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José María Arancedo: “La Iglesia tiene que hablar, a veces es docente y otras denuncia”

Domingo, 29 de junio de 2014 01:24
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Es el religioso que lidera el órgano eclesiástico que reúne a los 85 obispos de nuestro país. Y como tal, su firma encabeza los documentos que de tanto en tanto la Iglesia argentina emite sentando opinión sobre un tema que, casi siempre, generan revuelo. En diálogo con El Tribuno, monseñor José María Arancedo habló de una acefalía referencial en la sociedad actual y destacó la necesidad de retomar ejemplos positivos. Se refirió, además, a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y al rol del papa Francisco y recordó a su primo, el expresidente Raúl Alfonsín y al cardenal Eduardo Pironio.

¿Cómo evalúa la figura de Francisco, desde el inicio de su pontificado hasta hoy? ¿Es comparable con Juan XXIII?

Creo que es muy positivo. Nos ha sorprendido a todos. La figura de Bergoglio, hoy Francisco, ha sido para la Iglesia un momento de gracia muy fuerte. La presencia de él, los gestos, la palabra. Se ha convertido en un referente de toda la humanidad, creo que su figura trasciende lo que puede la Iglesia como comunidad. Su figura ha alcanzado un relieve que no se lo esperaba.

Yo recuerdo cuando estuve en Roma, que asumió, comenzó el ministerio petrino, una Plaza San Pedro llena llamaba la atención, pero también ciento setenta, ciento ochenta presidentes, jefes de Estado, reyes... y de países que estaban en guerra entre ellos y, sin embargo, coincidían en la figura de Francisco. ¿Y qué decía Francisco? Un Evangelio encarnado: hablaba con los gestos, hablaba de humildad, de sencillez, de amor, de compromiso, de salir a las periferias. Y la gente veía que la palabra iba acompañada con el gesto, veía coherencia, transparencia. Entonces, yo creo que la figura de él se ha convertido en una referencia religiosa en primer lugar, pero también cultural, para la humanidad en el momento actual.

Vea, el tema último de la paz, un tema difícil y sin embargo él dijo: La paz no se compra porque no se vende, hay que construirla. Y él tomó el gesto de invitar a dos presidentes en guerra (de Palestina y de Israel) y llevarlos al Vaticano a rezar. Hechos que tal vez son muy cercanos a nosotros para poder evaluarlos. Tal vez con el tiempo van a recibir el valor de hechos que han significado mucho en la historia de la humanidad.

Desde otras ramas religiosas, se reclama una modernización del catolicismo ¿qué medidas cree que tomará Francisco en este sentido?

Francisco tiene los pies muy en el Evangelio y en la Iglesia, es un hombre de Iglesia, por lo tanto no hay que confundirse: el aggiornamiento de Francisco es profundizar la verdad del Evangelio: el amor, la vida, la paz, la misericordia, el respeto de las personas, el derecho a la libertad de cada persona. Pero también, ciertamente, es un hombre que valora lo que es el hombre en cuanto criatura de Dios. Es una persona creada por Dios y por lo tanto su referencia a Dios como ser espiritual, todo eso forma parte de su preocupación también. Yo creo que es un aggiornamiento a la luz del Evangelio, pero a veces puede ser que estamos sin darnos cuenta como circunstanciados. El ha sido, por eso se lo comparaba con Juan XXIII, como abrir una ventana con un aire santo y que la gente lo reconoce como que proviene del Evangelio. No es que se abre la ventana para que entren cosas extrañas, se abre para que entre más el Evangelio en la Iglesia.

¿Cómo se vincula el cristianismo con zonas como Rusia o China?

