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Massa navega en la caldera del diablo

Jueves, 13 de octubre de 2022 00:00
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Si sacamos una foto a los primeros dos meses de la gestión del ministro Sergio Massa observamos una inflación ya del 100% anual, aumento considerable de pesos en el Banco Central, aumento de la tasa de interés para estabilizar el dólar, negociaciones laborales para equilibrar salarios con la inflación y aumento de las reservas por negociaciones con organismos financieros internacionales.

La emisión monetaria que genera inflación es tan grande que obliga a aumentar permanentemente la tasa de interés para que ese dinero no se vaya al dólar. El último informe del economista Miguel Ángel Broda estima que la deuda remunerada del Banco Central creció 20%. Son $8,6 billones anualizados que generan $550.000 millones mensuales de intereses equivalentes a $6,6 billones anualizados, que representan tres veces el déficit fiscal primario. Es notable que el Gobierno no le da mayor trascendencia a la deuda en pesos, evitando así que se informe que nos estamos endeudando a un ritmo acelerado; este fenómeno se advierte entre los analistas como "la bomba de Leliqs" (Letras de Liquidez que representan el 88.7 % de pasivos remunerados) que junto a otros títulos como los Lebacs y Nobacs son instrumentos en pesos emitidos por el BCRA para absorber la cantidad de pesos emitidos.

En el intento de lograr un plan de estabilización, el aumento de dinero también se potenció con la implementación del dólar soja que logró una mayor liquidación de exportaciones e ingreso de divisas; el Banco Central tuvo que emitir dinero para comprar estos dólares. La moraleja de este incentivo a la exportación de soja es que "si hay dólares lo que falta es mejorar la cotización oficial, porque está muy baja".

La devaluación encubierta del dólar soja paso a ser reclamada por varios sectores de la producción. El Estado rescata los pesos con la emisión de títulos públicos y les paga a los bancos tasas de interés extremadamente altas por la tenencia de estos, perjudicando al sector privado, al que le resulta muy caro pagar préstamos para desarrollar sus actividades de inversión y desarrollo, provocando la disminución del crédito privado.

Son varios los analistas que advierten sobre el agotamiento del actual esquema antiinflacionario, entre la gran cantidad de dinero emitido, la tasa de interés que aumenta junto con la inflación y la proyección de niveles de inflación del 7% mensual se corre el riesgo de que la inflación aumente y la tasa de interés deje de ser efectiva y no habrá porcentaje que compense.

A esto se añade el peligro por mayor inflación con el aumento de salarios. El ministro Mazza también escucha estos pronósticos y está circulando la versión de implementar un plan de shock que congele los precios y salarios por un cierto tiempo, estos rumores están agravando la situación porque los sindicatos solicitan aumentos por encima del 100% y hay empresas que están haciendo aumentos preventivos de precios, resultado: crece la inflación... poniendo en peligro el Plan Mazza de estabilización

El Gobierno tiene el temor de que se agudice la carrera nominal entre precios y salarios, ya que la dinámica propia podría llegar a la espiralización, fenómeno muy difícil de controlar.

En la práctica puede ocurrir que, ante la presión sindical, las empresas que no están en condiciones de pagarlos trasladen estos aumentos a los precios de sus productos o servicios y se consolide la inflación en este caso de tres dígitos con el diagnostico de una mayor conflictividad laboral, empeorando el clima social.

Sobre si los aumentos de sueldos se trasladan o no a precios, dentro del Gobierno existen argumentos cruzados, ya que el ala dura del kirchnerismo afirma que no se puede acusar de inflacionarios a los aumentos salariales, porque como las empresas han aumentado sus márgenes de ganancias hay margen como para que las mejoras a los trabajadores no se traduzcan en remarcaciones de precios; la respuesta a ese argumento es que las mayores rentabilidades que se están observando este año son consecuencia directa del aumento en la brecha cambiaria, llámese la diferencia de cotización del dólar oficial, los distintos tipos de dólares financieros y cepos cambiarios. Este escenario obliga a las empresas a contar con mayores recursos para hacer frente a las distorsiones de precios que se agravan por las proyecciones de variables para lo que resta del año; consecuencia, esos nuevos precios se convierten en referencia por el sector privado, ya invadido por un manto de escepticismo.

Lo cierto es que la situación económica es bastante preocupante y las medidas oficiales que se tomaron para controlar la inflación, como el dólar soja, empeoraron las variables macroeconómicas, sin ir más lejos con esta medida observamos que las reservas del Banco Central no aumentaron como se esperaba y hay $ 1,5 billones más en Leliqs de las que había antes, generando más deuda en pesos, intereses e inflación.

Con la política cambiaria no esperemos una gran devaluación de golpe, porque lo que se viene haciendo son devaluaciones diarias, que van siguiendo por ahora a la inflación. Hay que tener presente que este gobierno desde el comienzo de su gestión ha devaluado el peso cerca del 150%, ya que la cotización del dólar pasó de $ 62,75 a los $ 157(dentro de un muestrario muy complejo de posibles precios del dólar), y quedó en claro que la devaluación de nuestro peso no ha contribuido a mejorar o resolver los problemas cambiarios ni económicos.

Si el Gobierno está buscando prohibir el acceso a los dólares financieros, medida de por si difícil ya que el dólar oficial ha dejado de ser utilizado para fijar costos y precios, y si se eliminan estos solamente queda el dólar blue como único referente, se dejaría sin fiscalización del BCRA y la AFIP, cuando debería ser al revés, ya que su cotización no siempre responde a la oferta y demanda, y su origen es dudoso.

Lo que necesitamos es que el Gobierno presente un plan económico integral creíble, que incluya aspectos fiscales, monetarios, cambiarios, que proponga disminuciones graduales de inflación, para que los precios tengan un parámetro de aumentos y con un tipo de cambio necesario para exportar e importar.

 

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