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¿Una internacional populista?

Miércoles, 21 de marzo de 2018 00:00
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Con el éxito arrollador del Movimiento 5 Estrellas (M5E), liderado por el excómico Beppe Grillo, en las elecciones italianas, acompañado por el simultáneo crecimiento de la derechista y xenófoba Liga del Norte encabezada por Mateo Salvini, una fuerza política estigmatizada como "populista" está a punto de gobernar la quinta economía de Occidente.

Si bien nadie está aún en condiciones de pronosticar la forma definitiva que adquirirá la próxima coalición de gobierno, que exige una mayoría parlamentaria harto compleja, los "grillinos" se aprestan a dejar el bando de la protesta antisistema para traspasar las puertas del poder.

Aunque ciertos analistas destacan que Grillo encarna una variante moderada de "populismo de centro", con ciertos rasgos diferentes al resto de sus congéneres europeos (algunos han llegado a encontrarle semejanzas con el peronismo), su triunfo implica un terremoto de imprevisibles derivaciones.

La derecha alternativa

Steve Bannon, el estratega de la "derecha alternativa" que acompañó el ascenso de Donald Trump, se hizo presente en Roma para saludar a los vencedores y anunciar su intención de promover la constitución de una "internacional populista". Fue una retribución de atenciones: en noviembre de 2016, Grillo fue uno de los pocos dirigentes europeos que se atrevió a celebrar el triunfo de Trump.

Bannon realizó un periplo europeo para dialogar con líderes de la "derecha alternativa", en una agenda que incluyó desde el Frente Nacional francés liderado por Marine Le Pen hasta la Alternativa para una Nueva Alemania, incluyendo al UKIP, el grupo nacionalista británico que propició el Brexit.

En Suiza, rindió homenaje a Christoph Blocher, el dirigente nacionalista promotor del referéndum que en 1992 vetó el ingreso de su país a la Unión Europea.

Bannon derramó triunfalismo entre sus interlocutores. "La historia está de nuestro lado y nos llevará de victoria en victoria", proclamó en un acto del Frente Nacional en Lille, el norte de Francia.

Anunció su propósito de crear "la infraestructura para un movimiento populista mundial". A tal fin, destacó la importancia estratégica de las nuevas tecnologías y enfatizó la necesidad de utilizar los medios de comunicación alternativos, tal cual lo reveló su experiencia con "Breitbart", un sitio de internet que cumplió un rol estelar en la corriente que catapultó a Trump a la Casa Blanca, pese a la campaña negativa de los grandes medios de comunicación contra el candidato republicano.

James Dowson, un discípulo británico de Bannon, editor de Patriot New Agency, portal de noticias que desempeñó un papel descollante en la campaña del Brexit, subraya que "después de cuarenta años que la derecha no tenía voz, nos vimos forzados a convertirnos en increíblemente idóneos en medios alternativos". En su gira, Bannon anunció que "estos sitios de información nacionalistas-populistas aparecerán por todas partes el año próximo".

Identidad y globalización

Este empleo intensivo de internet como medio de comunicación se ha transformado en un instrumento eficaz para canalizar un fenómeno de época: el creciente descreimiento colectivo en los partidos políticos. La simbología y la metodología tradicional del populismo, encarnadas por las grandes concentraciones populares que marcaban el contacto directo entre un líder carismático y sus seguidores, es sustituida por la tecnología digital. La proximidad física es reemplazada por el contacto virtual. El líder está a tiro de "WhatsApp".

El origen del M5E fue un blog personal de Grillo, quien en 2007 convocó por ese medio a una movilización popular contra la asunción al Parlamento de políticos condenados judicialmente. El MSE postula incluso la implantación de mecanismos de "democracia directa", a través del "voto digital". Desde su nacimiento en 2009, Grillo maneja su movimiento sin intermediarios a través de ese "blog". Trump llevó esa tendencia hasta el paroxismo: Rex Tillerson, su exsecretario de Estado, se notificó de su desplazamiento por Twitter.

Pero esa dimensión tecnológica no explica la singularidad de un fenómeno con hondas raíces estructurales. Este "nuevo populismo", con un perfil ideológico de derecha y un fuerte componente xenófobo y racista, tiene su origen en la reacción nacionalista experimentada en las naciones desarrolladas ante mutación operada en el escenario mundial, signado en los últimos años por el ascenso económico de los países emergentes, en especial lugar los asiáticos, encabezados por China. Este giro copernicano en la geografía económica mundial impulsó una novedad que desconcertó a los expertos: las protestas contra los efectos de la globalización, que en la década del 90 eran un tópico favorito de las izquierdas y los nacionalismos de los países del otrora llamado Tercer Mundo, en particular América Latina y África, tienen ahora su epicentro en Europa Occidental y los Estados Unidos y son capitalizadas por sectores de derecha, que expresan la insatisfacción de sus sociedades. El epicentro del movimiento antiglobalización se ha desplazado desde el mundo periférico al Primer Mundo.

Las nuevas simplificaciones

Más que a los argumentos racionales, este "nuevo populismo" apela a los sentimientos y a las emociones. En esa simplificación, identifica las causas de los males sociales con los efectos de la globalización: el traslado de las fábricas hacia los países con menores costos laborales y, a la inversa, la masiva migración poblacional hacia los países que pagan mejores salarios y tienen mejores condiciones de vida (desde África a Europa o desde México a EEUU), con el consiguiente desplazamiento de la mano de obra local y el desdibujamiento de la identidad cultural de las sociedades desarrolladas. El conflicto entre globalización e identidad cultural recorre el Primer Mundo. En un artículo publicado en The New York Times, titulado "Fragilidad blanca y zozobra", Amanda Taub habla de la "crisis de la blancura". Recalca que el color de la piel es la primera señal distintiva de la identidad. Hoy, por primera vez en quinientos años, el hombre blanco siente amenazado su predominio.

En su clásico ensayo sobre "El choque de civilizaciones", Samuel Huntington ya había advertido que "mientras en Europa el problema inmediato se lo plantean los musulmanes, en Estados Unidos son los mexicanos".

Bannon no está equivocado. La prédica antimigratoria que une a Grillo en Italia con Trump en EEUU, así como las tendencias proteccionistas expresadas en sus respectivas críticas contra la Unión Europea o el Nafta, sintetizan con brutalidad un desafío profundo y todavía sin respuesta. Más que indignarse, corresponde pensar. Como decía Baruch Spinoza, un célebre filósofo judío del siglo XVII, "ni reír ni llorar: comprender".

 

 

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