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En la nueva demarcación de Abra de Santa Cruz, Salta cedió territorio

Sabado, 15 de marzo de 2014 02:40
Con el tratado de 1889 la Argentina entregó a Bolivia 46.537 km/2 y recibió 29.368. En 1925 cedió 4.669 km/2 y recibió 178.

En ese lugar siempre vivieron argentinos que transmitieron por generaciones el arte sacrificado de vivir de la tierra. Sus campos quedaron en Bolivia, pero ellos se manifestaron a favor de seguir perteneciendo a la Argentina, el único Estado que ejercía soberanía en la zona hasta finales de 2013. A pesar de eso, el Ministerio de Relaciones Exteriores y Cultos de nuestro país dio por concluido el asunto. “El límite internacional entre Argentina-

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Con el tratado de 1889 la Argentina entregó a Bolivia 46.537 km/2 y recibió 29.368. En 1925 cedió 4.669 km/2 y recibió 178.

En ese lugar siempre vivieron argentinos que transmitieron por generaciones el arte sacrificado de vivir de la tierra. Sus campos quedaron en Bolivia, pero ellos se manifestaron a favor de seguir perteneciendo a la Argentina, el único Estado que ejercía soberanía en la zona hasta finales de 2013. A pesar de eso, el Ministerio de Relaciones Exteriores y Cultos de nuestro país dio por concluido el asunto. “El límite internacional entre Argentina-

Bolivia... No se ha modificado, ni existe ningún proyecto de hacerlo”, se informó oficialmente el 29 de enero. Además, el Gobierno de la Provincia de Salta informó que gestiona con el vecino país la doble nacionalidad de los ciudadanos argentinos. “Van a poder cobrar los planes sociales de los dos países”, les sugirió el intendente del municipio que perdió en noviembre cerca de 600 hectáreas, a algunos de los campesinos coyas que reclamaban en Salta que el Estado los “rescate”.

Desde 1889 a esta parte, la Argentina perdió con Bolivia 21.660 kilómetros cuadrados, casi el equivalente a la provincia de Tucumán. Con el tratado de 1889 la Argentina entregó a Bolivia 46.537 kilómetros cuadrados y recibió 29.368. Lo mismo pasó en el tratado del 9 de julio de 1925, donde la Argentina cedió otros 4.669 kilómetros cuadrados para recibir 178. Eso generó una polémica esa época en nuestro país, que demoró 13 años en ratificar el acuerdo: mientras que el Congreso boliviano lo ratificó en 1929, el Congreso argentino solo lo hizo en 1938. La última pérdida de territorio con Bolivia se registró en 2013, al norte de la población del Abra de Santa Cruz, provincia de Salta. El Abra de Rejará y la naciente del río Santa Cruz quedaron desde entonces en el extranjero. Se trata de un área de unas 600 hectáreas, aunque pobladores habían estimado inicialmente una superficie de 300 kilómetros cuadrados.

Según los documentos de las negociaciones diplomáticas, en una de esas concesiones de territorio entre ambos países, pasaron a manos bolivianas poblaciones ubicadas al norte del Abra de Rejará y de la naciente del río Santa Cruz. Sin embargo, el abra y el río nunca habían dejado de estar en suelo argentino. En la actualidad, las casas y campos de 17 familias argentinas instalados en el lugar por tres generaciones, quedaron en la vecina república por primera vez en la historia, desde que una comisión binacional instalara un nuevo hito en la zona. Con la instalación del mojón, la Argentina perdió territorio que había defendido en la negociación bilateral de la demarcaión de los límites entre ambos países, tierras que había estado bajo su posesión desde la formación de la república y con un domino comprobable desde los últimos 90 años.

