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Son muchas las opiniones referentes a que si fue buena o mala la renegociación de la deuda en dólares de nuestro país; lo cierto es que aumentaron los plazos y mejoraron las condiciones para poder pagar estos títulos cuando Argentina comience un proceso de reactivación y crecimiento de nuestra economía.
Este es el gran interrogante: todos esperamos que esto ocurra lo antes posible; lo cierto es que hoy las condiciones internas no están dadas.
Nos preguntarnos si haber postergado el pago con los tenedores de deuda pública argentina mejorará las condiciones de la economía. Hasta ahora, el beneficio es la postergación. Vamos a pagar más adelante y haber evitado el default no es poco, por lo que significa poder acceder a financiamiento, ya sea para el sector público como para el privado, y no tener juicios en los Estados Unidos, especialmente con los fondos buitres, de los cuales tenemos muy malas experiencias.
Tampoco nos ahorramos nada, ya que para ahorrar hay que producir y si no generamos riquezas no tendremos ahorro; esa es la realidad de esta renegociación, o reperfilamiento, como queramos llamarlo.
Hay un dicho: "El que juega por necesidad, pierde por obligación". En macroeconomía, podríamos decir que el que se endeuda por necesidad, es decir, el que gasta más de lo que tiene, sea que tome préstamos en el exterior o endeude al Banco Central con la Anses, siempre pierde, porque la deuda solo es válida y beneficiosa cuando se utiliza para generar bienes genuinos antes de que venza el crédito. Empapelar al mundo para encubrir el déficit, siempre termina mal.
En busca de oxígeno
Digamos que este acuerdo y la salida de la pandemia posibilitan que nuestro país comience a pensar en un gran acuerdo para diseñar un plan estratégico y desterrar prácticas de la vieja política. Los políticos que buscan dividirnos como nación deben irse, ya que lo único que hacen es mantener un país con meras intenciones de crecimiento... pero lamentablemente no hemos crecido; sin ir muy lejos: ni siquiera como nuestros países vecinos.
Este es el momento de barajar y dar de nuevo para iniciar una nueva Argentina. No podemos quedarnos tranquilos pensando que a fin de año la mitad de la población será pobre, con una corrupción sistemática y sin tener un proyecto, un plan o metas que debemos construir entre todos los argentinos.
Sabemos que tenemos un país con un territorio inmensamente grande que produce alimentos para diez veces nuestra población, pero tenemos que reconocer que cuando la pobreza castiga a la población en un territorio tan diverso en recursos como el nuestro, el problema es político
Sabemos que muchos sectores de la sociedad muestran cansancio; los trabajadores de la salud, la policía, los dirigentes y hasta los funcionarios que están al frente de batalla, razón más que válida para convocar y escuchar a todos los sectores.
Debemos apostar al conocimiento, la investigación y desarrollo, transformar nuestros recursos naturales dándole valor agregado a nuestra producción, apostar a las cadenas de valor, incentivar la investigación relacionada a generar mayor productividad, es decir apostar a un país nuevo con inserción en el mundo, mejorar y darle mayor valor a nuestras exportaciones, sustituir las importaciones con industria nacional, entre otras tantas recetas que aplicaron los países que están creciendo.
El Norte Grande
En nuestra región buscar la integración y complementación especialmente con proyectos en los que nuestros antecesores, en los 80, ya estaban trabajando como el "Gran Norte Grande", la salida al Pacífico a través de los puertos de Chile para vincularnos con el sudeste asiático. Los empresarios que constituyeron el Geicos, junto con funcionarios visionarios que buscaban integrarse económica y culturalmente con las regiones del sur brasileño, Bolivia, Paraguay, parte de Uruguay y norte de Argentina; una perspectiva vigorosa que fue creciendo junto con el Mercosur, una alianza natural con nuestros socios estratégicos, Brasil, Paraguay y Uruguay, obstruida por visiones mezquinas.
No es la primera vez que Argentina trata de superar una crisis sin tener definido el modelo de desarrollo. Nuestra historia nos brinda ejemplos exitosos -algunos- y otros, fallidos.
El modelo agroexportador, caracterizado por la utilización de los recursos naturales de nuestro país y apoyado en las grandes corrientes migratorias y el aporte de capital extranjero produjo un crecimiento importante.
Un siglo y medio después tenemos que valorar sus logros, emular la vocación de crecimiento y afrontar uno de los desafíos del milenio, que es la equitativa distribución de la riqueza.
Crisis y oportunidad
El papel del Estado estaba orientado a tomar decisiones estratégicas para el largo plazo, este proceso podríamos decir que comenzó a declinar a partir de la crisis de los años 30 del siglo pasado. El Estado empezó a tener más participación en la economía, impulsó la creación y administración de empresas estatales, caracterizado este período como el Modelo de Sustitución de Importaciones. A partir del golpe de estado en 1976 se inicia en la Argentina una nueva figura, el Modelo Neoliberal o el Modelo Aperturista, o Rentistico Financiero. Con el Estado marginalizado.
El triunfo del capitalismo en el mundo (caída del muro de Berlín en 1989) afianza las ideas clásicas y neoclásicas de la economía definidas y contempladas en algunas formas en lo que se llamo el Consenso de Washington. Nuestro país incorporó dichas normas en grado superlativo, considerando que las mismas permitirían el crecimiento de la economía.
El efecto fue adverso ya que estas medidas provocaron un creciente endeudamiento público (especialmente externo), el quiebre de las cadenas productivas y gran concentración económica. Así llegamos al año 2001.Todo está fresco aún.
Las teorías asociadas a la óptica neoliberal que hoy se discuten incluyen la que impulsaba el Banco Mundial llamada “Desarrollo Social” que deja de lado la vinculación con la distribución del ingreso, el empleo, el comercio internacional, el control de la tecnología, etc. y analiza las capacidades de los pobres para alcanzar su autorrealización y potenciar sus propios recursos.
La llamada teoría de Desarrollo Humano quiere incorporar la idea de que el desarrollo debe contemplar otros parámetros además del PBI, agregando otros estándares como indicadores de calidad de vida, de salud, de educación, sustento ambiental, derechos humanos, etcétera.
Si se considera que el crecimiento tendría que ser impulsado desde abajo por los gobiernos municipales y la sociedad en su conjunto, es decir apoyando el desarrollo local de acuerdo a una planificación estratégica, estaríamos hablando de Desarrollo Local.
Si se busca integrar la idea de desarrollo en relación con la justicia social, la distribución del ingreso, el mayor empleo, agregando el cuidado del medio ambiente y la conservación y sostenimiento en el mediano plazo de esta teoría que fue llamada Desarrollo Sustentable, otros rescatan el pensamiento Neokeynesiano de desarrollo. No basta con las teorías. Hay que poner en marcha el desarrollo y estas iniciativas deben motorizar una macroeconomía renovada, dinámica y con respuestas productivas de las que hoy carecemos. Quizá en esta nueva crisis sea el momento para sacudir una parálisis que ya lleva medio siglo.