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En marzo de 2020, en los días en que Europa y América Latina emprendían sus confinamientos y comenzaban a contar muertos por miles, el importante e influyente diario China Daily, editado en Beijing, subrayaba como "El Camino Chino" había permitido triunfar sobre el COVID-19.
La medicina tradicional china ha desempeñado un papel fundamental en la prevención, el tratamiento y la rehabilitación del COVID-19. Las cifras oficiales mostraron que, hasta hace una semana, el 91,6 % de los pacientes en la provincia de Hubei, el epicentro del brote, y el 92,4 % de los pacientes en todo el país habían sido tratados con medicina científica tradicional de China.
Se ha demostrado que "tres fórmulas y tres medicamentos" son eficaces para frenar el virus, según la Administración Estatal de Medicina Tradicional China. Echemos un vistazo a ellos.
Las 6 medicinas tradicionales chinas efectivas para COVID-19 que suministró China masivamente a su población entre enero y marzo de 2020 para vencer el brote de Wuhan:
1) Cápsula / gránulo de Jinhua Qinggan se desarrolló durante la pandemia de influenza H1N1 2009.
2) La medicina Lianhua Qingwen es una medicina tradicional china muy común que se usa para el tratamiento del resfriado y la gripe.
3) La inyección de Xue Bijing, desarrollada y comercializada durante la epidemia del síndrome respiratorio agudo severo (SARS) en 2003.
4) Decocción de limpieza y desintoxicación de pulmones, que se deriva de varias recetas clásicas de un trabajo de medicina tradicional china, conocido en inglés como "tratado sobre enfermedades dañadas por el frío"
5) La fórmula Hua Shi Bai Du es una receta central desarrollada por el equipo nacional de medicina tradicional china de la Academia China de Ciencias Médicas Chinas.
6) Gránulo de Xuan Fei Bai Du, con 13 componentes a base de hierbas, proviene de varias recetas tradicionales clásicas. Puede desintoxicar los pulmones y eliminar la humedad y el calor, y se utiliza para el tratamiento de pacientes leves y moderados.
China Daily destacaba el rol fundamental de la Medicina Tradicional China (MTC). Esta poderosa industria de la salud, que facturó en 2020 más de US$420.000 millones, es desconocida o descalificada por la prensa de Occidente inspirada en los rumbos de la llamada Big Pharma, el poderoso entramado global de corporaciones, reguladores y ONG que ha dictado en esta parte del mundo rumbos y augurios de la pandemia.
En China, los medicamentos y prescripciones de la MTC, muchos subrayados como milenarios en el marketing de producto, hoy conviven a la par con la alopatía global en las farmacias, laboratorios y hospitales. Y en los botiquines de los hogares del superpoblado país y potencia mundial.
Los remedios MTC aún no tienen mercados maduros en el mundo, aunque en virtud del éxito en China en esta pandemia sus laboratorios están negociando con el Partido Comunista Chino (PCCh) su expansión global. En paralelo, 100.000 médicos más serán capacitados en terapias con esta medicina.
La gran enseñanza de esta crónica de escasísima repercusión en el Occidente diezmado y arruinado por la pandemia es que China arremetió con sus recetas de antigripales y antiinflamatorios contra el COVID-19, desde los primeros síntomas y manifestaciones, para frenar daños personales y propagación social del virus.
Mientras, el resto de la humanidad ha sido inducida por las contradicciones de la OMS, las imposiciones de los gobiernos y los protocolos de las corporaciones médicas a no hacer nada, sólo hisoparse (o no) y tomar paracetamol, infusiones o a consumir innovaciones varias desconfiadas por la mayor parte de la población (ivermictina, hidróxicloroquina, dióxido de cloro, entre otros).
China en tanto, atacaba al virus como lo que es, la más sofisticada, mortífera y mutante de las gripes SARS, la sexta en este siglo. Con medicamentos tempranos para todos sus ciudadanos, muchos de los cuales ya habían sido usados con éxito en las gripes A, aviar, porcina y otras, al mismo tiempo de sus rigurosos confinamientos mal imitados en el mundo.
Paralelamente, en una carrera de geonegocios contra Estados Unidos y Rusia en menor medida, las vacunas chinas Sinopharm, Sinovac, Cansino y otras se expandían por el planeta, elevadas a la condición, sin sustento científico, de únicas pócimas salvadoras.
Pero en la estrategia sanitaria china, las vacunas escasas y en desarrollo, son herramientas de apoyo y paliativo. El Ministerio de Salud Pública ha reiterado que las vacunas no evitarán contagios y nuevos brotes y que unas más que otras, contribuirán a evitar más gravedades y muertes. Y deberán rediseñarse para atacar mutaciones y nuevas cepas, dicen las autoridades.
Lo fundamental, dicen todos los papeles de trabajo de ese ministerio que acaba de aprobar otros tres medicamentos para enfrentar con probada eficacia el coronavirus desde el primer día. El nutrido vademécum de drogas, combaten tos, fiebre, dolores de garganta, desinflaman los pulmones, evitan coágulos, vencen la neumonía, etc.
En claro contraste con Occidente, donde la divulgación y atención sanitaria han desalentado y punido este abordaje temprano, atemorizando a los ciudadanos sobre los peligros de consumir medicamentos y dejándolos inermes, en pleno siglo XXI.
Argentina suma 95.000 muertos, América Latina y el Caribe 1.263.000 y el mundo 3.920.000 a causa del coronavirus.
China hoy está 100´ en el ranking de países impactados, con 4.000 muertos oficiales y restricciones más leves en muchos casos, pero más complejas que las del promedio del resto del mundo. Todo en su gran escala, como el centro para cuarentenas de viajeros internacionales que proyecta en Guangzhou, ante el auge de la variante Delta.
Mientras Europa y Estados Unidos declaran, a pura vacunación y con los beneficios del verano boreal, el final incierto de una epidemia que enfrentó con duros confinamientos, excepto Bolsonaro y Trump negacionistas. Pero con otra lógica científica y sanitaria, muy diferente a la de "The Chinese Way". Como está visto, con otros resultados.