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7 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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Un fútbol mestizo sin jugadores afrodescendientes

Sin jugadores de origen afro, Argentina sorprendió en un torneo donde aquellos abundaban en los equipos europeos; el mestizaje es la causa principal de la ausencia de comunidades descendientes de esclavos en nuestro país.
Viernes, 30 de diciembre de 2022 00:00
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Recientemente ha finalizado el campeonato Mundial de fútbol que tuvo por sede a Qatar con un gran triunfo para el equipo argentino.

Muchas fueron las anécdotas y las reflexiones que surgen después de tan notable evento. Entre ellos, se encuentra el artículo publicado por The Washington Post, cuya autora es Erika Denise Edwards, profesora asociada del Departamento de Historia de la Universidad de Texas en El Paso, quien se interroga en un singular planteo acerca de la falta de futbolistas negros en nuestro seleccionado.

Muchas son las hipótesis que cimenta en el artículo la autora. Más el lector debe considerar un hecho fundamental que se ofrece en la colonización, evangelización y poblamiento en las tierras hispanoamericanas, y es el fabuloso mestizaje que se dio en estas latitudes y desde las primeras jornadas de la conquista.

En una primera etapa el proceso de mestizaje tiene como referencia y protagonista a los aborígenes. Posteriormente ingresa la población negra.

En las primeras décadas del siglo XVI se produjo la llegada de los primeros esclavos negros. El origen de esta funesta introducción fue la necesidad de trabajadores vigorosos para el laboreo de las minas. Uno de los primeros contratistas de negros fue Gomenot, gobernador de Brest, quien debió traer 4.000 negros, pero vendió su "asiento" a unos genoveses por 25.000 ducados.

Los alemanes Sailler y Cigner siguieron las huellas de Gomenot. Gómez Reynel obtuvo el monopolio para Portugal y se señala que en nueve años fueron introducidos 38.250 esclavos al Nuevo Mundo. Brasil fue el mayor consumidor de "piezas de ébano".

José Antonio Saco, que tan bien ha estudiado el punto, dice en su "Historia de la esclavitud africana en el Nuevo Mundo" que, además de los alemanes, los franceses obtuvieron permiso para comerciar esclavos negros, actividad a la que se entregaron desenfrenadamente al igual que los ingleses. Toda Europa se manchó, por consiguiente, con tan inhumano tráfico. Aparte de la esclavitud, los negros y sus descendientes tuvieron que soportar prohibiciones especiales en cuanto a trajes y adornos.

Sacramentos de los mixtos

En aras de proporcionar los diversos sacramentos a los feligreses cualesquiera fuese su color de piel, los sacerdotes habían de tomar las previsiones con respecto al sector social de pertenencia, particularmente en el caso de matrimonios y de las dispensas y privilegios que podía otorgar la Iglesia.

Estas mandas fueron concedidas por Clemente XI en la bula "Alias pro parte" del 29 de abril de 1701 y posteriormente por la bula "Animarum saluti" del 22 de setiembre de 1708, confirmada después por Benedicto XIII en 12 de diciembre de 1729.

En estos instrumentos se explicitan los "mistos" a que pertenecen los neófitos. Se entiende por mixtura de la sangre de un individuo, a las cuatro divisiones en proporción a los cuatro abuelos que cada uno tiene en su origen.

Ha de considerarse que los registros de nacimientos, matrimonios y defunciones solían explicitar la clase social a la que pertenecía cada individuo que fue asistido por el cura párroco, por lo que esta clasificación que se ofrece es sustancial en un estudio de la sociedad hispanoamericana en los tiempos virreinales.

El sacerdote dominico Domingo Aracena, conocido como el Pico de la Mirándola de Chile, en su libro "América pontificia o Tratado completo de los privilegios que la Silla Apostólica ha concedido a los católicos de la América Latina", editado en la Imprenta de la Moneda de Santiago de Chile en 1840, ofrece una extensa categorización de mixturas o mestizaje que se producen entre europeos, negros e indios. Para ello considera a las cuatro partes que forman al individuo, partes que representan a los abuelos.

Para los mixtos de europeos se consideran nueve categorías. En el caso de los etíopes (negros) estas se elevan a diecisiete posibles tipos de mestizajes. En tanto en los "mistos" provenientes de aborígenes se distinguen cuatro secciones con un total de veinte combinaciones de sangre. Totalizan cuarenta y seis diferentes tipos de mestizaje.

A zambos y mulatos hay que añadir cuarterones, puchuelos, semipuchuelos en la complejidad de la combinación de la sangre indiana, europea y negra.

El extenso listado da cuenta del intrincado proceso de mestización en el que se cimentó la sociedad colonial americana y del interesante trabajo del Padre Aracena.

