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Laberintos humanos. Versión Punk
Armado nos contó que también había una versión del forgotenstreet´s blues que cantaba la interprete alemana y punk Nina Hagen, pero que tampoco pudo inspirar a los tilcareños a llamar así a su calle porque fue grabada cuando ya la calle del Olvido se llamaba Lavalle, y porque Nina Hagen no gozó de mucha fama entre el público quebradeño de los años ochenta ni en ningún otro.
Esta versión, a diferencia de la de Ella Fitzerald y Oscar Peterson, arrancaba como si el baterista quisiera romper los parches y se sostiene, cierto que de un modo asombroso, sin que la base rítmica remede melodía alguna, y con la voz de la cantante casi a grito en cuello, pero que en su transcurso da cuenta de la mujer que anda por la calle lloviznosa y bebe en sus bares para olvidar un gran amor.
Un amor que, por cierto, no fue ni prolongado ni profundo. Leroi Jones, en su libro sobre el jazz como alma de la rebelión negra, descubre que a lo largo de todos sus versos, el autor del blues en cuestión jamás nombra a la persona amada, lo cual hace más bien pensar en el sexo apasionado y casual de una noche de excesos.
Leroi Jones relaciona esa necesidad de olvidar más allá aún del romance turbio que llora la cantante, enraizándolo en el dolor de una raza libre que esclavizaron, pero Armando nos aclaró que tampoco le venía el nombre a la calle de esa razón africana. Y lo decía subiendo la cuesta de la calle Lavalle, lo que era más meritorio por tratarse de una cuesta pesada, y más aún a la edad de Armando, cuando toda cuesta lo es.