¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
15°
12 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Laberintos humanos. La biblia y el celular | Laberintos Humanos

Martes, 21 de julio de 2015 00:00
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Laberintos humanos. La biblia y el celular

Armando sospechó que esos aparatos tenían una importancia vital para las nuevas generaciones, y no pensaba en poner un negocio de celulares sino en algo así como si un líder espiritual o revolucionario pudiera utilizarlos para aconsejar con su prédica a los descarriados.

La muchacha, que estaba sentada a la misma mesa que su madre y su marido, que era el padre de ella, y el hijo de ambos, que era su hermano, parecía estar a miles de kilómetros de los otros comensales mientras su madre, no conforme con reprenderla, volvía a mover la carne con el tenedor.

Ni el padre había vuelto a levantar los ojos del diario ni su hermano a sacar sus oídos de los auriculares, porque esas eran cosas de mujeres y ellos eran hombres, o eso parecían, y sólo Armando caía en la cuenta de que la muchacha escribía con la velocidad y urgencia de quien teme que el mundo se acabe o le quiten el celular.

A esa velocidad podría escribir la Biblia en tres días, dijo Armando como si fuera un cumplido y todos menos el joven levantaron la vista sorprendidos como si hubiera dicho una obscenidad impropia de la mesa, aunque no de la muchacha.

Nada para ellos parecía estar más lejos que la Biblia de los mensajes que enviaba desde su celular, pero sólo lo tomaron como una desubicación, cierto que reprochable, pero no abiertamente ofensiva y volvieron a sus actividades: el padre al periódico, la madre a levantar la carne con el tenedor y la muchacha a escribir que no sé, hacé lo que quieras entonces, aunque lo hiciera con pésima ortografía.

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD