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13 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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Carlota del Campo presenta su primera novela sobre el Éxodo Jujeño

La autora, licenciada en Ciencias Políticas y periodista, se abocó a su escritura durante ocho años. 
Miércoles, 15 de diciembre de 2021 18:12
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Juliana de Iriarte anhela escapar de Jujuy para huir de un matrimonio sin amor. El tarijeño Wenceslao de Echazú decide forjar su porvenir más allá de los prósperos negocios familiares. Sin embargo, de un día para otro, las determinaciones tomadas en la lejana capital virreinal por un grupo de porteños cambiarán el rumbo de la historia y de sus vidas. La revolución de Chuquisaca del 25 de mayo de 1809 altera por completo la vida en el Alto Perú y ya nada será igual en el virreinato del Río de la Plata.

Tal la sinopsis de “Tierra ardiente”, la primera novela de Carlota del Campo, publicada por el sello editorial Penguin Random House. Nacida en San Salvador de Jujuy, Del Campo es licenciada en Ciencias Políticas con especialización en Relaciones Internacionales por la Universidad Católica Argentina, donde también cursó Periodismo. Trabajó en Confederaciones Argentinas (CRA), en los Ateneos Rurales Juveniles, en suplementos del diario Ámbito Financiero, entre otras revistas y portales.

¿Cuál fue tu motivación para escribir esta novela?

Yo provengo de familias muy viejas del Norte, de Salta y Jujuy, que se remontan al 1600. Nací en Jujuy. De diez hermanos los seis primeros son salteños y él, entre los cuatro restantes, jujeños. Esto se dio así porque compraron una finca en Monterrico. Mi mamá entrerriana, a los seis años nos fuimos a vivir en Gualeguaychú. Habiendo hecho el colegio en otro lado la contribución del Norte a la Revolución de Mayo y a lo que fue forjar nuestro país que se le puso sangre del Norte realmente a esa guerra de la independencia es poco reconocida a nivel país, aunque más que el no reconocimiento, creo que se sabe poco. Al haber vivido en Entre Ríos y Buenos Aires me decía que lo que había ocurrido en mi tierra necesitaba ser más difundido y me parecía bien hacerlo desde el género que yo puedo manejar y que me gusta mucho, que es la novela histórica con algo de romance. Si tuviera que responder por qué surgió, diría que por un llamado de la tierra. Fueron seis años entre investigación y escritura más dos años que transcurrieron desde que entregué el manuscrito hasta que se publicó.

Una de las virtudes de tu novela es que a pesar de ser ficción logra verosimilitud en la recreación de la psiquis de los personajes. Esto no se da siempre en el género, donde suelen aparecer personajes con mentalidades complejas y reflexiones extemporáneas. ¿Cómo lo conseguiste?

Leí muchos libros que tenía mi papá de una vieja biblioteca que se fue formando en Salta, en Jujuy y después en Buenos Aires, porque un tío de él fue presidente del Centro de Residentes Salteños en Buenos Aires durante muchísimos años y siempre fue de la Comisión de Homenaje a Güemes y etcétera, entonces tenía muchos libros escritos por salteños y jujeños pertenecientes a generaciones bastante anteriores a la de mi papá. Leí mucho acerca de cómo era la idiosincrasia de 1900, porque estos autores habían sido nietos e hijos de quienes habían vivido realmente la independencia, como Bernardo Frías. Después construí los personajes tratando de mantener las tradiciones y las costumbres y cómo se pensaba en ese momento, por eso se me nota como ese aroma al Norte y el que cada persona de acuerdo con su estrato social tenga el registro de voz: no es lo mismo el modo de hablar de la criada que la dueña de casa, si bien todos tienen algo del Norte. De “Tradiciones históricas del Norte”, de Bernardo Frías, tomé qué era la Feria de la Tablada, cómo era la religiosidad de ese momento, la devoción por la Virgen de La Candelaria, todas las cosas que hacían al ser del Norte. Me propuse que los personajes que fueron creados por mí con esas creencias y esa idiosincrasia tuvieron que atravesar los procesos de la revolución.

