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El enciclopédico Romero Sosa
Tres grandes obras enciclopédicas argentinas, más allá de ser únicas en sí mismas, tienen al menos un nexo en común. Todas ellas contaron con los aportes históricos y biográficos del salteño Carlos Gregorio Romero Sosa (1916-2001); ilustre comprovinciano, de quien se cumple este año el centenario de su nacimiento. Este es motivo suficiente para recordar su vida y obra, dedicadas a decenas de aspectos de la savia argentina, y en especial por haber mantenido ardiendo la llama de la salteñidad, desde su voluntario exilio en Buenos Aires. Tal vez el alejamiento de su tierra, a pesar de haber mantenido toda clase de vínculos familiares y sociales, sea la principal causa de que su figura haya pasado casi desapercibida para las nuevas generaciones, aún cuando no hace mucho tiempo se honró con su nombre una sala de la Biblioteca Provincial "Victorino de la Plaza", o que el propio Dr. Carlos S. Fayt adhiriera en 2005 a que una calle de Salta sea bautizada con el apellido del notable estudioso.Aportes fundamentales
Decíamos al comienzo que Romero Sosa participó en la redacción de artículos para tres obras monumentales. Efectivamente, dichas obras se enriquecieron sustancialmente con los aportes inéditos del salteño. Entre ellas ocupa un lugar destacado el Nuevo Diccionario Biográfico Argentino, en siete gruesos tomos, publicado en Buenos Aires entre 1968 y 1986 por Vicente Osvaldo Cutolo. Se trata de una singular obra en la historiografía de nuestro país que acumula más de 5.000 páginas de texto y varias miles de biografías rigurosas. Esta obra de consulta imprescindible cuenta con un extenso análisis bibliográfico de los diccionarios biográficos e históricos que lo precedieron, tanto de nuestro país como de países vecinos. La frase final de las 33 páginas de la introducción es elocuente cuando dice: "Cábenos agradecer, por último, la colaboración amiga y fraterna que, desde tiempo atrás, hemos tenido de Carlos Gregorio Romero Sosa, historiador que nos ha facilitado innumerables datos, referencias y biografías, a través de su larga experiencia y consejos en esta difícil materia". El "Cutolo" es probablemente el mayor diccionario biográfico publicado por una sola persona en América, gloria que tal vez sea compartida con el eminente historiador peruano Manuel de Mendiburu (1805-1885); autor de una obra enciclopédica en ocho tomos titulada Diccionario Histórico-Biográfico del Perú (1874-1890).
La legión de eruditos
También fue Romero Sosa uno de los colaboradores de esa "legión de estudiosos y varones eruditos", como definió el jesuita Guillermo Furlong Cardiff a los que aportaron al magnífico Diccionario Histórico Argentino, en seis volúmenes, publicado bajo la triple dirección de Ricardo Piccirilli, Francisco L. Romay y Leoncio Gianello, que apareció en Buenos Aires entre 1953 y 1955. La otra obra monumental donde aparece su impronta de colaborador es la "Gran Enciclopedia Argentina" de Diego Abad de Santillán, pseudónimo del anarquista español Sinesio Baudillo García. Este monumental trabajo sobre "todo lo argentino", ordenado alfabéticamente en ocho tomos más un apéndice, publicados en Buenos Aires entre 1956 y 1964, cubre los campos de la geografía, historia, toponimias, biografías, ciencias, artes, letras, derecho, economía, industria, comercio, instituciones, flora, fauna, folclore, léxico regional, geología, minería, arqueología, etnografía y un largo etcétera. No solamente encontramos su huella en muchas de las entradas sobre historia y geografía de Salta, sino que además aparece su biografía, a sus 45 años de edad, con retrato incluido, en el tomo VII, páginas 229-230. Casi bastaría esta sola mención para dar cuenta prolija de su perfil académico. Pero sus aportes seguirían acumulándose en un intenso epistolario con grandes escritores de la época, en miles de artículos y notas, en folletos, libros y monografías, en estudios genealógicos de las más diversas ramas familiares. Sus conocimientos genealógicos, a la par de una memoria envidiable, dejaban asombrados a sus interlocutores. Bastaba mencionarle un apellido del norte argentino, especialmente de Salta, para que rápidamente trazara el bosquejo de antepasados, descendientes y líneas familiares con fechas, datos y citas verificables. Esto pude comprobarlo personalmente cuando hablé con él telefónicamente en 2001, algunos meses antes de su muerte, para consultarle sobre datos del doctor Joseph Redhead y otros personajes históricos de la ciencia en la época de Gemes. Para entonces Romero Sosa era un venerable anciano de 85 años de edad, pero mantenía una envidiable lucidez mental. Por una carta que le enviara el padre Furlong Cardiff, advierto que también este gran estudioso lo había consultado por el mismo tema muchos años antes. Lo mismo ocurrió con la consulta que le realicé sobre don Cristian Nelson, un dinamarqués radicado en Salta que fuera amigo de Romero Sosa y recordado por su Museo de Fomento, más tarde reconvertido en el actual Museo de Ciencias Naturales.
Nelson, Romero Sosa, monseñor Vergara, Reyes Gajardo y otros protagonistas, fueron miembros de la Unión Salteña, un grupo de estudiosos y pensadores interesados en la historia y en el progreso social e intelectual de la provincia. La Unión Salteña nació en 1915 y tuvo su apogeo en la década de 1930. Entre los fundadores se encontraban figuras notables como Agustín Usandivaras, Abraham Cornejo, José Eustaquio Alderete, Nolasco F. Cornejo, Daniel Policarpo Romero, Fray Rafael Gobelli, Arturo Torino, entre otros. A su muerte, los archivos de Romero Sosa quedaron intactos, al igual que una voluminosa correspondencia epistolar. Su hijo, el Dr. Carlos María Romero Sosa, comenzó un lento trabajo de exhumación de ese rico epistolario, donde se encuentran cuartillas que el paso de los años ha puesto en valor y hoy son verdaderos tesoros. Producto de ese minucioso trabajo intelectual es su reciente libro "Papeles con mi padre" (Prosa Editores, 186 p., Buenos Aires, 2015), con un prólogo erudito de Gregorio A. Caro Figueroa. Allí aparecen intercambios epistolares con Alfonso Reyes, Jorge Luis Borges, Diego Abad de Santillán, Manuel Mujica Láinez, Ricardo Jaimes Freyre, Pedro Enríquez Ureña, Juan Carlos Dávalos, Salvador Mazza, Miguel Herrera Figueroa, Augusto Raúl Cortazar, Alfredo Palacios, Manuel Gálvez, todos ellos figuras de alto peso específico. A los que se suman, en idéntico sentido, Macedonio Fernández, Benjamín Villafañe, Rafael Alberto Arrieta, Ricardo Rojas, Carlos Ibarguren, Ricardo Levene, Roberto Levillier, Enrique de Gandía, José Torre Revello, Benito Quinquela Martín, y una pléyade de nombres que enriquecieron el acervo cultural argentino del siglo XX. En una veintena de capítulos se desgrana parte del rico anecdotario histórico y epistolar que jalona la experiencia vital de Romero Sosa. Un libro necesario y recomendable, donde el lector atento encontrará datos valiosos e insospechados.