La Iglesia se relaciona siempre con la verdad del Evangelio testimonial. La Madre Teresa de Calcuta trabajó en la India, en un lugar no católico. Sin embargo, dio su vida. Creo que la Iglesia no espera nunca triunfos inmediatos, busca ser fiel al Evangelio. Y la semilla del Evangelio no siempre crece como queremos verla nosotros, pero la Iglesia tiene que sembrar esa semilla y la siembra con testimonio, con la palabra, con oración. Y sobre todo con el compromiso con los más necesitados. Un signo de la presencia de la fidelidad de la Iglesia al Evangelio es que la Iglesia esté comprometida con los más pobres, con los más necesitados. Ese es el testimonio que Francisco quiere de la Iglesia: una Iglesia pobre para los pobres. Evangelio y testimonio.

En referencia a los más necesitados, en el documento “Felices los que trabajan por la paz”, el Episcopado señaló no solo que la Argentina estaba enferma de violencia sino que no había que estigmatizar ni responsabilizar a los pobres por serlo ¿Cuáles son las acciones que realiza la Iglesia para combatir la inseguridad y la pobreza?

Una es la palabra. La Iglesia habla. Ese documento del que hace mención, “Felices los que trabajan por la paz”, tiene un testimonio. La Iglesia tiene que hablar y la palabra a veces es docente y otras veces es denuncia. Por otro lado, está el compromiso, la promoción humana. Ahí interviene tanto la caridad concreta del gesto, de dar de comer al hambriento, de vestir al desnudo, cuanto también incidir en lo que uno pueda a través de la Doctrina Social de la Iglesia, sea en políticos, gremialistas, para que vayan creando las condiciones de una sociedad más equitativa, más justa. La Iglesia tiene del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia, la palabra que es docencia y es denuncia. Y también las actividades con las cuales se compromete en lo concreto, a través de Cáritas, Pastoral Social y colaborando. Esta semana hay una Pastoral Social en Mar del Plata que tiene el foco puesto en el tema del trabajo.

¿Cómo pueden accionar los fieles para alivianar estas cuestiones sin caer simplemente en la limosna?

Comprometerse en lo concreto de su vida. La limosna no puede ser una suerte para tranquilizar la conciencia. El político, el profesional, el hombre de trabajo, el empresario deben comprometerse a vivir con justicia. Es decir, el mayor acto de caridad y amor hoy día es dar trabajo, generar trabajo, respetar las leyes. El cristiano tiene que ser, en primer lugar, como el testimonio de que vive coherentemente su fe. Qué triste cuando un cristiano predica todo eso y después aparece que no paga impuestos, que no paga sueldos, que no paga obra social. Entonces, en primer lugar está lo testimonial y en segundo lugar es el compromiso también de protagonismo cívico político, incluso a través de los partidos políticos, las estructuras. Acercarse, dar su tiempo para crear las condiciones de una sociedad más de acuerdo al Evangelio.


Usted habla no solo de comprometerse en la vida diría, sino también a través de la política...

También, para el que tenga vocación por el bien común dé su tiempo al servicio de los demás. La política es un camino.

En este sentido, ¿cómo evalúa usted el liderazgo de la presidenta Cristina de Kirchner?

Ese es un tema político puntual, no tengo un juicio dado. Es la Presidenta que ha votado el pueblo argentino. Por lo tanto, merece el respeto a su investidura, que no significa obsecuencia o ser oficialista. Pero sí, en primer lugar, vivimos en una democracia electiva. El pueblo la ha elegido, por lo tanto le merece todo el respeto a la Iglesia. Ahora bien, también tiene la Iglesia la libertad de hablar del narcotráfico, de la violencia, de la pobreza, que son temas que pertenecen también al ámbito de la vida política y que tocan, evidentemente, la responsabilidad de los gobernantes. Tenemos que saber convivir en el respeto a la autoridad con la libertad de opinión. No hay un partido católico. No todos los católicos o son radicales o son peronistas. Habrá gente que adhiera a la línea política de un partido o de otro. Lo importante es que el católico sea consciente de lo que significa la fe. Entonces el partido al cual adhiero tiene que ser un partido que responda también a la palabra y al compromiso del Evangelio, en temas como la vida, la dignidad humana, el trabajo. Algunos tendrán acentos más sociales, pero no puede haber un cristiano consciente de la fe, comprometido con los valores del Evangelio y tal cual la Iglesia a través de la Doctrina Social, que no los lleve adelante.