La novela está siendo conocida por lectores del país. ¿Es para todos tan clara la relación entre los estratos sociales que era habitual en aquella época y por estas latitudes?

Recibo muchos mensajes de personas que no sé quiénes son, pero que me escriben por Instagram y a Filomena, por ejemplo, la llegan a amar por su picardía por eso de sentirse la defensora de la familia que representa a quienes servían a las familias, se entregaban a esas familias y se sentían parte de ellas, no tanto como los empleados. También me han escrito de Córdoba, porque tienen una cosa muy antigua, de cariño y me dicen que se sienten sumamente identificados en lo que les contaban sus abuelos, en la recuperación de la tradición oral de cada familia.

La miscelánea de personajes reales que aparecen en tu novela más la rigurosidad con que están recreados los hechos la vuelven ideal para trabajar en las aulas. ¿Fue un efecto creado?

Está escrita desde el minuto cero pensando en que sea una herramienta para acercarles a los chicos la historia pero que les pueda quedar más plasmada. No pretendo ser una historiadora porque no lo soy, aunque sí traté de ser bastante rigurosa en los hechos históricos y traté, por ejemplo, de que no hubiese relaciones sexuales explícitas, aunque se den a entender, todos esos cuidados para que en cualquier aula se pudiera dar. Siempre pensé mucho en que pudiera utilizarse como disparador para ver cómo se forjó nuestra patria a través de una visión con la que sea más fácil que el chico se enganche y que además esté la lectura del aprendizaje.

¿Qué comentarios han provocado vocablos como “ya mismito”, “m’hijita” “ahicito” o el “pué”, tan tradicional en el Norte?

Me hizo mucha gracia que ayer me decían que estaban armando un glosario de palabras, que para mí son muy habituales en mi día a día, palabras del Norte. Para mí el pué es como una coma más y muchas otras palabras que las puse con intención, pero que no las notaba tan extrañas, porque para mí son propias y me alegra poder llevarlas a otros ámbitos y que se conserven, porque hay cosas que con esto de la globalización se van perdiendo en los jóvenes. Por ejemplo, hace muchos años viajaba al Norte y sentía la diferencia de cronolecto entre los adolescentes, sobrinos políticos míos o hijos de mis primos, con mucha cosa del Norte, pero ahora se van borrando esas fronteras, esas cosas tan ricas y el haber rescatado algunas de ellas es una manera de ir preservándolas para otras generaciones.

¿Cómo recordás tus primeros contactos con la lectura? ¿Hay alguna escena en tu infancia o tu adolescencia que sea anticipatoria de tu presente como escritora de ficción?

No recuerdo un día de mi vida sin libros porque mi mamá nos compraba montones de libros. Ni siquiera puedo recordar cuál fue el primer libro, porque puedo recordar uno con pelusas, otro con plumas, todo fue pasando por mis pasos. Los libros que me marcaron pueden ser “Corazón”, de Edmundo de Amicis; todos los de Louise May Alcott; “Papaíto, piernas largas”, de Jean Webster, todos los títulos que integraban las colecciones de Billiken y Robin Hood, sobre todo los títulos para mujeres, esa visión más romántica de la literatura. No tengo un libro, más allá de “Mujercitas”, al que debo de haber leído ocho o diez veces, que pudiera citar puntualmente, sí sé que siempre me gustó leer. Durante el secundario planificaba qué iba a leer durante mis vacaciones, eran libros cortos pero seguro debo de haber leído entre 30 y 40 cada verano. Si no estaba leyendo “Viaje al centro de la Tierra” estaba leyendo “20 leguas de viaje submarino”, de Julio Verne.

He leído en tu biografía que has hecho talleres de escritura creativa en la Universidad del Salvador con Mercedes Giuffré, de novela histórica con Leonardo Padura y que tomás clases con Cristina Bajo. ¿Qué recursos has adquirido en estos espacios?

