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La cantidad de personas diabéticas aumenta de manera considerable y muchos no toman las medidas preventivas adecuadas.
Por eso en Rosario de la Frontera, un equipo de profesionales trabaja sobre esta patología que, según los datos estadísticos de la zona, afecta a unas mil personas.
La médica especialista Liliana Gamietea, referente en la materia en la Ciudad Termal, dialogó con El Tribuno y subrayó la importancia que, además de los tratamientos, tiene el entorno familiar.
"Los jueves son exclusivamente para diabéticos. Atendemos aproximadamente a 30 pacientes a los cuales se les hace un seguimiento y tienen una historia clínica que reflejan sus laboratorios, medicación, peso, entre otros detalles. Tratamos de inculcarles la importancia de la buena alimentación y para ello es imprescindible la ayuda de los más cercanos para que colaboren, por ejemplo, con la eliminación de las gaseosas, azúcares, golosinas y pan. Ayudarlo con eso es respetar al enfermo, ya que de otra manera se hace más complicado", expresó.
Si bien el centro de salud está ubicado en la zona norte de la ciudad, concurren vecinos de diferentes barrios e inclusive de los más alejados, como el Ramón Abdala, Santa Teresita, Villa Beba y Perón.
En el servicio atienden dos médicas y una nutricionista haciendo un abordaje complementario.
"Realizamos talleres los mismos días de atención para que los pacientes pueden interactuar entre ellos y sacarse dudas. Tratamos siempre de hablarles y concientizarlos de que es una enfermedad crónica, que no tiene cura, y que tenemos todas las herramientas para que puedan llevar una vida dentro de los parámetros normales. Desde que se creó el programa de diabetes no nos falta la medicación y quien diga lo contrariamente. Cuando empezamos con el programa teníamos 60 en el padrón. Hoy hemos pasado los 400 sin obra social y otros tantos con cobertura social. Y seguro habrá muchos sin saberlo", subrayó Gamietea.
Taller de alimentación
Por su parte, la nutricionista Gisella Suárez, quien forma parte del equipo de especialistas que abordan la problemática en el centro de salud brinda talleres sobre la forma correcta de alimentarse, porciones adecuadas, horarios, mitos y los peligros.
"Un paciente diabético tiene que tener restricciones en hidratos de carbono simples, como la miel y azúcares. Hay una vieja creencia de que no pueden comer pastas, papas ni pan, pero todo en la justa medida se puede. Enseñamos técnicas de cocción de alimentos para que el cambio no sea traumático, pero si con recaudos. Deberíamos cambiar la cultura también porque no puede ser que un niño desayune papas fritas con gaseosas. Eso está muy mal y a la larga puede tener consecuencias muy graves, más aún si es propenso a la obesidad", recalcó.