¿Cómo evalúa la asignación universal por embarazo? ¿cree que es una medida en defensa de la vida, anti-abortista?

Pienso que sí. Yo lo valoré a eso. Pienso que ya respetar la gravidez del embarazo de una mujer es respetar la vida desde el vientre de la madre, pero también hay que hacerlo cuando nace, cuando va creciendo. La vida hay que respetarla desde la concepción a lo largo de toda la vida. Por lo tanto, creo que eso es un hecho positivo.

A lo largo de su vida tuvo contacto con hombres relevantes de nuestra historia, como el expresidente Raúl Ricardo Alfonsín, su primo hermano, y el cardenal Eduardo Pironio ¿cómo los recuerda?

Son dos personas valiosas. El cardenal Pironio fue profesor mío, pero después fue obispo de Mar del Plata y yo fui obispo de Mar del Plata. Fue un hombre de Dios, un testigo realmente de la fe, un hombre consagrado, transparente, un hombre pastor, testigo, profeta. Un hombre que anticipaba y con su mirada puso riqueza en la Iglesia argentina y creo que está también su causa como a tener en cuenta para la beatificación.
Raúl Alfonsín es primo hermano, la mamá de él es hermana de mamá, entonces de chicos y de más grande he vivido siempre cerca de él. Incluso cuando estuvo enfermo, me llamaba, conversábamos. Se confesó y murió muy en paz. Yo le daba la comunión, todas las semanas comulgaba con su mujer, con sus hermanos y hermanas. Y cuando murió, yo celebré la misa de cuerpo presente en el Congreso de la Nación. 
Raúl era honesto, decente y en eso lo valoro. Más allá de lo que uno pueda diferir de él, en cuestiones políticas, opciones o decisiones. Pero fue un hombre honesto, un hombre sin rencores.

Antes habló de la Iglesia como docente. Ante la crisis educativa, el acoso escolar, ¿cómo acciona la Iglesia no solo en las escuelas religiosas sino también en las laicas?

Existen ámbitos de trabajo, a nivel consejos federales, a nivel provincias, la Iglesia tiene distintos ámbitos. Toda educación supone una antropología, una imagen del hombre: qué es el hombre, su potencia, su voluntad, su condición, mujer. Hay una imagen, un concepto de hombre como ser espiritual. Entonces, la Iglesia tiene esa mirada, que tiene mucha riqueza. El hombre es hijo de Dios, un ser espiritual, creado y llamado a una vida de amor, de relación, a una complementariedad también del amor en la vida. Entonces, la imagen que tiene la Iglesia del hombre es la que parte de la Biblia, sobre todo del Evangelio de Jesucristo. Así, la educación cristiana o de la Iglesia tiene como referencia los valores del Evangelio.

¿Qué pasa hoy en día con la violencia y la inseguridad que también se ve en las escuelas, con los estudiantes, con los profesores, de los padres hacia los profesores?

La violencia Es un tema que preocupa y que se ha instalado, que tiene condimentos culturales, como la falta de proyectos, de valores, de ver un presente sin mayores referencias, del tener más que ser más, el compartir, el pensar en el otro, la solidaridad... Ha ganado mucho el egoísmo, el individualismo. Entonces, en ese contexto, el otro pasa a ser otro y nunca pasa a ser mi hermano, allí aparece la violencia. 
Hay una cultura que sin darnos cuenta, va ponderando el éxito a cualquier precio. Y por ahí, hasta incluso un empresario que uno sabe que la riqueza que ha hecho no es tan buena, tan sana, es por ahí un empresario exitoso. 
Un poco la sociedad misma va como creando antivalores. No hay ejemplaridad. Si aquel roba, si aquel pelea... es importante volver a una cultura de valores, de referencias y de valorar sobre todo la dignidad de las personas. El otro y su dignidad. Es decir, yo no tengo derechos, tengo obligaciones primero. El otro existe, en su individualidad y en su riqueza.

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