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6 de Agosto,  Salta, Centro, Argentina
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Un mismo patrón en los tres países: subestimar el daño

En Misión La Paz, en 2021, los valores de plomo, cromo, cadmio, arsénico, níquel y manganeso registraron valores hasta 36 veces por arriba de lo permitido por la OMS. 
Domingo, 23 de octubre de 2022 15:09
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El poder de la Comisión Trinacional se ha puesto a prueba durante años y ha llegado a estar incluso bajo el ojo de otras autoridades como la Fiscalía Federal de Salta, en Argentina, cuando les solicitó información en 2018 y no les respondieron. En esa oportunidad, Carlos Martín Amad, titular de ese despacho, debió archivar la causa judicial que buscaba investigar si este río contenía metales pesados o no. La razón estaba más que justificada: una exposición permanente a esos tóxicos repercute negativamente en la salud, según advertencia de médicos especialistas. 

Este río, que nace en los andes bolivianos y se pierde por el Chaco argentino y paraguayo, tiene su extenso cuerpo envenenado. Esta contaminación no ocurrió de la noche a la mañana ni después de la última rotura del dique con desechos mineros registrado en julio del 2022 en Potosí, Bolivia. En 2015, 2016 y 2017, en su paso por Villa Montes, el río ya mostraba presencia de plomo, cromo, cadmio, arsénico, níquel y manganeso, con valores de hasta 190 veces por encima de lo aceptado para la salud. En fechas más recientes, en 2021, en Pozo Hondo y Misión La Paz, ubicados en Paraguay y Argentina, respectivamente, los valores de estos metales registraron valores hasta 36 veces por arriba de lo permitido por la OMS. 

Si en algo coinciden los tres gobiernos es que por la distancia que hay entre la actividad minera y la zona chaqueña, es casi imposible que este veneno llegue hasta la Triple Frontera.

En 1999 un estudio de agua en Villa Montes ya revelaba valores de plomo con casi el doble del parámetro máximo aceptado para la salud. Desde entonces se empezó a demostrar con base científica que la distancia podría no ser un impedimento para envenenar el río.

La Contraloría General del Estado de Bolivia, así como la de Argentina, realizaron auditorías sobre la cuenca del río Pilcomayo en 2016 y 2022, respectivamente. Ambas coinciden en los resultados: hay una deficiente labor de los gobiernos para evitar la degradación de este afluente internacional que puede traer daños irreversibles.

"Los solutos (minerales) no se evaporan", dice con firmeza Ludmila Pizarro, quien es bióloga de profesión y en 2006 investigó la contaminación minera sobre este río. Con esa experiencia explica que los metales pesados no desaparecen del torrente y naturalmente se arrastran aguas abajo, por lo que, en la llanura chaqueña, donde hay menor volumen de agua y mayor sedimento, los valores de estos tóxicos se elevan, como los encontrados por la UAJMS en la triple frontera, y los medidos por la Secretaría de Recursos Hídricos de Salta, Argentina, en Misión La Paz.

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