¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
14°
10 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Victor Claros: "Nadie podrá decir que en mi gestión hubo corrupción o falta de transparencia"

Domingo, 10 de abril de 2016 01:30
Víctor Claros, rector de la Universidad Nacional de Salta. Andrés Mansilla
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla
En mayo se cumplirán seis años de Víctor Claros como rector de la Universidad Nacional de Salta. Fue vendedor de diarios, cadete, empleado bancario, futbolista y basquetbolista antes de transformarse en contador público a los 24 años y comenzar una carrera que lo posicionó como decano y luego como máxima autoridad académica. Determinado a seguir dentro de estos ámbitos, Claros se postulará en las elecciones del próximo 15 abril, para ocupar el decanato de Ciencias Económicas, la facultad que lo vio crecer en sus duros años de estudiante de escasos recursos. En diálogo con El Tribuno y a punto de dejar su mandato, confirmó la llegada del presidente Mauricio Macri a la sede en Santa Victoria Este, donde participará de la colación de grado de cinco enfermeros aborígenes, un verdadero fenómeno social en una región afectada por la pobreza y el déficit en salud y educación.

¿Qué es lo que ha cambiado en la UNSa desde que usted asumió?
Llegamos en mayo de 2010 y al comienzo, con el título de contador, nos relacionaban con la frialdad de los números y nos tildaban de neoliberales. Nos cayó la AFIP a las pocas semanas. Había una deuda de 10 años de aportes de 40 millones de pesos. Con los intereses, esa deuda se iba a 70 millones y luego con un plan de pago llegamos a $100 millones. A ese plan logramos financiarlo hasta 2029. En otros aspectos normalizamos la entrega de títulos; antes los jóvenes debían esperar hasta 4 años para recibirlo. Hoy tienen su certificado en 120 días. Normalizar la organización y poner en práctica políticas inclusivas son algunas de las cosas que marcan notablemente lo que hicimos.

Usted menciona a la inclusión como un sello de su gestión. ¿Qué le hizo visualizar esa prioridad?
La propia experiencia de vida. Yo viví en conventillos. Eramos 13 hermanos y compartíamos una sola habitación. Me acuerdo que de muy chico vendía el diario en la esquina de Tucumán y Córdoba. Nos fuimos a vivir después cerca de la plaza Alvarado. Allí había que acarrear el agua en baldes. Mi mamá era lavandera y yo le ayudaba a traer el agua. Era una gran luchadora que me indicó el camino. Terminé la primaria en la escuela Zorrilla y después intentaron inscribirme en la escuela Yrigoyen en el turno noche porque teníamos la necesidad de trabajar y sumar para conseguir el sustento. No quisieron recibirme en ese turno porque era muy chico y un familiar me consiguió una media beca en el Colegio Salesiano, donde estudié y trabajé junto a mi tío con los artesanos.
"Los estudiantes aborígenes deben viajar 70 kilómetros para llegar a clases. Los ayudamos con fotocopias y hasta con combustible para la moto".
¿Y cómo accedió a los estudios universitarios?
Salí del secundario y conseguí un trabajo como cadete en una repuestera. Era un buen deportista. Llegué al fútbol de primera en Rivadavia, hoy Club San Martín, e integré el seleccionado salteño de básquet. Conseguí un mejor puesto de trabajo y empecé a estudiar en el Departamento de Estudios Contables, dependiente de la Universidad de Tucumán. Allí conocí a Juan José "Voto" Fernández que era niño cantor de lotería en el Banco de Préstamos. El me dio un contacto y pude entrar a trabajar allí. A la mitad de mi carrera pude trabajar en un banco y tuve tiempo para estudiar. Yo me recibí a los 24 años y con dos años de trabajo profesional pude compararle la casita a mi madre.

Es una historia con final feliz pero no difiere mucho de la realidad de muchos jóvenes...
Antes la vida universitaria te marcaban de una manera más natural la necesidad de estudiar y trabajar. Ahora es más difícil. Los tiempos han cambiado, las dinámicas son distintas y las exigencias son mayores por el propio avance de la ciencia.

Hay estudiantes que no tienen para comer y a usted se lo critica por imponer restricciones para que los chicos accedan al menú universitario. ¿Qué dice al respecto?
Yo no tengo la potestad para decidir quién come o quién no come en la Universidad. Lo que se exige es que el alumno tenga al menos una materia regularizada del año anterior para acceder al menú por cinco pesos. Pero esa es una disposición del Consejo Superior. Aquí en Salta comían 400 jóvenes por día y hoy comen 800 porque aumentamos los turnos. Pedimos otro comedor para mil. Hay 250 chicos que tienen una beca y se les cobra el valor simbólico de un peso, pero ni siquiera pueden con ese monto y los tenemos que exceptuar. Habilitamos en 2012 un comedor en Tartagal y otro para los estudiantes aborígenes de Santa Victoria Este. Aquí en Salta los trabajadores que están muchas horas en la UNSa pueden acceder a un menú por $ 40.

Señala que el comedor es una forma de inclusión pero ese aspecto está dentro del plan de becas...
Sí, pero la mayoría asigna un 13 % de los gastos de funcionamiento a las becas. En mi gestión, yo llevé ese porcentaje al 25 % y no solo para comedor sino también para becas de estudio y formación. El año pasado se destinaron 25 millones de pesos para estas áreas. Hay universidades que nos triplican en presupuesto y no destinan ese porcentaje.
"No podemos hacer sufrir a los jóvenes profesionales que necesitan el título para trabajar. Ahora entregamos los certificado a los 120 días de la colación"
El desafío de la universidad sigue siendo la inserción en la comunidad. ¿Podría dar un ejemplo claro de este tema durante su gestión?
El mismo año que asumimos el rectorado se produjo una situación social muy delicada con suicidios de jóvenes en Rosario de la Frontera. Formamos parte de un comité de crisis por la situación de los suicidios y en menos de cinco meses logramos abrir la sede sur. En 2011, los chicos ya estaban contenidos en un sistema universitario y el año pasado ya tuvimos cuatro egresados en carreras consolidadas. Logramos salvar vidas en Rosario de la Frontera, y eso es importante.

¿El presidente Macri va a participar de una colación de grado?
Sí. Eso está confirmado para la próxima semana. Tengo entendido que en Argentina es la primera vez que un presidente en funciones concurre a una universidad. Macri ya fue a la de Rosario, así que esta visita será la segunda de un mandatario en funciones. Pero antes tuvimos la visita de Evo Morales. Tuve la suerte de que dos presidentes en ejercicio se interesaran por mi gestión.

¿Cuándo será esto?
No puedo decirlo por una cuestión de seguridad presidencial pero será en la sede de Santa Victoria Este, donde cinco estudiantes aborígenes de distintas comunidades se reciben de enfermeros. Todo un evento social que ha provocado, por ejemplo, que los miembros de las comunidades se acerquen a la atención sanitaria a través de sus propios profesionales. Esto tiene un valor incalculable para el desarrollo humano de la zona.

¿Qué será de su futuro?
Hemos trabajado duro por una universidad ordenada y es importante que no se retroceda. Por eso he decidido apoyar la candidatura de Fernández Fernández como rector y yo como candidato a decano de Económicas en donde podré, si así lo quiere la comunidad universitaria, presidir la comisión de Hacienda. Tengo mucha experiencia para aportar. Soy optimista de que la gente reconocerá este trabajo. Pudimos cometer errores, pero de esta gestión nadie podrá decir que faltó transparencia o hubo corrupción.
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD