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¿Hacia Corea del Centro?

Viernes, 06 de julio de 2018 00:00
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Mientras el papa Francisco recibía en Suiza a delegaciones integradas por personalidades cristianas de Corea del Norte y Corea del Sur, las asociaciones deportivas de ambos países acordaron conformar equipos conjuntos para participar en los próximos juegos asiáticos.

Al mismo tiempo, el líder norcoreano Kim Jong-un viajaba a Beijing para entrevistarse con su colega chino, Xi Jinping, con quien dialogó acerca de los avances registrados en la histórica entrevista que mantuvo en Singapur con el mandatario estadounidense Donald Trump.

Todos los indicios apuntan en la misma dirección: la península coreana, que hasta hace pocas semanas era considerada como el foco de conflicto más explosivo del planeta, parece encaminarse hacia un proceso de pacificación que todas las partes involucradas estiman satisfactorio para sus respectivos intereses nacionales.

Resulta imposible entender este giro de los acontecimientos sin una mirada objetiva y menos prejuiciosa sobre los objetivos de Kim II-sung.

No se trata, por supuesto, de negar que Corea del Norte tenga el régimen político más opresivo del planeta. Tampoco se puede cuestionar el hecho incontrastable de que su sistema económico ha mantenido a su población en niveles de pobreza inimaginables en Occidente.

Pero, más allá de la brutalidad de su aparato represivo, es necesario indagar en alguna otra causa que ayude a explicar su supervivencia en el poder durante más de setenta años, en un mundo que durante las últimas décadas presenció la desaparición del comunismo en la Unión Soviética y sus satélites de Europa Oriental, la caída de otras feroces dictaduras y la puesta en marcha de procesos aperturistas en países como China, Vietnam y, aunque mucho más incipientemente, también en Cuba.

Nadie puede gobernar durante más de siete décadas sentado única y exclusivamente sobre las bayonetas. La razón última de esa supervivencia, casi incomprensible en la lógica occidental, hay que rastrearla en una cultura popular milenaria, profundamente arraigada, que privilegia la autosuficiencia económica y política de la nación por sobre los beneficios de la libertad y la prosperidad de los individuos.

Donde todo es distinto

George Kennan, uno de los máximos estrategas estadounidense durante la guerra fría, decía que "en Asia todo es distinto, incluso el comunismo". Como sucedió en China y Vietnam, en Corea del Norte el comunismo no fue la aplicación mecánica de las recetas europeas, sino una ideología de uso, adaptada a las exigencias del nacionalismo asiático. El régimen norcoreano rinde culto a los próceres del marxismo leninismo pero proclama su adscripción a la denominada "ideología juche", inventada por Kim ll-Sung, fundador del régimen y abuelo del actual mandatario, quien la sintetizó en los objetivos "independencia política, autosuficiencia económica y autodefensa militar". Aunque es el 52´ país del mundo en términos de población, Corea del Norte cuenta con el cuarto ejército más numeroso. Su conversión en una potencia nuclear fue entonces para el régimen de Pyongyang una meta indispensable para adquirir reconocimiento internacional. Una vez alcanzada, pasó a convertirse en la pieza de negociación con Washington.

¿De contracara a complemento?

En ninguna parte del mundo pueden cotejarse mejor los resultados de dos sistemas económicos contrapuestos como en la península coreana. Cuando finalizó la guerra en 1953 el sur y el norte tenían indicadores básicamente similares. Transcurridos 65 años, la contracara de la pobreza de Corea del Norte es la prosperidad de Corea del Sur.

En Corea del Sur, el ingreso medio por habitante es de 32.000 dólares, equivalente al de muchos países desarrollados, en Corea del Norte es inferior a los 2.000 dólares, similar al de Senegal. En Corea del Sur hay 99.025 kilómetros de carreteras, el 92% pavimentadas, en Corea del Norte, hay 25.554 kilómetros, el 97% sin pavimentar. En Corea del Sur, con 25 millones de habitantes, hay un celular por persona, en Corea del Norte uno cada diez, con muy limitado acceso a Internet. En Corea del Sur la expectativa de vida es de 79 años para las mujeres y 71,8 años para los hombres, en Corea del Norte es de 66 años para las mujeres y 60,5 para los hombres.

En Corea del Sur, la mortalidad infantil es de cinco niños cada mil por año, en Corea del Norte es nueve veces mayor: 45 niños cada mil. Corea del Sur consume 3.100 calorías diarias por habitante, Corea del Norte 1.900 calorías. Estas abismales distancias en la alimentación tienen consecuencias físicas: los estudios médicos revelan que la estatura promedio de la población norcoreana es entre tres y ocho centímetros más baja que la de sus compatriotas del sur.

La experiencia surcoreana también escapa a los moldes occidentales. Si Corea del Norte ratifica la tesis de Kennan sobre el comunismo asiático, Corea del Sur constituye una clara demostración de la teoría de Carlos Marx cuando afirmaba que las leyes del desarrollo capitalista extraídas de la experiencia europea no eran aplicables en Asia, donde regía el "modo asiático de producción", caracterizado por la simbiosis entre el Estado y la casta gobernante.

Así como ocurrió primero en Japón y luego en los llamados "tigres asiáticos", la alianza entre la burocracia estatal y un puñado de grandes conglomerados empresarios, con un modelo de apertura económica volcado a la expansión de las exportaciones industriales, fue la base de la transformación productiva que convirtió a Corea del Sur en el primer país del mundo que salió del subdesarrollo en el siglo XX. Ahora encara un cambio en su modelo de desarrollo para avanzar aceleradamente hacia la economía del conocimiento.

Un diálogo crucial

El diálogo entre Washington y Pyongyang puede abrir una etapa distinta, que implicaría el levantamiento del bloqueo económico a Corea del Norte establecido por las Naciones Unidas. El gobierno surcoreano ya manifestó su voluntad política de avanzar hacia el establecimiento de lazos de cooperación que posibiliten a Corea del Norte salir del encierro. Muchas empresas surcoreanas están ansiosas por invertir al norte del mítico paralelo 38. China, vital para el progreso de las negociaciones, está preparada para ayudar económicamente a sus camaradas norcoreanos a iniciar un camino de apertura similar al promovido en 1979 por Deng Xiaoping.

En este contexto, Kim Jong-un está cerca de lograr un acuerdo que ate la paulatina desnuclearización de la península a una garantía internacional para la supervivencia de su régimen político, más allá de las críticas sobre las violaciones a los derechos humanos. La alternativa de una "Corea del Centro" comienza a divisarse en el horizonte.

 

 

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