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El misterio insondable 

Viernes, 22 de diciembre de 2017 20:14
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La fe solo nacerá en el alma de algunos, pero que entender el mensaje de Cristo nada mas que en sus 10 mandamientos es iniciar a los niños de las mejores reglas para una convivencia en paz, impregnada de solidaridad -amarás a tu prójimo como a ti mismo-.
Entiendo plenamente que alguien no quiera hablar en su casa de religión, está en su derecho, lo que no puedo entender es la agresión a cualquier confesión. Quien crea que crea, y quien no que no, pero nada da derecho a agredir, como vemos últimamente, a las Iglesias por ejemplo. La posición que me resulta difícil de entender es la de quienes no teniendo fe, agreden la fe de otros y esto es muy preocupante como grieta incipiente que debemos evitar. 
En las últimas disputas legales sobre Educación Religiosa en los colegios, las declaraciones de los abogados y dirigentes fueron de una beligerancia que quienes practicamos alguna fe no merecemos. 
No necesitan amarnos pero tampoco odiarnos. Deberían asumir su posición con absoluto respeto de quienes somos creyentes. Quedó manifiestamente expuesto que no les interesaba que se enseñara otras religiones sino que se eliminara la enseñanza cristiana.
Y, eso si, reclamo no la educación o fe obligatoria, sino el respeto de unos a otros y la convivencia pacífica de distintas creencias o concepciones. 
Cuando movimientos reivindicatorios agreden y pintan iglesias solo se puede deducir que son incapaces de respetar el pensamiento o creencias de otros. Quien se opone a una idea, a un proyecto o a una nueva visión sobre la moral, la sexualidad o las razas, está en todo su derecho; a lo que no tiene derecho es a agredir a quien los postula, y esa es la diferencia que signa la paz o la discordia en la cotidianidad. 
Imponer un dogma, una creencia o un mito laico es autoritarismo y es un engendro de intolerancia.
 

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