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Laberintos humanos. Escabeche de vizcacha

Lunes, 30 de enero de 2017 01:30
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Laberintos humanos. Escabeche de vizcacha

Paola Mérides seguía recitando poemas sentada junto a la tola amarilla, y Esteban Mendieta ya se había aburrido y comenzó a bostezar cuando vieron que una vizcacha saltó de peña en peña, como a diez metros, meciendo la cola sin ninguna precaución. Esteban tomó una piedra, entrecerró los ojos y la arrojó con fuerza.

Al mismo tiempo que ella le gritaba que no lo hiciera, la piedra dio en el cráneo de la vizcacha, hiriéndola. ¿Por qué lo hiciste?, le preguntó la moza entre llantos y Esteban Mendieta le respondió que amaba los escabeches, especialmente los de vizcacha. Y mientras el roedor se revolcaba en el suelo, ella le confesó que era presidenta honoraria de la Asociación Protectora de Animales del paraje.

¿Ustedes tienen una Sociedad Protectora de Animales?, le preguntó Esteban a Paola, y ella le dijo que no, pero que su madre pensó que debería haberla, la nombro presidente y desde entonces tramita en vano la personería jurídica. No lo sabía, se disculpó el aspirante a novio cuando ya parecía ser tarde.

Lo nuestro es imposible, decía Paola Mérides mientras le besaba rabiosamente los labios. Entre beso y beso, Esteban Mendieta la pedía perdón, que era lo peor que podía hacer, y así pasaron la noche haciendo más cosas que acá no podemos contar por tratarse de la página dos de un matutino.

Cuando el sol volvió a abrazar la puna con sus cálidas manos, Esteban Mendieta, harto de la reacción de su amada, subió al camión, lo puso en marcha y partió para ya no regresar a descargar las cañas que le habían encargado.

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