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Ver a Thiago Vázquez llegar a la escuela Gurruchaga de Rosario de Lerma emociona a cualquiera.
Es una bocanada de aire fresco hablando de la inclusión educativa, que va en busca de mejores oportunidades para los discapacitados.
El pequeño tiene síndrome de Down y a sus compañeritos del segundo grado les resulta fácil acompañarlo en el aula común, porque los niños tienen una mirada diferente hacia los chicos especiales.
Thiago comparte su tiempo y el espacio con todo el resto de los chicos en la Gurruchaga.
Todos trabajan para que este pequeño y el resto de los alumnos incluidos en aulas comunes puedan mejorar su calidad de vida. Thiago llega a la escuela con su mamá Carina Gareca.
Es una madre muy luchadora y no se queda nunca. Lleva a su hijo puntualmente a sus terapias y cumple con todo lo que se le pide en la escuela.
Este es el segundo año de inclusión de Thiago en la Gurruchaga, adonde concurren alrededor de 1.200 alumnos.
"Mi corazón explota de sentimientos encontrados, estoy feliz de los logros que alcanzamos. Vamos a demostrar juntos que todos somos iguales, sin discriminación ni prejuicios", escribió la mamá en su perfil de las redes sociales.
Alrededor de Thiago la Fundación Juntos para Crear y la escuela especial Jean Mermoz, trabajan en los espacios que fortalecen su aprendizaje.
Y además de asistir a la escuela Gurruchaga, también asiste a equinoterapia. Son una serie de instituciones que actúan de manera articulada, que refuerzan el contenido y los aprendizajes del pequeño.
"Thiago es un ejemplo de cómo las instituciones bien intencionadas y que trabajan con profesionales pueden ayudar mucho a los discapacitados. Es un trabajo silencioso, de mucho cuidado y responsabilidad. Desde nuestra institución Thiago tuvo sus primeras herramientas de aprendizaje, luego hay que destacar el apoyo fundamental de la Escuela Especial Pública, de la Jean Mermoz y la de la Escuela Gurruchaga", destacó Claudio Acuña, presidente de la Fundación Juntos para Crear.
En Rosario de Lerma son varios los chicos discapacitados y con diferentes patologías que están en este camino de la inclusión educativa en distintas escuelas de esta ciudad.
Además del espacio escolar, a diario deben afianzar el progreso de los chicos en otras actividades. "Los días sábados en la Finca San Bernardo, de Alfonso Aramayo y su familia, nos ceden el uso y el espacio con los caballos que tienen allí para dar equinoterapia", dijo Acuña agradecido.
Los avances en la inclusión de Thiago también representan el esmero de su madre. No hay un día que falte a las actividades que brinda la Fundación. "Noto que mi hijo es más independiente, más autónomo, más seguro. Nunca tuvimos problemas de discriminación en la escuela. Todo lo contrario, son muy buenos", dijo.