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Juan Manuel Brizuela es un salteño de 47 años de edad que vivió la extraordinaria experiencia de ser un donante de médula ósea.
No es para cualquiera, el proceso es todo un milagro de vida y de sangre que se comparte con un desconocido y que luego deja muchas expectativas abiertas.
El hombre vive en una casa blanca, muy blanca, muy ordenada y pulcra junto con Guadalupe, su compañera de casi media vida, y sus dos hijos, Lorenzo y Victoria.
En esa casa recibe a El Tribuno y cuenta su experiencia sobre lo que significó el hecho de donar vida en vida. Es muy extraño, porque Juan Manuel fue el donante y sin embargo es él quien da las gracias casi de manera permanente.
"Yo siempre tuve ese impulso de ayudar a la gente sin preguntar ni medir consecuencias. Muchas veces tuve problemas también. Pero la donación de médula me trajo todas experiencias gratificantes, pero también algunas preguntas que quedan en el aire y que quizás alguna vez se respondan", dijo Juan Manuel en su sillón verde con el fondo blanco y con las luces de dos arbolitos de Navidad.
Confiesa que nunca antes se puso a averiguar sobre lo que es la donación de médula ósea; eso fue hasta que le tocó ser protagonista. Para ser donante primero hay que anotarse en un registro que es internacional y que luego tiene que coincidir en lo que se llama la histocompatibilidad, la cual se da se da en un promedio de una cada 40.000 personas.
"Yo me anoté hace como 8 años; no lo sé muy bien. En ese momento no le di importancia porque yo siempre doné sangre. Mi sangre es RH Negativo por lo que desde los 21 años que dono sistemáticamente sin preguntar para quién", contó y sigue.
"El 22 de septiembre de 2020 recibo un llamado del Centro Regional de Hemoterapia Salta, donde me dicen que tengo alta compatibilidad con una persona y me preguntan si quería donar médula ósea. Ahí recordé cuando me anoté en el registro. Yo automáticamente dije que sí, sin pensarlo. Me dijeron que me iban a llevar a Buenos Aires para que me realicen todos los estudios y análisis para que me confirmen la histocompatibilidad. Me dieron para el 8 de octubre del mismo año", contó.
Resulta que esas fechas estuvieron atravesadas por la actual pandemia y Juan Manuel se contagió de COVID-19 justo antes de partir en octubre.
"Fue todo terrible. Me contagié y la pasé muy mal. Llegué hasta la neumonía en ambos pulmones y no me recuperaba. Todos esperaban mi alta médica para comenzar a diagramar la logística porque tiene que estar todo coordinado para que me hagan la extracción y para que la médula se vaya a Francia. Ahí me entero recién que la receptora es una mujer de París", dijo.
Desenlace
Recién el 30 de noviembre viaja al porteño hospital Alemán para los estudios. La histocompatibilidad con la receptora le dio un 100 por ciento. "Tengo una bisabuela francesa. No sé muy bien qué tendrá que ver, pero bueno: hay algo que hizo que seamos compatibles increíblemente. Yo debo admitir que en ese tiempo comencé a leer e informarme sobre el tema", admitió Juan Manuel.
Todo el operativo se realizó el 22 de diciembre, siempre del 2020. "Yo viaje con mi mujer tres días antes, me pusieron cada día una vacuna y finalmente me realizaron la extracción. Te acuestan en una camilla y te conectan a una máquina por donde circula la sangre, cuando la misma pasa por la máquina es cuando sacan las células progenitoras hematopoyéticas. En Buenos Aires me trataron muy bien y no tengo palabras de agradecimiento. No duele nada y es un proceso que dura entre dos y 4 horas, según cada persona. Esa muestra de sangre que me sacaron con las células fueron inmediatamente hasta Ezeiza y se las llevaron en un avión a Francia. Todo esto en medio de una pandemia que tenía suspendidos los vuelos a Europa. Una persona vino en un vuelo especial, esperó en total aislamiento, recibió el paquete de sangre y volvió a París. Todo ese esfuerzo de logística, gente, de recursos, espero que haya tenido un buen resultado. Me dijeron en Buenos Aires que después de un año podía preguntar a quién le dieron mi médula por los protocolos que manejan en Europa. Bueno, yo quiero saber cómo está la persona receptora. Yo solo pude saber que es una mujer, que tiene un poco más de años que yo y que es francesa. Quiero saber si está bien, me une ahora algo mágico a esa persona, que es la sangre. Esa incertidumbre es la que me gustaría ir develando. Mientras tanto yo les quiero decir a todos los que lean mi historia que vale la pena anotarse en el registro porque es una esperanza que se brinda, es una oportunidad de donar vida en vida", concluyó el hombre emocionado.
Salta es ejemplo de solidaridad
En 2021 se superaron los 15.400 inscriptos de potenciales donantes de médula.
En 2021 la provincia de Salta superó los 15.400 inscriptos como potenciales donantes de médula ósea, lo que representa cerca de un 5% de los ingresados al registro nacional. En marzo de ese año eran poco más de 13 mil los registrados en la provincia.
Con esta cifra Salta ocupa el quinto lugar en el país en cantidad de voluntarios inscriptos, después de Córdoba, que tiene 28.500.
A la fecha, más de 90 salteños fueron convocados para realizarse estudios de histocompatibilidad para una eventual donación, pero solo 12 la concretaron, debido a que para ello el donante y el receptor deben ser compatibles en un 100%.
Las donaciones se efectivizaron para pacientes argentinos y de España, Turquía, Francia y Estados Unidos, en razón de que la donación de médula ósea se rige por un sistema de solidaridad entre países de todo el mundo. Los voluntarios fueron cuatro mujeres y ocho varones.
En el año 2003, por Ley 25.392, se creó el Registro Nacional de Donantes de Células Progenitoras Hematopoyéticas (CPH) para trasplante, comúnmente llamadas médula ósea.
Este organismo tiene su sede en el Instituto Nacional Único Coordinador de Ablación e Implante (Iincucai) y es depositario de los datos de identificación y filiación de los potenciales donantes. También tiene a su cargo el registro de la información derivada de los estudios de histocompatibilidad.
La existencia del Registro Nacional de Donantes permitió que el trasplante de células de donantes no emparentados sea una práctica terapéutica corriente y habitual en el país para el tratamiento de pacientes con enfermedades hematológicas.
La donación de CPH se rige por el principio de solidaridad internacional, lo que significa que toda persona inscripta en el registro argentino está dispuesta a donar a cualquier persona del mundo que lo necesite. De igual modo, un paciente argentino puede recibir médula ósea de un donante de cualquier país.
El Registro Nacional de Donantes de CPH cuenta actualmente con más de 319 mil donantes inscriptos y forma parte de una red mundial que reúne a más de 39 millones de voluntarios en más de 60 países.
Para evitar rechazo la médula ósea donada debe ser compatible en un 100% con el paciente receptor, lo cual es muy difícil, ya que la compatibilidad se da en un promedio de una persona entre 40.000. Por esta razón, es necesario que haya muchos donantes voluntarios en todo el mundo.