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De mi Pue(blo lo mejor). Así urge completar la denominación de la marca perteneciente a la cooperativa vaquereña Diseños de mi pueblo. El grupo de trabajo inició sus actividades hace cuatro años. Vienen ofreciendo dos líneas: una de servicio y otra institucional, y productos propios para el hogar en cuya elaboración combinan las mejores virtudes de los ámbitos industrial, textil y artesanal. Ahora las 15 integrantes de la cooperativa están abocadas a crear su línea de indumentaria femenina. Para ello se inspiraron en la “mujer fuerte, luchadora”. Y, de su presente se desprende, tienen vivencias de sobra para sustanciar este leitmotiv con su savia.
“Queremos representar que para trabajar las mujeres necesitamos unirnos, y ahora más que nunca, que hay que generar conciencia entre tanto femicidio. No queremos que se conozca a Salta por eso, aunque hoy sea una realidad, sino que las mujeres salteñas nos unimos para resolver conflictos y ayudarnos”, comenta María Fernanda Marza (48), presidenta de la cooperativa. Añade que planifican minuciosamente cómo llegar con una colección otoño-invierno 2018 y para ello encararon una labor investigativa, en la que están conectando hilo por hilo una trama que en su acabado restituirá memorias ancestrales.
Viajaron a San Antonio de los Cobres e Iruya para escuchar de boca de las pastoras e hilanderas esos secretos que ellas guardan sigilosamente, pero susurran con sinceridad cuando los solicitan los corazones bienintencionados. Las chicas también estudian historia incaica porque quieren que su ropa femenina identifique a la mujer norteña. Se están empeñando en diseñar una marca indeleble que no deje espacio para que el cliente dude de que pertenece a “De mi pue”.
“Estamos en la búsqueda. Ya hemos presentado los bocetos y en la próxima asamblea que hagamos tenemos que decidir los materiales para la temporada otoño-invierno. Vamos a representar a la mujer salteña, esa mujer que cuando se para dice: ‘Acá está Salta, presente’”, define María Fernanda.
El camino del cooperativismo no es una senda hecha a la medida de todos, por más buenas voluntades que medien. Por ello de las 30 iniciales, Diseños de mi pueblo quedó con un “elenco” de 15 personas. “Cuando no sabés manejar una línea de producción, cuando no comprendés los principios y los valores que conlleva el cooperativismo, entonces es complicado. Ser cooperativista es casi una forma de vida. Nadie nos enseña a ser solidarios, a dar y recibir. Desde la educación somos muy competitivos porque nos enseñaron a ser individualistas”, expresa María Fernanda. Agrega que muchas cooperativas surgieron en Vaqueros durante el mismo periodo, beneficiadas por planes y líneas de financiamiento y capacitación nacionales, provinciales y municipales. “Creo que todos somos una consecuencia de un asentamiento. Primero, fuimos personas que nos levantamos en el pueblo para obtener un pedazo de tierra en el lugar. Luego dijimos: ‘A ver cómo vamos a pagar este terreno’ y la necesidad surgió de organizarse en algo productivo. Vino la propuesta de armar cooperativas, y aunque no la entendíamos muy bien la vimos como una oportunidad y nos sumamos”, relata. Y si bien se complementaban en dedicación porque unas entendían de bordado, otras de costura y otras de textil debieron imbuirse de cuatro áreas: administrativa, jurídica, compras y marketing, y de la mano de instituciones como el INTI, Derechos Humanos y Economía Social empezaron a desarrollarse. Durante el camino descubrieron nuevos talentos y capacidades, completaron la primaria y la secundaria e incluso iniciaron estudios terciarios. Terminamos de cursar la primaria, el secundario, y ahora muchas estudian en terciarios. “Sentimos que a la par de la oportunidad que nos dieron teníamos que poner gran parte nosotras también. Esa fue un poco la valentía que hubo en cada una de mis socias y continuamos aprendiendo porque no se para nunca. Este es un rubro muy competitivo”, manifiesta. Al igual que otros microemprendimientos Diseños de mi Pueblo quiere mantener un delicado equilibrio: el de manejar un producto totalmente artesanal y que sea accesible para el consumidor promedio. Y mientras transitan esa vía sienten que “Vaqueros ha crecido de golpe porque aprendimos a construir y convivir con el otro”.