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Cuando se están por cumplir 135 años de los sucesos ocurridos un primero de mayo de 1886 en la plaza Haymarket de Chicago, renace a nivel mundial el debate sobre el tema que le dio origen: la jornada de ocho horas.
La lucha obrera llevaba como emblema la concreción de la llamada "teoría de los tres ocho": 8 horas de recreación, 8 horas de descanso y 8 horas de trabajo.
Llamativamente es la pandemia la que ha llevado a los distintos gobiernos a plantearse alternativas para enfrentar la dramática destrucción de empleos que generó el coronavirus, que según datos de la Organización Internacional de Trabajo (OIT) significaron la pérdida, en el año 2020, de nada menos que 245 millones puestos de trabajo. La reducción de la jornada es una de esas alternativas que permitiría distribuir el trabajo entre más trabajadores.
La propuesta es compleja porque los trabajadores obviamente no están dispuestos a recibir un menor salario, ni los empleadores a pagar la misma retribución sin contraprestación de servicios. Sin embargo, las nuevas propuestas no estudian tanto el reducir la jornada de trabajo (alternativa que fracasó en Francia donde se intentó bajar la jornada a 35 horas semanales) como a la posibilidad de redistribuir las horas y reducir los días de trabajo. Se habla de la fórmula 4x3, cuatro días de trabajo y tres de descanso, sin reducción de las horas trabajadas en la semana. No se trata de una propuesta que provenga de los sectores sindicales, el multimillonario mexicano Carlos Slim Helú, invierte la fórmula al extremo de proponer cuatro días de descanso y tres días de trabajo con jornadas de once horas diarias.
Propuesta
Slim sostiene esta propuesta desde antes de la pandemia (hace más de un lustro), pero recientemente ha enfatizado que sería una posible solución al desempleo que está provocando la inusitada persistencia de la COVID-19.
Si bien en esta propuesta el trabajador solo trabajaría 33 horas semanales, no parece muy atinado proponer once horas de trabajo diarias. Ya en 1922, Alfredo Palacios, en su libro "La fatiga laboral" había estudiado científicamente la inconveniencia de jornadas superiores a 8 horas. Actualmente los estudios demuestran elocuentemente la incidencia directa de la reducción de la siniestralidad laboral cuando se reduce la jornada de 8 a 7 horas y de 7 a 6 horas.
Las mismas estadísticas indican que la mayor cantidad de accidentes ocurre en las últimas horas de trabajo como producto de la desatención sufrida por cúmulo de fatiga.
En Argentina
Hasta hace pocos días este no era tema de mayor debate en nuestro país, pero sorpresivamente la secretaria de Gestión y Empleo Público de la Nación, Ana Castellani, habló en una entrevista sobre la posibilidad de reducir la jornada laboral. Concretamente, expresó que "está en la agenda de discusión que se viene explorar semanas laborales más cortas". En cierta forma nuestro país tiene margen para debatir este tema ya que las 48 horas semanales que marca nuestra ley como límite semanal está entre las más extensas del mundo, cerca de países como Tanzania, Nepal, Tailandia o Mongolia, donde la carga horaria semanal supera las 50 horas. Del otro extremo están Australia, Noruega, Alemania, Dinamarca y Holanda, con semanas que van desde las 30 a las 35 horas.
En el 2013, el diputado Héctor Recalde presentó un proyecto para reducir la jornada semanal de 48 a 45 horas. Aun siendo una propuesta moderada y que logró media sanción de la Cámara Baja, no superó el filtro del Senado Nacional. Actualmente hay varios proyectos en danza, pero visto el fracaso de un módico proyecto de reforma, parece difícil que lleguen a prosperar.
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