El abra, el río y la gente quedaron en territorio boliviano el 28 de noviembre de 2013, cuando se colocó un nuevo hito en el Valle del Silencio entre dos hitos ya existentes. El acto impuso la interpretación que sostiene que la demarcación internacional de ese límite corre por una línea geométrica recta imaginaria. Pero hasta ese momento los pobladores y el Estado argentino habían tomado tradicionalmente la demarcación del límite respetando los accidentes geográficos naturales del Abra de Rejará y la naciente del río. Por eso, los pobladores heredaron esas tierras de sus abuelos, bisabuelos y tatarabuelos argentinos y por eso el Gobierno argentino reclutó a esos habitantes en sus fuerzas armadas y fue siempre el único Estado en brindar documentación, salud, educación y caminos en la zona.

Según consta en los archivos de la Dirección General de Inmuebles de la Provincia, el límite de Finca Grande de Santa Victoria, legado del marquesado de Yavi, pasa por sobre el Abra de Rejará. Eso es importante, porque los límites del actual departamento de Santa Victoria Oeste son los de la antigua Finca Grande de Santa Victoria. Según cita el perito argentino del tratado de 1925, Zacarías Sánchez, la Cancillería argentina aclaró en las negociaciones con Bolivia que “ni antes ni después, se ha mencionado el territorio de Santa Victoria como zona que pudiera ser materia del tratado”.

Aunque el límite fue establecido en un tratado binacional en 1925, la línea divisoria fue demarcada en los años 40. Los pobladores aseguran que la demarcación tradicional siempre estuvo en las cimas de los cerros, siguiendo la división natural.

El 28 de noviembre de 2013 quedaron en el extranjero 17 familias argentinas

Cuando las cancillerías colocaron el nuevo hito que dejó súbitamente en territorio boliviano a 17 familias argentinas nunca se comunicó la noticia. Solo se confirmó el acto demarcatorio meses más tarde con las primera publicaciones de El Tribuno. En esos primeros informes testimonios hablaban de la pérdida de 300 kilómetros cuadrados, aunque en realidad se trataba de un triángulo imaginario con una base de seis kilómetros de ancho por dos de alto, unas 600 hectáreas. Las cancillerías de los dos países, una vez destapada la noticia, reconocieron la instalación del nuevo hito aunque afirmaron que la colocación del mismo no alteró el límite entre las dos naciones. “El límite es el mismo desde 1925”. Pero algo cambió, porque de un día para otro, 17 familias que vivían en la Argentina pasaron a vivir en Bolivia.

Lo que pasó fue que en 2012, Bolivia reclamó lo que nunca había sido motivo de negociación y lo obtuvo sin mayores objeciones. “Hay un tratado de 1925 que establece por donde pasaba el límite. En 2012, el Gobierno boliviano pidió a las autoridades nacionales colocar un hito para separar la frontera y no poner una escuela del lado argentino. Esto se hizo en noviembre (de 2013)”, señaló el secretario de Gobierno de Salta, Néstor Ruiz de los Llanos, que insistió en remarcar que el límite nunca se modificó. “Ocurrió que hay familias que desde 1925, tiempo desde que está el tratado, han estado viviendo del lado boliviano sin saberlo. Desde la colocación del hito, ahora saben y conocen que están en terreno boliviano y no argentino”, aseguró.

Casualmente en 2012, el mismo año en que Bolivia solicitó a la Cancillería argentina la instalación del nuevo hito que dejó el Abra de Rejará en el vecino país, se supo que la Unidad de Minería del Servicio Nacional de Geología y Técnico de Minas de Bolivia (Sergeotecmin) había encontrado en la región de Rejará-

Mecoya “minerales radiactivos, como torio y uranio”. Según publicó en mayo de 2013 el diario El Deber, de la vecina Bolivia, “la presencia de ambos minerales radiactivos está corroborada por un informe del Sergeotecmin, en el que se devela que la región de Rejará se convierte en un área interesante para la futura explotación”.

El argumento de la línea recta literal se basa en la interpretación netamente textual del tratado de 1925 y es el que dejó a 17 familias argentinas en Bolivia. “Se trazará otra línea recta de Occidente a Oriente a la cima del Cerro Mecoya”, dice el texto del tratado. Pero hay otras interpretaciones posibles, aunque no son las que defienden las autoridades nacionales. “Es razonable que se respete el límite por las altas cumbres en función de las características del terreno como dicen los pobladores. La línea recta debe entenderse razonablemente. Aunque en el tratado no se mencione el concepto de las altas cumbres resulta absolutamente razonable ese criterio si el dominio del agua se ve afectado. Mucho más aún, si además hay gente que ancestralmente ocupa ese territorio”, le había dicho a El Tribuno, el experto salteño en Derecho Internacional Público, Gustavo Barbarán.

