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Entre el 2,5 y el 5 por ciento de la población sufre de trastornos obsesivos compulsivos vinculados con el acaparamiento de pertenencias. Se trata de un problema difícil de diagnosticar y de tratar, pero que si no se resuelve a tiempo puede provocar importantes daños físicos y mentales en quienes lo padecen.
Estas personas almacenan en sus casas miles de productos inservibles, llevando a un caos que genera desde aislamiento social hasta posibilidades de contraer enfermedades como hantavirus o cualquier otra provocada por la falta de higiene.
El programa “Acumuladores” (Discovery) muestra cómo viven las personas que desarrollan esta conducta, y explora cuáles son sus causas y consecuencias.
El psicólogo Travis Osborne explica que estas personas eligen pensarse a sí mismos como coleccionistas en lugar de acaparadores. La diferencia radica en que los primeros “se enorgullecen de sus posesiones, mientras que los otros sienten vergenza cuando otras personas ven todas las cosas que tienen en sus hogares”.
El acumulador siente que necesita el artículo o que lo necesitará desesperadamente en algún momento en el futuro. También puede sentir una profunda conexión emocional con el artículo, que normalmente se caracteriza por ser un objeto que a la mayoría de la gente no le importa.
Una vez que un acaparador tiene algo en su posesión, es poco probable que alguna vez lo tire. El objeto adquiere niveles extremos de importancia en su mente. El pensar en arrojarlo a la basura, venderlo o dárselo a alguien le causa gran incomodidad y angustia mental. La incapacidad de deshacerse de objetos viejos, junto con el impulso de adquirir otros nuevos, es la razón por la cual la acumulación crece lentamente con el tiempo.
Artículos innecesarios
Quienes sufren este trastorno compran a menudo productos que no necesitan y se les hace muy difícil no aceptar todo aquello que sea gratis. Conservan envoltorios, servilletas o cajas, y hasta suelen buscar productos en contenedores de residuos.
Este trastorno puede ser originado por la genética, la química del cerebro o los acontecimientos estresantes. Por otro lado, los acumuladores suelen aislarse de su círculo social.
Esto se debe a que, quienes sufren este problema, por lo general son conscientes del grado de desorden de su casa y se sienten avergonzados por la situación. Como explica la psicóloga Julie Pike, al comprender su situación estas personas se avergenzan, limitan las visitas a su casa y se alejan de su círculo social.
En la mayoría de los casos son familiares o amigos quienes solicitan ayuda.
Los objetos más frecuentemente almacenados según los estudios son periódicos, revistas, cartas, cuentas y facturas viejas, llaves, cajas y otros recipientes, ropa antigua, bolígrafos, bolsas de plástico, medicamentos, objetos de aseo y cintas de vídeo.
La acumulación de comida y materia orgánica está presente, aunque en una proporción inferior. Esta acumulación de objetos viene dada por dos componentes: por un lado, la adquisición de objetos, y por otro, la incapacidad para tirar estos objetos adquiridos, que se van almacenando con el tiempo.
Una orden de desalojo o la posibilidad de perder a su familia son factores comunes por los que los acumuladores terminan pidiendo ayuda. Por otro lado, se pudo comprobar que los casos más extremos suelen darse en las casas de adultos mayores. Según Osborne, las mujeres y personas adultas son más propensas a que este trastorno ponga en peligro su vida, en especial por los años que llevan acumulando.
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