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3 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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El padre Pío, un hombre de Dios

Sabado, 12 de mayo de 2018 00:00
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Entre el 19 y 26 de abril de 2018 visitó nuestro país una importante reliquia, traída por frailes capuchinos desde las alturas del monte Gargano, en el sur de Italia.

Nos referimos al corazón del padre Pío de Pietrelcina, uno de los santos más venerados actualmente en la Iglesia Católica. Decenas de miles de personas se acercaron a la Catedral de Buenos Aires para manifestar su devoción.

La reliquia fue también expuesta en la iglesia de La Piedad, Nuestra Señora de Pompeya, la Catedral de La Plata y el santuario de Nuestra Señora de Luján.

Semanas antes, el papa Francisco había viajado a la aldea italiana de Pietrelcina con motivo de la conmemoración de los primeros cien años desde que el padre Pío recibiera los estigmas pasionarios. La cercana presencia del "estigmatizado del Gargano" en las pampas argentinas nos invita a conocer más acerca de esta extraordinaria figura.

Su historia

Francisco Forgione nació en 1887 en Pietrelcina, una pequeña localidad rural de la región de Campania. Hijo de Grazio María Forgione y María Giussepa di Nunzio, fue bautizado Francisco en honor al santo de Asís. Durante su infancia, Francisco colaboró con sus padres en las tareas rurales, demostrando tempranamente su inclinación por la vida religiosa y el sacerdocio. Su padre decidió emigrar a América para ganar mayor sustento y poder así pagar los estudios de su hijo.

En su adolescencia, Francisco optó por seguir su vocación religiosa en el marco de la rama Capuchina de la Orden Franciscana, ingresando como novicio en el convento de Morcone. Durante su juventud dio pruebas de su férrea dedicación a la espiritualidad contemplativa, soportando estoicamente los ayunos y privaciones característicos de la vida monástica, a pesar de su contextura frágil y delicada salud, que le valieron el ser dado de baja de la conscripción militar durante la Primera Guerra Mundial.

En razón de sus múltiples dolencias, las cuales tendían a empeorar cuando estaba enclaustrado, el padre Pío llegó a vivir seis años en su pueblo natal, tras haber sido consagrado como sacerdote. La ardiente espiritualidad juvenil de este fraile quedó plasmada en pensamientos de hondo contenido místico que volcaba en las cartas que enviaba a su director espiritual. Describía su propio corazón con la metáfora de "un volcán eternamente encendido".

En 1916 fue enviado al convento de San Giovanni Rotondo, en las faldas del monte Gargano. Dos años después, tras una visión ocurrida en el coro de la iglesia de Santa María de las Gracias, recibió estigmas en manos y pies, de los que manaba sangre con perfume de flores. Dichas heridas permanecieron abiertas y visibles hasta días antes de su muerte.

Cotidianamente, el padre Pío dormía muy poco y se alimentaba con frugalidad. Pese a su precaria salud pasaba larguísimas horas en el confesionario, atendiendo espiritualmente a un creciente número de fieles que procuraban la absolución. Se dice que poseía el don del discernimiento extraordinario, por el cual era capaz de leer las conciencias y aconsejar sobre faltas o pecados que las personas se avergonzaran de verbalizar.

Desde su llegada al monasterio, el padre Pío no volvió a apartarse físicamente de San Giovanni Rotondo. Sin embargo, al poder de bilocación del legendario fraile se atribuyen numerosas apariciones en varios rincones del planeta. Otros dones sobrenaturales atribuidos al padre Pío incluyen la capacidad de conocer sucesos que acaecían en otros lugares y el don de la profecía -en ocasión de confesar a un joven sacerdote polaco, fue capaz de anticipar que se convertiría en el papa Juan Pablo II-.

Difamaciones de índole diversa recayeron sobre el padre Pío durante su vida, que condujeron a más de una investigación llevada a término por el Santo Oficio. A raíz de las limitaciones impuestas por sus superiores -que incluían prohibiciones para celebrar misa en público, mantener correo epistolar y escuchar confesiones-, el sacerdote se vio obligado a permanecer una década casi completamente aislado del mundo.

A comienzos de los años cuarenta, Pío convocó a un puñado de colaboradores y les propuso iniciar la fundación de un hospital para la atención física y espiritual de los enfermos, el cual sería llamado Casa para el Alivio del Sufrimiento. Fue inaugurado en 1956 y actualmente continúa proveyendo servicios de atención gratuita a los necesitados, además de constituir uno de los centros de investigación médica más avanzados del sur de Italia. Asimismo, los grupos de oración que fundó el padre Pío se extendieron rápidamente por toda la península, congregando actualmente a centenares de miles de fieles en distintas partes del mundo.

Monte Santo

En mi libro "El monte santo del padre Pío" (publicado por la Editorial Mundo en 2014) abordé la figura del fraile del Gargano en el contexto histórico y geográfico de este inusual promontorio rocoso que recorrí en más de una ocasión, como parte de mis investigaciones antropológicas sobre montañas sagradas. La importancia religiosa del Gargano se revela desde la prehistoria, con cuevas que albergaron santuarios paleolíticos y neolíticos, convertidas ulteriormente en lugares del culto romano a Mitra. Cuando la tradición cristiana situó en una de aquellas grutas a cuatro legendarias apariciones del arcángel San Miguel, el llamado monte Sant' Angelo pasó a convertirse en uno de los principales centros de peregrinaje medieval, visitado regularmente por los Cruzados en su camino hacia Tierra Santa.

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