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Laberintos humanos. Las cloacas | Laberintos Humanos

Jueves, 23 de julio de 2015 17:51
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Laberintos humanos. Las cloacas

Luego nos lo iba a contar hasta el final, ya a salvo en mi casa, pero desde la primera vez que escuché hablar del Túnel fue como si lo conociera. Para muchos comenzó cuando los muchachos de la cuadrilla dieron la noticia: un extraño pasadizo daba al tajo que abrieron para extender las cloacas.

Uno lo describió cómo a esos boliches de luces coloridas donde bailaban en éxtasis algunas decenas de personas de las épocas más variadas, una suerte de punto intermedio entre la tan temida salamanca y aquellos lejanos programas de Música en Libertad: botas largas, minifaldas y peinados batidos.

Lo contaba con los ojos bien abiertos y extrañamente azules, con la mirada perdida donde la memoria se le mezclaba con sones de tan provinciana psicodelia, y lo contaba con palabras en las que no se reconocía ni podía reconocerse, pero lo frenó otro de los testigos, que en una entrevista que le hizo Daniel Gaspar para la Radio Azul, dijo que más bien se parecía a un cabaret.

Su opinión no hubiera trascendido de no haber sido porque luego regresó a su casa, donde su esposa lo esperaba despierta para que pudiera explicarle de donde sabía cómo son los cabarets, ¿o te creés que soy tonta yo? Pero es una manera de decir nomás, como que al que madruga Dios lo ayuda y esas cosas.

Si, dijo la mujer enfadada, pero lo ayuda a conocer lugares que un hombre casado no debiera frecuentar. ¿Y de donde sacás que yo frecuento casas de mala vida?, dijo el pobre para recibir la sentencia: ¿no ves? Yo no lo dije, fuiste vos el que se vendió sólo.

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