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Laberintos humanos. Mesa ovalada | Laberintos Humanos

Martes, 14 de julio de 2015 20:04
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Laberintos humanos. Mesa ovalada

Ante la mesa ovalada a la que estaban sentados diez o doce inventores, tal como les contaba a Carla Cruz y al Varela en la sala de metal dentro del cerro, les dije que me parecía que un invento no sólo debe ser justo y necesario, sino que también debe representar un esfuerzo útil.

No hay nada peor que dedicarle la vida a esfuerzos que de nada sirven, dijo el joven que, con los años, sería el Abuelo Virtual, y uno de ellos, que vestía en lo alto de su camisa abrochada un moño negro, anotó esa sabia sentencia en su breve lista de estatutos. La leyó levemente satisfecho.

Tras leerlo, dijo que muchas, muchísimas cosas que hace la gente se correspondían con esa decisión y Armando, que luego sería el Abuelo Virtual, le dijo que no era por su culpa. Todos sabemos que hay mucha gente que vive haciendo cosas que no sirven de nada, dijo Armando, y en eso no hay nada de malo, dijo uno de los inventores.

No hay nada de malo en hacer cosas que son inútiles, agregó ese inventor, pero estoy de acuerdo con usted en poner esa cláusula en nuestros estatutos, porque los inventores debemos pensar, antes de dedicarle la vida a un invento, en que tenga al menos dos o tres utilidades. ¿Dos o tres?, preguntó el del bigote.

Dos es fácil, dijo el primero, porque, poniendo como ejemplo una pelota, sabemos que al menos sirve para rebotar tanto como para no rebotar, lo cual ya son dos cosas. Podemos agregarle una tercera, como trasladarse, pero dije que debiera tener dos o tres utilidades, con lo que quise decir que con dos alcanzaba.

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