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28 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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De vender panchos en un carrito a tener una cadena de fiambrerías y un premio nacional

Omar Exeni tiene 28 años recién cumplidos y muchas ganas de seguir creciendo para ayudar a otros.
Domingo, 04 de noviembre de 2018 00:50
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Con un aspecto impecable y un porte seguro, Omar Exeni (28) se acercó a El Tribuno para contar su historia, que -aseguró- no tiene nada de especial. “La suerte es cuando se gana el Quini 6. Acá no hay suerte, hay esfuerzo. Es sentarse y laburar”, aseguró el joven. 

A los 18 años de edad, Omar dejó de estudiar Marketing porque su papá tuvo un problema económico y no pudo seguir pagando la universidad. Entonces, con una inversión de 1.500 pesos, puso un carrito para vender panchos en Ituzaingó y Urquiza, pleno centro de la ciudad de Salta. 

Cada día, cerca de las 11, compraba un paquete de salchichas por 10 pesos e iba a su puesto. Cuando vendía los 12 panchos, ganaba 20 pesos. Entonces, cerraba el carro y volvía a comprar otro paquete. Al cabo de siete meses, compró una confitería que estaba al frente y comenzó a vender, además de panchos, helados, hamburguesas y patinesas.

A los 19, vendió la confitería y compró la primera fiambrería, en San Martín e Ituzaingó. Empezó a trabajar desde las 7 hasta las 23. Dos años después, compró el segundo local y empezó a trabajar todavía más. Luego, abrió la tercera fiambrería, en Cofruthos. Entonces, dormía en el local más céntrico, para levantarse a las 5.15 y llegar temprano al mercado. Durante los años siguientes llegó a tener seis sucursales. 

Hace tres años, empresarios de los Emiratos Árabes lo conocieron y se sorprendieron de que tuviera 25 años y fuera tan emprendedor y exitoso. Lo invitaron a Dubái y le ofrecieron que se quedara allí para importar mercadería de la Argentina. Sin embargo, justo en ese momento Omar fue papá y decidió “hacer las cosas bien” y quedarse en Salta para criar a su hijo.

Ahora, tiene ocho sucursales en las que trabajan alrededor de 60 personas y se venden más de dos mil productos, que trae desde fábricas de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires.

En 2017, Omar fue seleccionado como el mejor empresario de la Argentina en la categoría logros comerciales de JCI Toyp, el programa Diez Jóvenes Sobresalientes de la Cámara Joven Internacional. Su amigo Juan Manuel Chalabe lo postuló en el concurso. 

El último tiempo, el joven se convirtió en el líder de un grupo de unos 100 propietarios y propietarias de pequeñas y medianas empresas (pyme), que se juntaron para pedir al Estado que, en este contexto de crisis, les facilitara las cosas a los emprendedores. 

Omar comenzó solo, de a poco y con mucho esfuerzo. Ahora quiere abrir franquicias en Jujuy, en Tucumán y en Bolivia. Él cree que aún le falta mucho por hacer y que no va ni por el cinco por ciento de lo que quiere ser. 

Ganas de ayudar

Omar tiene una sensibilidad especial por quienes viven en condiciones de vulnerabilidad. Por eso, siempre dona mercadería en algún barrio de la ciudad. “Hay gente que no conoce el yogur”, comentó con pena. “No me importa ser millonario. Me encantaría ayudar a la gente porque hoy nadie le da una mano”, aseveró.

Al joven también le gusta asesorar a las personas que quieren invertir en negocios e incluso apoyó con dinero a sus amigos que quisieron hacerlo: “A mí me encanta que la gente crezca, me fascina. Cuando a uno le va bien, le gusta que a sus amigos o que a otra gente le vaya bien... pero no mejor”.

Su sueño es crear una fundación para motivar e impulsar a la gente que quiera ser emprendedora: “Es lindo emprender porque nunca se está bien. Siempre hay algo que va mal y dan ganas de seguir y seguir y seguir. Nunca voy a decir: ‘Bueno, ya está’. Uno nunca tiene la vaca atada, jamás. En este país, hay que laburar todos los días. Invertir acá, invertir allá: los huevos en diferentes canastas”.

Sensación de abundancia

Omar se dio cuenta de que la gente quiere entrar a un negocio cuando hay mucha mercadería. Por eso, se empecinó en que siempre sus negocios estuvieran abarrotados de productos o, al menos, de cajas, por todos lados. “Yo voy en contra de los supermercados. Tengo todas las cajas amontonadas, no en estantes”, contó sobre su estrategia de venta. 

“En Salta, la gente ve las cosas amontonadas con un buen cartel y piensa ‘hay precio’. En cambio, cuando ven algo lujoso, piensa que es caro”, analizó.

Ayudar a las pymes para superar la crisis

Omar quiere que las autoridades los escuchen y que les den una mano. 

La crisis que sufre la Argentina afecta a la mayor parte de la sociedad y a las pymes también. Ante esta adversidad, Omar decidió reunir a unos 100 empresarios para pedir a los distintos niveles de Gobierno que los escuchen. “Damos el 80 por ciento del trabajo en todo el país y no nos dan una”, lamentó. 

En las últimas semanas, se reunió con autoridades de la Municipalidad y de la Provincia para explicarles la situación que atraviesan: “No tenemos una a favor”. Contó que la mayoría de los empresarios tiene problemas con la AFIP, con Rentas, con los ministerios de Trabajo, con las manifestaciones, con los paros y con los juicios que enfrentan. “Es una carga muy complicada la que tenemos”, afirmó.

“Ha sido un año muy complejo para todos. Recién está queriendo mejorar un poquito pero han pasado dos años terroríficos”, confesó.

Cada semana, Omar habla con unos 20 empresarios y todos le comentan que venden lo mismo que el año pasado en cantidad de dinero pero un 40 por ciento menos en cantidad de productos. 

“De luz, hace dos años, pagaba 12 mil; hoy pago 120 mil pesos. De alquiler pagaba 200 mil; ahora, 300 mil. Gano cada vez menos y cada vez me sacan más. Si quiero pedir un crédito, me dan uno con 120 por ciento de interés. ¿Cómo se hace? Es imposible”, analizó. Omar tenía planeado abrir tres sucursales este año pero no lo hizo: “Nadie quiere poner un negocio porque le da miedo. Está pésimo eso”.

El joven criticó la actuación de la Cámara de Comercio e Industria de la Provincia de Salta: “Nunca hizo nada, nada. Cuando aumentó Rentas del 3 al 3,6 por ciento, nunca dieron bola. Del 3,6 al 5 por ciento, nunca dieron bola. De lo que vendemos, tenemos que pagar el cinco por ciento”.

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