952.

¿Cuándo conoció a los grandes maestros?

Tuve la suerte de conocer a Fu Manchú, cuyo verdadero nombre era David Teodoro Bamberg. Este inglés -hijo de holandeses y séptima generación de magos que dio la vuelta al mundo- influyó mucho en mí. El se radicó en la Argentina en 1964 y puso un negocio y un tipo de museo de magia. En 1957, con 16 años, vivimos con mis padres y mi hermana un año y medio en Barcelona, y allí lo conocí. Pasaba todo el día con él en el teatro y en el bazar de magia. Fu Manchú me aconsejaba sobre cuáles eran los mejores productos para hacer magia.

¿Cuándo se fundó el Círculo Mágico Argentino filial Salta?

Primero con un grupo de amigos formamos CATAN: Compañía Argentina Teatral de Artes Mágicas, y nos pusimos en contacto con el Círculo Mágico Argentino en Buenos Aires. Así fundamos la Filial Salta el 21 de septiembre de 1963, es decir, que vamos por los 51 años.

¿Cómo fue en sus mejores épocas?

Teníamos un elenco de más de cien personas. Era una revista mágica musical la del Círculo Mágico Argentino, con cuerpo de baile, seis magos, partenaires, asistentes, técnicos y de toda esta gente que nombro nadie cobraba. Era simplemente la satisfacción de poder hacer lo que a todos nos gustaba.

¿Dónde actuaban?

Durante 28 años tuvimos la sede del Círculo Mágico Argentino filial Salta en el teatrito parroquial de la escuela San Alfonso. Allí viernes, sábados y domingos se proyectaba cine y con lo que se reunía de dinero íbamos montando los futuros espectáculos.

¿Cómo incluyeron la zarzuela?

Nuestro estatuto decía que no solo podíamos hacer ilusionismo o magia, sino que también se incluía a los ventrílocuos, hipnotizadores, mentalistas y todo aquello que sea cultural y contenga la augusta esencia de la cultura. Por eso creamos un número que se llamaba “La magia de la zarzuela” con el que hicimos dieciséis temporadas en el ex-Teatro Alberdi (hoy tienda San Juan). Ibamos alternando un año de ilusionismo y otro de zarzuela.

Vinieron grandes figuras de proyección nacional a ese escenario...

Sí, actuaron Lolita Torres, Ana María Campoy, José Cibrián, Osvaldo Martínez, Jorge Grimau, Roberto Escalada. En las décadas del 70, 80 y parte de los 90 no había otro teatro como ese, con 355 localidades. Cuando cambió la administración del Colegio San Alfonso, hace ocho o nueve años, se decidió cambiar el destino de ese salón, que era muy bonito y coqueto.

El Círculo Mágico Argentino filial Salta también organizó eventos internacionales de magia...

En 1969 se llevó a cabo la Semana Internacional de la Magia en Salta en el Teatro Victoria (hoy Teatro Provincial) con 27 llenos completos y se hizo un bingo gigante y vinieron magos de España, Portugal, Italia, Francia, México, Colombia, Venezuela, Uruguay y los magos argentinos y de Salta.

¿Hubo magas en Salta?

Magas no hay ni hubo, sí ilusionistas como la contadora Miriam Campastro con quien hacíamos un número de mentalismo, lectura de cuerpos opacos, aplicábamos la nemotecnia. También con Silvina Galdeano. Las asistentes son las que más se sacrificaban, para doblarse y desdoblarse, aparecer y desaparecer, y cumplían una función importantísima. En la magia teatral los magos damos la cara pero los que hacen el sacrificio para que la gente se admire son los secretarios y las partenaires.

¿Qué caracteriza a la nueva generación de magos?

Las nuevas generaciones de magos se presentan muy desaliñados, con musculosa y pantalones vaqueros, cuando el mago se ha caracterizado siempre por la elegancia, por estar finamente vestido y tener una picardía o humor fino, mientras los que estamos acostumbrados a ver dicen groserías o disparates como los que vemos en la televisión. Además no está la pasión de estar conectados con los otros círculos de magia del mundo, ni de leer las revistas que se editan sobre magia. Se ha perdido la calidad de lo que se hace.

¿Qué me dice de Val Valentín, el mago enmascarado, quien rompió el código de los suyos y reveló los trucos más celosamente guardados por la pantalla de Fox y la CBS?

Perjudica al público porque les quita la ilusión de lo que están viendo, lo que han visto o lo que verán y algunas cosas de las que él enseña son fieles y otras nada que ver. Es abrirle los ojos a la gente y demostrarle que aquella ilusión que ellos tenían era otra cosa.

En el otro bando están seguramente quienes aman la magia y la ilusión...

Sí. Yo por mi parte sigo las enseñanzas de Fu Manchú cuando decía que “no se trata de ser tan rápidos con las manos ni la vista, sino con la cabeza”. Y la definición de Alfredo Marquerie: “El ilusionismo es el arte de hacernos creer que existe y es lo que en realidad no existe ni es, pintores en las nubes y en los aires”. También cuando decía que la magia “es un hada seductora que es, simplemente, la imaginación humana”.

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