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Colosos tras el liderazgo tecnológico

Jueves, 25 de enero de 2018 00:00
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No conforme con convertirse en la primera potencia económica, China pretende disputar a Estados Unidos el liderazgo tecnológico, que por su inevitable incidencia en el plano militar, es la llave de la supremacía mundial en el siglo XXI.

El resultado de esa competencia, que se libra en los laboratorios y en las empresas más que en la arena política, será la clave de la redistribución del poder planetario de las próximas décadas.

Entre los objetivos planteados por el XIX Congreso del Partido Comunista Chino, celebrado en noviembre de 2017, está el compromiso de que la economía asiática sea "completamente inteligente" en 2030.

China inteligente

No se trata de simple retórica. La consultora Goldman Sachs consigna que en China ya existen unas 700 empresas de inteligencia artificial, que en el último año registraron 16.000 patentes. En ese rubro, China ya constituye el segundo ecosistema, detrás de Estados Unidos.

Población mediante, China es ya de lejos el principal mercado en el mundo de Internet, con una cifra de 780 millones de usuarios. 695 millones de chinos utilizan teléfonos inteligentes. En Estados Unidos, los usuarios de Internet móvil son 262 millones. Un rasgo demográfico distintivo de los usuarios chinos es que los nativos digitales (menores de 25 años), que son los que marcan las tendencias del futuro, son 282 millones, contra 75 millones en Estados Unidos.

Un informe de la consultora McKinsey señala que los pagos realizados por ciudadanos chinos a través de celulares ascienden a 790.000 millones de dólares, once veces más que los que se hacen en Estados Unidos.

El grado de penetración del comercio electrónico ascendía en 2013 al 25% de los usuarios de Internet y en 2016 al 68%. En el último "Día de los Enamorados", se distribuyeron en China unos 100 millones de paquetes de regalos, que en promedio tardaron tres días y medio en llegar a destino. A escala global, las transacciones en China por "e-commerce" en 2005 eran el 1% del total mundial y en 2016 treparon al 42,5%, un porcentaje que excede la suma de las ventas por ese medio de Estados Unidos, Alemania, Francia, Japón y Gran Bretaña.

Semejante mercado interno en constante expansión ayuda a explicar que China sea la cuna de más de un tercio de los 263 unicornios (empresas de base digital valuadas en más de 1.000 millones de dólares) que existen en el mundo. Alibaba (segundo sitio de comercio electrónico del mundo, después de Amazon), Tencent (productora de servicios de Internet) y Baidou (el Google chino") son el trípode impulsor de este boom digital. En conjunto, su valuación accionaria ronda los 900.000 millones de dólares. Financian el 42% del capital de riesgo destinado a las "startups" (nuevas pequeñas empresas digitales) de alta tecnología y en 2017 fueron responsables de 32 adquisiciones de compañías "hight tech" (alta tecnología) fuera de China, la mayoría de ellas en Estados Unidos.

Contraataque de Trump

A pesar de estos fenomenales progresos de China, Estados Unidos sigue llevando la delantera en aquellas tecnologías que constituyen el núcleo de la llamada "cuarta revolución industrial": la inteligencia artificial, la "Big Data", la Internet de las Cosas (conexión directa entre aparatos) y la robotización.

La diferencia más importante estriba en su mayor capacidad de inversión en investigación y desarrollo.

Las cinco plataformas de supercomputación de Estados Unidos (Apple, Google, Microsoft, Amazon y Facebook) aumentan sus cifras de inversión desde 2009 a un ritmo del 11% anual acumulativo. En su conjunto, Apple, Google y Microsoft dispusieron en 2017 de 464.000 millones de dólares para invertir. Sólo Apple dispuso a tal efecto de 241.000 millones. Amazon, por su parte, invierte la totalidad de sus ganancias, y aún más, como lo revela su constante endeudamiento de 10.000 millones de dólares anuales desde 2009.

Durante el último trimestre de 2017, la cotización promedio de Apple fue de 900,000 millones de dólares, un 155% mayor que en ese mismo período de 2016. En relación a la década pasada, el aumento fue del 1.000%. En los próximos cinco años, la empresa invertirá 50.000 millones de dólares en colegios terciarios ("community colleges") en Texas y otros estados para formar una fuerza de trabajo manufacturera de alto nivel de calificación, capaz de desempeñarse en las nuevas industrias del futuro.

Formación profesional en rojo

Importa subrayar que la Asociación Manufacturera Norteamericana estima que en Estados Unidos hay alrededor de cuatro millones de empleos industriales que no han sido cubiertos por carencia de un mercado de trabajadores con suficiente calificación. Esta restricción estructural constituye un cuello de botella que tiende a agravarse. Más allá de la excelencia de sus universidades, entre las que se encuentran las diez mejores del mundo, la educación estadounidense está lejos de adecuarse a los niveles de exigencia que plantearán los adelantos tecnológicos que se avecinan.

Este desfasaje entre la demanda y la oferta de trabajo, que adelanta un desafío de carácter mundial, se verá acrecentado por el giro copernicano en la economía norteamericana que supone la reciente reforma impositiva promovida por el gobierno de Donald Trump, que al reducir drásticamente el impuesto a las ganancias sobre las empresas estadounidenses provocará una masiva repatriación de capitales de las corporaciones multinacionales, que incluyen por supuesto a las firmas de alta tecnología.

Apple va a repatriar más del 80% de los 241.000 millones de dólares que tiene en el exterior con el pago del 14,5% establecido por el nuevo régimen fiscal. Prevé destinar esa gigantesca suma a la promoción de empresas manufactureras de alta tecnología, capaces de convertirse en proveedoras de sus equipos en Estados Unidos, sustituyendo a la tarea que realizan sus contratistas en China.

La complejidad de este escenario se multiplica porque China, erigida en la primera fuente de inversión extranjera directa, por encima de Estados Unidos, está decidida a invertir masivamente en la economía norteamericana para aprovechar también los beneficios fiscales promovidos por Trump. Existen numerosas firmas chinas radicadas en Silicon Valley, la Meca de la tecnología informática mundial.

Los norteamericanos temen que esa previsible penetración de los capitales chinos en las empresas estadounidenses de alta tecnología posibilite al coloso amarillo la captura de conocimientos que ayude a sus compañías (siempre estrechamente ligadas al Estado), a inclinar a su favor la balanza en esta competencia por el liderazgo. Esa prevención inspiró el veto de Washington al acuerdo en ciernes entre el gigante de las telecomunicaciones AT&T y Huawei, la tercera fabricante mundial de teléfonos celulares.

 

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