Refuerza el planteo de los habitantes el artículo 4§ del protocolo del 26 de junio de 1894, retomado por el protocolo Pinilla-Rocha de 1911. Ahí se entiende que los peritos deben tomar en cuenta el origen de los ríos, arroyos y quebradas al momento de demarcar el límite. “Los peritos recogerán todos los datos necesarios para diseñar en el papel, de común acuerdo y con la exactitud posible, la línea divisoria que fueran demarcando sobre el terreno y señalarán los cambios de altitud y de azimut que la misma experimente en su curso; así como también el origen de los ríos, arroyos o quebradas; y que fijarán con toda precisión los puntos en que se coloquen los hitos, determinando la latitud y longitud”, dice el documento.

Una interpretación demasiado generosa

El tratado de 1925 toma como límite natural el curso del arroyo Mecoyita, que nace en el cerro Mecoya y se junta con el río Santa Rosa, que confluye aguas abajo con el Santa Victoria y forman el río Condado hasta el Bermejo. De los antecedentes de la discusión limítrofe, según cita Zacarías Sánchez, surge que en 1902 los representantes del vecino país intentaron llevar el límite hacia el Sur, por el curso del río Santa Victoria, Condado, hasta su desembocadura en el Bermejo. “Sería fácil desviar la línea llevándola por el río Santa Victoria dejando al Norte el Santa Cruz...pero este resultado...no se producirá desarrollando la línea por las verdaderas señales del tratado”, expuso la Cancillería argentina. En la página 71, el perito argentino sostiene tajantemente que el cerro y el río Porongal (cerro Mecoya y arroyo Mecoyita) están “situados en el interior del departamento de Santa Victoria”. Esa discusión no prosperó luego de que Cancillería planteara: “Ni en la época en que se discutió el convenio de límites, ni antes ni después, se ha mencionado el territorio de Santa Victoria como zona que pudiera ser materia del tratado”, documentó la página 57 del libro “La Cuestión de Límites con Bolivia”, impreso por la Cámara de Diputados en 1928. Aunque esa disputa se resolvió a favor de la Argentina, la ratificación del tratado de 1925 fue, en líneas generales, muy conveniente para Bolivia. Cuando se discutía su ratificación se generó una enorme controversia por la cantidad de tierra que perdió la Argentina desde 1889. En 1931, hasta el mismo Juan Domingo Perón pasó 58 días estudiando la zona en mula, según la biografía de Pavón Pereyra. Algunos, como el perito argentino Zacarías Sánchez, sostenían que no se había insistido en el principio de equidad que tienen que regir las negociaciones entre dos países. “Las pretensiones de Bolivia, desestimadas por exageradas e injustas, por los gobiernos anteriores de nuestro país, han logrado prosperar esta vez sin que ninguna razón de Estado haya podido invocarse a su favor”, opinaba Sánchez. Para el perito, una cesión de tierras semejante solo se podía entender tras las derrota en un conflicto armado, pero nunca en los términos de una negociación pacífica entre dos países hermanos.

¿Qué razón poderosa movía a los representantes argentinos y a la Cancillería de nuestro país a no repudiar semejante cesión territorial? La posición que pudo haber primado en definitiva no fue la de Sánchez, sino la que documentó César Díaz Cisneros en su libro: Límites de la República Argentina. Se impuso la idea de seguir “la política tradicional argentina, que ha consistido en ajustar sus actos al derecho y la justicia, a los procedimientos pacíficos, jurídicos, razonables; en hacer triunfar por sobre todas las cosas, antes que el interés egoísta y limitado, el grande y supremo interés de la familia americana”.

 

 

 

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