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La pistola Bersa calibre .22, propiedad del técnico informático Diego Lagomarsino, arma que terminó con la vida del fiscal federal Alberto Nisman, deja rastros de explosivo al producirse la detonación. Así lo comprobó ayer el Departamento Técnico Científico del Cuerpo de Investigaciones Científicas (CIF), del Ministerio Público de Salta.
Los expertos no lo consideran determinante, aunque de tratarse de un suicidio, las manos de la víctima debían presentar los vestigios de bario, plomo y antimonio arrojados por la deflagración. Dos pericias anteriores, realizadas por la policía bonaerense y por el propio CIF salteño habían dado resultado negativo.
Tres barridos electrónicos, ayer, aumentaron las sospechas, que la Justicia ni las autoridades políticas logran despejar. La nueva pericia se realizó con un maniquí recubierto con piel de cerdo, por su similitud con el tejido epitelial humano. Sin embargo, con esta sola prueba no alcanza para probar en términos jurídicos que Nisman haya sido ejecutado. La prueba es insuficiente ya que ni el maniquí es idéntico a la anatomía del occiso, no estaba bañado en sangre, como si lo estaban las manos de Nisman, ni se es seguro que las pericias sobre esas manos haya sido realizada en forma correcta.
La fiscal Viviana Fein no se considera aún en condiciones de caratular la causa como suicidio, suicidio inducido u homicidio.
Nisman apareció muerto de un balazo en su departamento de Puerto Madero en la noche del domingo 18 de enero, pocas horas antes de la audiencia en el Congreso, donde iba a detallar su denuncia contra la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el canciller Héctor Timerman y otras personas por supuestos delitos en el acuerdo con Irán para modificar la sede de la causa y revisar la investigación por el atentado contra la Amia.
A pesar de que Nisman contaba con fuerte custodia y vivía un edificio con cámaras de seguridad, que aparente no funcionaban, no existen registros seguros sobre la hora de su muerte. Aparentemente, por los testimonios de la custodia, el funcionario no dio señales de vida en todo ese domingo, a pesar de lo cual ningún policía forzó la puerta ni, aparentemente, reportó la anomalía a sus superiores.
La hipótesis del suicidio fue esgrimida rápidamente por los voceros del gobierno, pero la presidenta, en declaraciones a través de las redes sociales y en conferencia de prensa, se refirió al suicidio inducido y al asesinato.
Sin embargo, a despecho de la existencia de indicios muy vehementes de que la muerte del fiscal podría ser uno de los grandes magnicidios de la historia argentina, el caso se mantiene en penumbras y la fiscal Fein anticipó que su dictamen se conocerá después de octubre, es decir, luego de las elecciones.
Los expertos no lo consideran determinante, aunque de tratarse de un suicidio, las manos de la víctima debían presentar los vestigios de bario, plomo y antimonio arrojados por la deflagración. Dos pericias anteriores, realizadas por la policía bonaerense y por el propio CIF salteño habían dado resultado negativo.
Tres barridos electrónicos, ayer, aumentaron las sospechas, que la Justicia ni las autoridades políticas logran despejar. La nueva pericia se realizó con un maniquí recubierto con piel de cerdo, por su similitud con el tejido epitelial humano. Sin embargo, con esta sola prueba no alcanza para probar en términos jurídicos que Nisman haya sido ejecutado. La prueba es insuficiente ya que ni el maniquí es idéntico a la anatomía del occiso, no estaba bañado en sangre, como si lo estaban las manos de Nisman, ni se es seguro que las pericias sobre esas manos haya sido realizada en forma correcta.
La fiscal Viviana Fein no se considera aún en condiciones de caratular la causa como suicidio, suicidio inducido u homicidio.
Nisman apareció muerto de un balazo en su departamento de Puerto Madero en la noche del domingo 18 de enero, pocas horas antes de la audiencia en el Congreso, donde iba a detallar su denuncia contra la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el canciller Héctor Timerman y otras personas por supuestos delitos en el acuerdo con Irán para modificar la sede de la causa y revisar la investigación por el atentado contra la Amia.
A pesar de que Nisman contaba con fuerte custodia y vivía un edificio con cámaras de seguridad, que aparente no funcionaban, no existen registros seguros sobre la hora de su muerte. Aparentemente, por los testimonios de la custodia, el funcionario no dio señales de vida en todo ese domingo, a pesar de lo cual ningún policía forzó la puerta ni, aparentemente, reportó la anomalía a sus superiores.
La hipótesis del suicidio fue esgrimida rápidamente por los voceros del gobierno, pero la presidenta, en declaraciones a través de las redes sociales y en conferencia de prensa, se refirió al suicidio inducido y al asesinato.
Sin embargo, a despecho de la existencia de indicios muy vehementes de que la muerte del fiscal podría ser uno de los grandes magnicidios de la historia argentina, el caso se mantiene en penumbras y la fiscal Fein anticipó que su dictamen se conocerá después de octubre, es decir, luego de las elecciones.
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