Desde el minuto cero, sabía perfectamente qué quería contar y como soy muy lectora de este género sabía cómo es la estructura, cómo es la construcción, eso lo tenía claro. Pero después me faltaban herramientas: por ejemplo, cómo hacer una descripción, cuánto sí y cuánto no, el uso de recursos que no manejaba, porque cuando hacés periodismo estás privada de los adjetivos, de alargar... para mí era todo corto, conciso, puntos, frases cortas y no darles vuelo a las oraciones. Eso es lo que encontré en los talleres: sabía lo que quería contar, pero me faltaba el cómo.

A la par, me imagino que tu trabajo periodístico puede haberte hecho desarrollar disciplina para la investigación y la escritura sistemática...

El periodismo te ayuda a la escritura de una novela histórica a tener disciplina de investigación. Como soy licenciada en Ciencias Políticas me era más fácil abordar estos textos académicos históricos que son duros de leer, pero la disciplina se necesita mucho para terminar una novela porque vos empezás con una idea, pero sostener la escritura de tantas páginas a lo largo del tiempo para que vaya avanzando y que toda la construcción completa de la novela tenga una coherencia y no haya baches de tiempo, una uniformidad requiere de muchísima disciplina. Creo que el periodismo me ayudó para escribir la novela y que me faltaban recursos a los que busqué donde los tenía que buscar. La diferencia creo que está en que en el periodismo tenés tiempos de entrega mucho más inmediatos y en este caso de la novela no tenés un contrato firmado, entonces la podés escribir si querés o no, la podés terminar o no. Cuando la terminaste recién empieza el proceso de edición y corrección.

La novela es muy fotográfica. ¿Has acariciado el sueño de ver una adaptación cinematográfica de esta épica retirada narrada por vos?

Si me atrevo, pienso que debe de ser muy cara de realizar, porque tiene esta cosa de los desplazamientos, de los ejércitos. Si uno hiciera una novela más intimista con pocos personajes creo que sería más realizable, pero acá tenemos lo que fue la guerra y no sé cómo se realiza eso. Sí creo que es una novela muy visual porque usé mucho, mucho mis viajes al Norte. Podía transcribir en palabras aquellas imágenes que tengo de los viajes.

¿Entre tanta evocación de los registros de los antepasados surgió la tentación de hacer alguna autorreferencia que pudiera entender solo puertas hacia adentro tu familia?

No hay personajes a los que se pueda reconocer de mi familia. Hay un hecho importante, pero que prefiero no decirlo públicamente.

¿Qué le espera a “Tierra ardiente”, tenés diagramada una serie de presentaciones el próximo año y lo que queda de este?

Tengo invitación de la Gobernación de Jujuy para visitar sitios a los que voy nombrando en la novela. Esto está planificado para marzo o abril de 2022. También he recibido invitaciones de librerías de Córdoba y Salta.

Portada de "Tierra ardiente". 

La novela

“Tierra ardiente” es un viaje trepidante por una época en la que miles de personas quedaron atrapadas por una revolución que arrasó los pueblos que habitaban y que en su huida debieron soterrar las formas de vida que habían conocido hasta entonces. Desde los personajes protagónicos hasta los secundarios y circunstanciales, los creados y los basados en personas reales, que aparecen en estas páginas se encuentran perfectamente enhebrados a la materia ficcional, como la existencia misma. En un juego de verosimilitud perfecto, el lector ve difusos los límites entre unos y otros acompañado por la emoción de desconocer adónde los llevará el destino, aunque prime la certeza del exilio y el destierro inevitables.

Quien se adentra en la lectura de esta novela histórica no lo puede hacer desconociendo que sentirá dolor cuando un personaje querido muere, frustración cuando a los héroes los planes se les desbaratan, emoción cuando lleguen a feliz término, e incluso que con futuras relecturas volverá a sentirlo una y otra vez más.

Merece la atención de los admiradores del género y de quienes quieren disfrutar de una lectura acogedora, con momentos de acción y amor ambientados en la primera de las tres huidas del pueblo jujeño en los años de las guerras de la independencia.

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