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La ley de violencia de género parte de una premisa: el hombre tiene mayor fuerza física que la mujer. Es cierto e innegable. Esa fuerza es inherente a la naturaleza del hombre. Esa característica innata se equipara o equilibra con los atributos que posee la mujer y que a la hora de conjugarlos se compensan.
Los atributos femeninos tienen que ver con la inteligencia, astucia, sagacidad, capacidad para influenciar y manipular, entre otras cosas. No digo con eso que la mujer sea un ser malvado. Sino que usa esas herramientas para relacionarse y valerse en la vida. Cualidades que la diferencian del hombre, y la ubican en una posición de igualdad.
A través de su astucia y sagacidad, en caso de proponérselo, la mujer es capaz de hacer uso de la fuerza del hombre a su favor. En ese sentido, y como fundamento de esto es un hecho notorio y visible que las niñas adquieren madurez más rápido que los varones.
Nace aquí un interrogante: si la balanza está naturalmente equilibrada, ¿por qué torcerla legalmente? provocando de esa manera algo injusto e inconstitucional.
Al momento de la criminalidad ambos géneros son peligrosos. Uno con su fuerza, el otro a través de su inteligencia. Si el hombre nace "culpable" por su fuerza natural, pues la mujer nace "culpable" por su astucia y sagacidad.
Con los criterios de la violencia de género, en un futuro no muy lejano se podría proponer en el Congreso una ley con la denominación "masculinicidio". Figura que debería recaer en mujeres, como las viudas negras, a las que se les fue la mano por matar a un hombre en determinada circunstancia -intentando robar, por ejemplo- pues entonces debería ser condenada a "prisión perpetua". Ya que en ese caso la mujer hace uso de sus más agudas armas, la astucia y sagacidad.
En mi experiencia como abogado tuve la oportunidad de intervenir en un caso de mujeres "dormidoras", a las que se les fue la mano con la dosis de somnífero y terminó en esa suerte de "masculinicidio o androcidio", hechos donde se debería contemplar la prisión perpetua toda vez que un hombre resultase sin vida. De esa manera se podría equilibrar la balanza.
La escala de 8 a 25 años es suficiente para merituar la conducta de un hombre que mata a una mujer, igual que la de una mujer que mata a un hombre. Sobre todo porque esa escala es para todos igual.
Tan injusta como sería promulgar una ley que imponga perpetua a una mujer por sus mayores habilidades en términos intelectuales.
Soy consciente de que lo que digo es políticamente incorrecto. También estoy de acuerdo con los motivos y los fines de la ley de violencia de género, pero no con el medio que se utiliza, el de imponer prisión perpetua a los hombres por el hecho de su condición natural.
Y es inconstitucional porque establece una diferencia donde no existe. El artículo 16 señala que todos somos iguales ante la ley. ¿Por qué un hombre que mata a una mujer debe tener una pena menor que la de una mujer que haya matado a un hombre? El 16 no es un mero artículo, no está de reparto, es un pilar fundamental de nuestro sistema jurídico. Lo justo sería que se derogue el femicidio o se promulgue una ley que aplique la prisión perpetua a mujeres que mataren haciendo uso de sus capacidades distintivas: astucia y sagacidad.
Los atributos femeninos tienen que ver con la inteligencia, astucia, sagacidad, capacidad para influenciar y manipular, entre otras cosas. No digo con eso que la mujer sea un ser malvado. Sino que usa esas herramientas para relacionarse y valerse en la vida. Cualidades que la diferencian del hombre, y la ubican en una posición de igualdad.
A través de su astucia y sagacidad, en caso de proponérselo, la mujer es capaz de hacer uso de la fuerza del hombre a su favor. En ese sentido, y como fundamento de esto es un hecho notorio y visible que las niñas adquieren madurez más rápido que los varones.
Nace aquí un interrogante: si la balanza está naturalmente equilibrada, ¿por qué torcerla legalmente? provocando de esa manera algo injusto e inconstitucional.
Al momento de la criminalidad ambos géneros son peligrosos. Uno con su fuerza, el otro a través de su inteligencia. Si el hombre nace "culpable" por su fuerza natural, pues la mujer nace "culpable" por su astucia y sagacidad.
Con los criterios de la violencia de género, en un futuro no muy lejano se podría proponer en el Congreso una ley con la denominación "masculinicidio". Figura que debería recaer en mujeres, como las viudas negras, a las que se les fue la mano por matar a un hombre en determinada circunstancia -intentando robar, por ejemplo- pues entonces debería ser condenada a "prisión perpetua". Ya que en ese caso la mujer hace uso de sus más agudas armas, la astucia y sagacidad.
En mi experiencia como abogado tuve la oportunidad de intervenir en un caso de mujeres "dormidoras", a las que se les fue la mano con la dosis de somnífero y terminó en esa suerte de "masculinicidio o androcidio", hechos donde se debería contemplar la prisión perpetua toda vez que un hombre resultase sin vida. De esa manera se podría equilibrar la balanza.
La escala de 8 a 25 años es suficiente para merituar la conducta de un hombre que mata a una mujer, igual que la de una mujer que mata a un hombre. Sobre todo porque esa escala es para todos igual.
Tan injusta como sería promulgar una ley que imponga perpetua a una mujer por sus mayores habilidades en términos intelectuales.
Soy consciente de que lo que digo es políticamente incorrecto. También estoy de acuerdo con los motivos y los fines de la ley de violencia de género, pero no con el medio que se utiliza, el de imponer prisión perpetua a los hombres por el hecho de su condición natural.
Y es inconstitucional porque establece una diferencia donde no existe. El artículo 16 señala que todos somos iguales ante la ley. ¿Por qué un hombre que mata a una mujer debe tener una pena menor que la de una mujer que haya matado a un hombre? El 16 no es un mero artículo, no está de reparto, es un pilar fundamental de nuestro sistema jurídico. Lo justo sería que se derogue el femicidio o se promulgue una ley que aplique la prisión perpetua a mujeres que mataren haciendo uso de sus capacidades distintivas: astucia y sagacidad.
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