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El principio de acción y reacción de la física clásica aporta muy lejos de la física una contribución para entender cual es el móvil de las acciones de nuestros gobiernos. Las acciones son siempre reacción y como tales respuestas o parches, nunca son acciones siempre reacciones, son decisiones que se toman bajo presión y urgencia, rarísima vez son fruto de una planificación anticipada a los sucesos.
Los grandes temas se instalan en nuestro congreso como consecuencia de sucesos, en general no deseados, que obligan al político a legislar en las peores condiciones de presión social, urgencia y exteriorizaciones en muchos casos intimidatorias hacia el legislador. Nos hemos acostumbrado, pero esta mal.
Otro tanto pasa con el Ejecutivo. Hicieron falta 51 muertos y 702 heridos para que se investigaran las concesiones ferroviarias, que murieran 42 gendarmes por el reventón de un neumático delantero, para que se pusiera el acento en las condiciones de los vehículos militares de transporte de personal y ahora, el precio ha sido el de 44 tripulantes en un submarino que había sido preparado para varios años más de inmersión, pero tuvo un desperfecto fatal para esos hombres que hasta hoy están sepultados, como mártires bajo el océano.
No podemos seguir confundiendo la causalidad de nuestra falta de planificación, de mantenimientos o reposición por la que se produce un siniestro, porque los trenes estaban sin mantenimiento, porque las cubiertas del colectivo estaban mal recapadas y porque el submarino no fue bien mantenido, con la casualidad o la fatalidad por la que se produce un siniestro.
Ahora estamos proponiendo remover los jefes de la Armada, estudiar el rol y el presupuesto de las tres armas. Como siempre después del disparador que se llamó 44 vidas. No es el fin de esta columna determinar culpables o responsables, que sin duda los habrá, es en cambio establecer la necesidad de que nuestras dirigencias asuman que un aspecto esencial de gobernar es planificar y para eso deben llegar al poder munidos de planes y proyectos que les permitan durante su gestión no improvisar, seguir en cambio una directriz integral que dé contenido y metas ciertas y previsibles a su gobierno. En resumen ir delante de los acontecimientos no detrás. Aunque parezca increíble, en nuestra provincia la oficina de planificación no tiene un rol significativo en la gestión efectiva y hasta no hace mucho tiempo no existía.