Se atribuye la extinción de la población negra a la inclusión de negros en los ejércitos, una verdad parcial. Otra afirmación en este sentido es el efecto de las epidemias, aunque este aserto es equívoco porque no es el principal factor que haya provocado su disminución.

Más bien, cabe pensar en el potente efecto que trajo aparejado la alta tasa de mortalidad infantil en la población negra. Y, el efecto de las medidas británicas en torno a impedir el tráfico internacional de esclavos, aunque sus motivos no tienen una base humanitaria. La política de cortar el tráfico negrero está relacionada con una generalización de la explotación racional del trabajo mediante el salario.

La economía de la era industrial tiene otra dimensión en la que la mano de obra es asalariada y no esclava. Y a lo largo del siglo XIX el industrialismo y el capitalismo avanzan en ciclónica carrera en los países europeos. Estos serán el paradigma para construir las nuevas economías.

Se enseñorean también sobre nuestra naciente Patria los vientos de libertad, fraternidad e igualdad.

En nuestro territorio este avance se produce en 1813 primero y finalmente en 1853 se cierra definitivamente el capítulo esclavista. De allí que en la primera mitad del siglo la presencia africana merma aceleradamente en las Provincias Unidas, y partir de la sanción de la Constitución Nacional se da un corte definitivo al tráfico negrero.

El aporte decimonónico

La consolidación del Estado argentino en las últimas décadas del siglo XIX fortaleció el proyecto de una nación homogénea, blanca y europea ansiado por las elites. Esta construcción ideológica se vio fortalecida por una fuerte corriente inmigratoria que se origina en la presidencia de Justo José de Urquiza y que gradualmente, año por año, en sucesivas presidencias incorporó a miles de europeos.

Dicho proyecto sustentado en ideologías centradas en torno a progreso y civilización, en yuxtaposición de la civilización y la barbarie, se plasmó en discursos y prácticas políticas cuya intención era ordenar, disciplinar e incorporar una población heterogénea en el marco de una ciudadanía indiferenciada.

Ello significó la construcción de una población idealizada en la imagen de las bondades de lo europeo, el ciudadano ideal o deseable. Quienes no cupieran en este esquema fueron sujetos a prácticas de exclusión.

Los colectivos sociales conformados por indígenas, afrodescendientes o inmigrantes considerados indeseables (anarquistas) fueron objeto no solo de políticas nacionales, sino también de políticas locales variables según las particularidades de las ideologías provinciales o regionales.

Desde el siglo XIX y a través del transcurso del tiempo hasta el presente se produjo la producción de una "blanquitud nacional" que negó, silenció o minimizó la diversidad interior.

Esta centenaria negación ha signado la postergación y marginación de las comunidades originarias y a los afrodescendientes.

La falta de un análisis serio en torno de estos colectivos deriva en el presente en luchas de los pueblos indígenas y afrodescendientes, con demandas que fuerzan a nuevas formas de diversidad nacional. Sus necesidades son atendidas por algunas organizaciones no gubernamentales y la obra de diversas comunidades religiosas cuyas iglesias siempre se preocupan por la marginación de los hermanos en Cristo y son las que visibilizan la problemática y ofrecen caritativamente paliativos a esas almas sufrientes.

En comparación con los procesos en otras formaciones nacionales latinoamericanas, en las que el mestizaje y la afrodescendencia tienen un fortísimo peso como es el caso de Brasil, permite comprender las formas de resistencia y negociación de estos grupos subalternizados.

En el presente cabe interrogarse sobre la estigmatización, invisibilización y la potente necesidad de forjar la "blanquitud" de la población de esta república.

Lamentablemente sobrevive entre nosotros un alto grado de racismo y tendencias excluyentes. La palabra "negro" es de uso peyorativo, y sigue entre los connacionales mostrando una de las formas de racismo: la negación o desvalorización de su presencia.

Otro efecto es que muchos de los descendientes de los afroamericanos se fueron "acriollando" y, en la mayoría de los casos, negando y olvidando su herencia africana.

Empero, la realidad es que a través de los siglos se fue forjando un mestizaje de significación que explica la nula presencia en el plantel de nuestra Selección la falta de jugadores negros, siendo este proceso de mestizaje la principal causa entre muchas.

La falta de color ébano no quiere decir que muchas personas no tengan una parte de sangre negra, según lo explicara y categorizara magistralmente el Padre Aracena.

Y el desafío del tiempo presente es lograr una sociedad igualitaria centrada en la valorización del ser humano, independientemente a su coloración de piel, ni amos ni esclavos, simplemente pensar y educar en términos de dignidad humana.

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