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7 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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Hijos de la tierra, héroes de la Patria

Domingo, 10 de junio de 2018 00:00
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Martín Miguel de Güemes organizó y comandó fuerzas procedentes de Salta, Jujuy, de la Quebrada de Humahuaca, Orán, Tarija y de los Valles Calchaquíes. Con ellas inauguró en estos territorios la Guerra Gaucha, guerra de recursos, "guerra de guerrillas", o "guerra a la brusca", según la expresión hispana.

La organización de las operaciones en un territorio tan extenso, con una geografía tan disímil, pudo haber sido un fuerte obstáculo para cualquier guerrero, pero Martín Güemes era un hombre experimentado. Había recorrido esta geografía palmo a palmo, tomando contacto con los caudillos locales y con el paisanaje. Estas acciones le permitieron organizar las partidas de gauchos, otorgarles instrucción, disciplina militar y organización. También inflamó los espíritus de amor a la Patria, dando una razón para que estas huestes se lanzaran al combate con bravura y heroísmo.

Con estos principios se unieron a su ejército hombres que fueron sólidos sostenedores de la acción emancipadora, y valiosos colaboradores en la gesta güemesiana. Ejemplo de patriotismo y coraje, el gaucho es un soldado que ofrece su brazo generoso para contribuir a fundar un nuevo estado.

El hombre de la tierra

El gaucho es un hombre que ama a su tierra, es conocedor de sus entrañas: ríos, valles, montañas, montes, llanuras. Son los paisajes en los que, como pequeño propietario, labra la tierra, pastorea el ganado o ejerce como arriero. También es artesano. Siempre logra domeñar a la naturaleza y producir para su propia subsistencia y su círculo personal. Es hombre de trabajo, respetuoso, fiel a la palabra empeñada. Altivo, digno y generoso. Creyente y respetuoso de los mandatos de su religión.

Un rasgo esencial es su cualidad de buen jinete. Su acendrado amor al terruño que lo vio nacer y en el que trabaja, forja y cimenta el concepto de Patria, de allí el anhelo de defender ese territorio que lo asume como suyo. En respuesta a ese propósito se ofrece como guerrero voluntario.

La reconocida historiadora María Teresa Cadena de Hessling, en referencia a estos hombres que adhieren a la causa patriota y son sostenedores de Güemes, expresa: "Esta tropa estaba integrada por bravos y valientes jinetes criollos que carecían de armas reglamentarias y de uniformes. Eran hombres que iban a la guerra con lo que poseían; sus cuchillos, sus lazos, sus boleadoras y sus ponchos, practicando métodos que no eran precisamente los enseñados en los cuarteles militares de la época. ¿Sus jefes? Improvisados militares criollos. Civiles obligados por las circunstancias a tomar las armas enfrentando a la flor y nata de la oficialidad española. Los sufridos paisanos se alistaron en las montoneras y con la guía del general Güemes, pusieron en jaque al poderío realista a pesar de los fracasos de los ejércitos regulares" (Historia de Salta, Impresora Alloni, Buenos Aires, 1984)

Fray Benito Honorato Pistoia O.F.M. en su libro "El pensamiento político de Güemes", define a este personaje central en las campañas libertarias. Expresa: "La personalidad del gaucho incide fundamentalmente en los planes de Güemes ... Es el hombre que conoce a la perfección, palmo a palmo, su tierra, que la quiere, que la acaricia recorriéndola diariamente, que ama sus bosques, sus quebradas, que comprende su lenguaje particular, el de sus aves, de sus silencios impenetrables. El gaucho, el campesino, que sabe entregarse con todo lo que tiene, que nunca le reprochará haberle quitado todo para poderlo seguir, para tener el placer de "ser gaucho", seguidos de su jefe y defensor de su Patria. Las palabras de Güemes no ocultaron nunca a su gente, especialmente a sus jefes, la realidad de su plan de defensa de la Patria. Los gauchos no defendían solamente su provincia, defendieron su Patria".

La guerra gaucha

Luis Oscar Colmenares en su opúsculo "Martín Miguel de Güemes", expresa acerca de la estrategia implementada por Güemes: "la ejecución de una ajustada guerra de montaña o de recursos, mediante partidas de paisanos o gauchos que hostilizaron al enemigo, sin comprometerse en una acción campal. Estas partidas tenían sus jefes, los cuales recibían instrucciones de los jefes regionales y éstos del cuartel general, que se encontraba donde estaban Güemes y su estado mayor. La labor cumplida fue siempre coordinada, al estilo de las fuerzas de línea pero con tácticas y procedimientos distintos. Los gauchos eran convocados cuando se precisaban sus servicios, como se venía haciendo desde la iniciación de la guerra gaucha, pero con una fundamental diferencia. Mientras en 1814 y 1815 los milicianos cumplían una labor complementaria del Ejército Auxiliar, desde la segunda mitad del año 1816 fueron el grueso de la fuerza de las Provincias Unidas en la Intendencia de Salta. Estos milicianos eran auxiliados por un reducido conjunto de veteranos y por numerosas mujeres, ancianos y niños. Los gauchos volvían a sus tareas campesinas cuando desaparecía el peligro pero estaban prestos a tomar nuevamente las armas, en el mismo momento que se los llamaba, quedando sus mujeres y sus hijos menores para realizar las labores campesinas".

