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Está organizado por un grupo de madres de la Misión San Francisco, Pichanal, y comenzaron en julio con la idea de poder vender los productos a la propia comunidad, pero a bajo costo. La intención es fortalecer la economía familiar y generar un impacto positivo en la comunidad.
Una de las comunidades aborígenes más vulnerables del norte del país, sin dudas, es la que se encuentra en la localidad de Pichanal.
Misión San Francisco tiene más de 10 mil habitantes que padecen de muchas necesidades, pero también muchas ganas de trabajar. Al menos así lo demuestra un grupo de 12 madres, que llevan adelante, junto a los padres franciscanos, un emprendimiento de alpargatas y pañales ecológicos.
Guillermo Schattenhofer es un sacerdote que llegó a la comunidad hace 6 meses y fue quien impulsó a las madres que comenzaran con el trabajo. "El proyecto comenzó en julio, junto con Agustina Boneto, una laica que también trabaja para y con la comunidad. Pensamos la idea porque yo tenía unas hormas de zapatos de un proyecto que no anduvo en Buenos Aires. Ella tiene idea de pañales; se juntaron dos iniciativas y así comenzamos", remarca el cura.
"Es una idea desafiante porque había que encontrar el deseo y la razón de hacerlo. Una vez que lo encontramos fue un placer, porque si hay algo que tienen estas mujeres es mucha voluntad de trabajo que las convoca y las compromete profundamente. A veces se dice que hay vagancia pero estoy convencido de que lo que falta es oportunidad, porque cuando se presentan cosas como estas, arrasan", sostiene el párroco.
Manos a la obra
El trabajo se divide en dos grupos de 6 mujeres, todas madres del comedor Tekove. Utilizan la escuela primaria vieja (Juan XXIII). Allí están acondicionando un taller para realizar la producción. "Seis están con alpargatas y vienen martes, miércoles y jueves por la tarde. Las otras seis hacen pañales y trabajan lunes, miércoles y jueves por la mañana. Nos dividimos así para aprovechar bien el tiempo, y disponibilidad, aunque cada vez el tiempo queda más corto", argumenta el religioso.
"El trabajo es todo artesanal, empezamos a trabajar con 6 máquinas de taller de costura que ya teníamos, pero gracias a una colecta de difusión que hicimos estamos comprando máquinas y herramientas para mejorar la producción. A pesar de eso sigue siendo artesanal el laburo. Hoy el promedio es de 12 pañales por día de producción, 2 por operaria. Parece poco, pero es un montón, antes no había nada", resalta Schattenhofer.
Contra la pobreza
El común denominador en cada proyecto que se encaminan en la Misión San Francisco es la lucha contra la pobreza. “En estos tiempos cuando se termina el trabajo en la finca aumentan las necesidades y el comedor tiene más personas. Tenemos un cupo de 60 pero llegamos a dar de comer a más de 120 madres y niños, muchas de ellas embarazadas, de la calle y mamás jóvenes”, cuenta Adela Véliz, operaria y también integrante del comedor Tecove. “Por eso nos involucramos, queremos ayudar a madres que no tienen recursos”.