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Laberintos humanos. A medianoche
Mientras el pianta votos se encargaba de convencer al jurado de que votara a las hermanastras, convencido de que entonces harían lo contrario, Carla Cruz intentaba persuadir a Beatriz de que se desenamorara del remisero, que era un cuis transformado por la magia de los cuentos de hadas.
Y cuando Carla Cruz le preguntó si estaba dispuesta a pasar el resto de la vida con un roedor, Beatriz le respondió que no esperaba pasar con él más que lo que durara el baile, haciéndola comprender que podía estar enamorada pero no era tonta, y entonces comenzó a desfilar con tanta gracia que todo el jurado estuvo dispuesto a coronarla como reina de la escuela.
Pero las horas pasaban y a medianoche la magia de deshizo. Su vestido se redujo jean y remera, el remis volvió a ser una calabaza, el remisero un cuis y nos miramos con Armando, Petraccio y el Varela comprendiendo que todo nuestro esfuerzo había sido en vano. Ganaba el mal, que eran las hermanastras de Beatriz.
No era, de todos modos, sino nuestra primera misión y, aunque fracasamos, tuvo el tinte de lo que comienza. Beatriz, que terminó peor que la Cenicienta, no nos guardó rencor y es el día de hoy que nos saluda por la calle como si fuéramos viejos amigos, y sólo Dios sabe lo que se hizo de cuis, que por una noche fue remisero y sedujo a quien pudo ser la reina de la primavera de su escuela.
Del pianta votos no supimos mucho más, pero debe andar aún por ahí. Siempre hay alguien que lo necesita para cargar sobre sus espaldas derrotas que no le pertenecen.