Con el concurso de este segmento social, es que el gobernador Martín Miguel de Güemes cifra la defensa de Salta. Y es una realidad indubitable que el gauchaje sostendría sin denuedo la obra güemesiana. En oficio al director interino Álvarez Thomas, de fecha 11 de septiembre de 1815, nos da cuenta de su evaluación sobre su tropa de gauchos: 

“Aquí, en esta provincia de Salta, tiene Vuestra Excelencia cuatro o cinco mil campeones, abrazados con el sagrado fuego de la libertad de la Patria, y altamente entusiasmados con el patriotismo más puro e incorruptible. Están acostumbrados a vencer. No parezca hipérbole, que diga a Vuestra Excelencia, que su valor ha sido tan notorio, tan acreditado y heroico, que merece más bien la admiración que la imitación”.

Con el auxilio de este sólido recurso humano es que, durante casi una década, sostuvo más de doscientos combates, acciones que no se hubieran podido concretar con una tropa díscola e indisciplinada. Una campaña tan larga, con escasez de recursos, sin ayuda oficial, nulo auxilio de los compatriotas, no se podría haber sostenido si no fuera por la excelencia de estrategia de su líder, del encendido amor por la libertad y verdadera fe cristiana.

Ha de considerarse que esta tropa logró vencer a reconocidos militares españoles todos ellos instruidos en el arte de la guerra, y que comandaban a miles de efectivos, bien armados, y con fuerte apoyo de artillería.

Otra consideración es que con motivo de las invasiones que sufrió la Provincia, sus habitantes se sintieron indignados por los atropellos a sus personas y el expolio de sus recursos, enajenando todas las caballadas y vacunos que encontraban a su paso para surtir a los Ejércitos Reales, en su desplazamiento hacia el sur para ocupar el territorio nacional.

Esta devastación de vidas, bienes y libertad será férreamente defendida por los valerosos gauchos de Güemes, colocando a la tierra en armas.

El aporte de los bravos salteños 

De esa pléyade de patriotas, es menester recordar a quienes fueron protagonistas fundamentales en la gesta güemesiana. Entre ellos cabe mencionar a un conjunto de bravos y arrojados hombres que asumieron el desafío de enfrentar a las tropas realistas y que en circunstancias adversas no cejaron en el cumplimiento del objetivo anhelado, otorgar la libertad al terruño y ser herramienta fundamental en el proyecto del general San Martín, de llevar la emancipación al territorio americano.

Bravos como los coroneles Luis Borja Díaz de Lea y Plaza, Manuel Ubaldo de Lea y Plaza, el teniente coronel Juan de Dios de Lea y Plaza, el coronel Eusebio Martínez de Mollinedo, coronel José de Moldes, coronel Mariano Morales, teniente Pastor Padilla, general Manuel Puch, coronel Juan Antonio Rojas, teniente Gregorio Victoriano Romero González, coronel Bonifacio Ruiz de los Llanos, general Pedro José de Saravia, coronel José Apolinario Saravia, sargento mayor José Domingo Saravia, coronel José Toribio Tedín y los coroneles Jorge y Vicente Torino de Viana. Coraje y patriotismo, proceden de Chicoana, a través del teniente coronel Alejandro Burela, coronel Luis Burela, teniente coronel Santiago Morales, coronel Sinforoso Morales y el comandante Bernardino Olivera, quienes opusieron feroz resistencia a las tropas realistas.

Desde el Impenetrable el valor indómito está representado por el coronel Mateo Ríos y el comandante José Gabino Sardina.

El coronel Manuel Eduardo Arias representó el aporte de la tierra jujeña, en tanto que el coronel Eustaquio Méndez y el coronel Francisco Pérez de Uriondo se constituyeron en la representación de la indómita fuerza tarijeña.

El jefe 

Una Proclama de 23 de febrero de 1815, devela al líder, al conductor de hombres que reconoce la labor que desempeñan los paisanos que integran sus escuadrones gauchos. En este documento, Martín Güemes reivindica a sus gauchos valerosos e indómitos, y manifiesta la confianza que ellos serán sólidos artífices de la libertad de América: “Patriotas: ved el cuerpo militar de vuestros hermanos los gauchos que se une, se forma y sale a la campaña en los breves momentos de cuatro días: observad el gozo, la alegría, el júbilo con que van a presentarse al frente de un ejército orgulloso, sin que a ninguno de estos héroes les acompañe el temor. Patriotas: confiad en los campeones que tengo el honor de mandar, y tened el consuelo de que estos brazos fuertes e incorruptibles os darán la libertad que anheláis, y la seguridad que deseáis”.

Martín Güemes y sus gauchos, posibilitaron la titánica tarea de desplegar múltiples acciones, persiguiendo con bizarría, y poniendo en huida a los ejércitos realistas. Fueron los que sostuvieron por más de una década la defensa de la Patria naciente, los que aseguraron la Independencia proclamada en Tucumán el 9 de julio de 1816, y los que, aún después que la crisis del año XX, instalara la anarquía disgregadora en el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata, continuaron combatiendo en pos del sagrado ideal de lograr la libertad de la bravía tierra salteña y por extensión del suelo americano. 

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