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Los argentinos estamos llegando a 2019 en medio de una economía en crisis profunda. En este año que termina hemos vivido acontecimientos de alto impacto, en otros órdenes, pero la realidad cotidiana de las economías domésticas es agobiante. La inflación cercana al 50% supera todos los incrementos salariales y deteriora mes a mes el poder adquisitivo de las familias. Y despedimos 2018 con el anuncio de un tarifazo impagable para muchos hoga res.
Para nuestra provincia, y para el Norte en general, muchas expectativas se han visto frustradas. El compromiso de corregir el centralismo histórico y favorecer el desarrollo regional no se han cumplido. El proyecto de alentar la inversión privada y la obra pública, dentro del Plan Belgrano y de incorporar al Norte al objetivo agroindustrial y exportados bautizado el "supermercado del mundo", no superaron el plano de la retórica.
A nivel nacional, la prestigiosa Universidad Católica Argentina advierte que más de un millón y medio de niños y jóvenes pasa hambre, en el país de los alimentos. Al mismo tiempo, la estadística oficial reconoce que, debido a la recesión, en el último año se han perdido 120.000 empleos en blanco. Para ponderar la magnitud de ese dato, es imprescindible advertir que a un desempleo urbano cercano al 10%, se debe agregar más del 30% de empleo en negro, también en los grandes conglomerados, y una cifra no cuantificada de trabajo precario y familias dependientes de la economía de subsistencia en las áreas rurales del país.
Las inquietudes electorales del gobierno, y también de la oposición, no contribuyen a mejorar el escenario. Los objetivos comprometidos con el Fondo Monetario Internacional, de llegar al "déficit cero", frenar la inflación y congelar el dólar son al mismo tiempo la muestra del fracaso por obtener financiamiento genuino y la persistencia en tratar de crear un clima artificialmente estable para llegar con alguna posibilidad de reelección de Mauricio Macri a los comicios de octubre.
Pero esas metas impuestas a la política fiscal y monetaria solo garantizan la prolongación de la recesión.
El gobierno de Cambiemos, encerrado en sus limitaciones, prejuicios y temores, no logró superar los problemas heredados en 2015, que son profundos y cuyos orígenes se remontan, al menos, a cuatro décadas atrás. El déficit fiscal es un verdadero cepo, que alimenta minuto a minuto la presión tributaria y desalienta sistemáticamente la inversión.
Entre 2001 y 2018, el gasto público trepó desde algo más del 20% del PBI a más del 40%. Actualmente se ubica en el 36%, al igual que Brasil pero por encima de los otros países vecinos. Esa proporción se corresponde con las socialdemocracias europeas, con la diferencia de que en esos países el PBI per capita duplica al nuestro. En el mismo período, según el economista Orlando Ferreres, los empleados estatales (nacionales, provinciales y municipales) los jubilados y pensionados, y los beneficiarios de prestaciones sociales, es decir, el número de personas que cobra del Estado, pasó de 7.639.708 en 2002, a 17.098.729 en 2015, y a 19.075.211, en 2018. En 2002 se registraban 2.184.637 empleados públicos; en 2015, 3.532.248 y en 2018, 3.645.579.
Las causas de la crisis social, arrastradas por décadas, no se modificaron durante el gobierno actual. Más bien, se profundizaron.
La vorágine del dólar, el recurso desesperado al auxilio del FMI, el aumento de la deuda externa en US$ 300 mil millones y la inflación galopante son síntomas que desde hace varias generaciones se convierten en pesadilla para los argentinos. Ya no hay posibilidad, para este ni para ningún gobierno, de seguir echando culpas a la "pesada herencia".
Se acabaron también las opciones para la "política espectáculo".
En 2019, la única alternativa positiva para resolver la crisis social y recuperar la calidad de vida de la gente consiste en definir objetivos precisos en materia de desarrollo, elegir la actividad productiva más adecuada para la Argentina en el siglo XXI y consensuar condiciones perdurables en el tiempo para convertir al desarrollo humano en política de Estado.