¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
19°
7 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

La presidencia es un meme

Viernes, 25 de marzo de 2022 02:24
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

A Alberto Fernández se lo ve alterado. Perdido. Desarticulado en el tono; falto de moderación en todo lo que hace, así como en el tono de las amenazas que profiere. Es peligroso vocear amenazas que no se tiene ninguna fuerza para hacer cumplir. El Presidente de la Nación se ha convertido en un meme y, su gobierno, en una parodia. Y no puede echarle la culpa de esto a nadie más que a él mismo. A su vacilación e incoherencia.

Un ejemplo. En el mismo momento en el que se prendía fuego casi toda una provincia -Corrientes-; él se mostró desparramando arena, de una manera muy poco elegante, buscando atajar un penal en la playa, bien lejos del desastre.

Otro ejemplo. Momentos antes del anuncio del índice de inflación oficial del mes de febrero diría -desencajado-: " ... y el viernes empieza la guerra contra la inflación en la Argentina; vamos a terminar con los especuladores".

Guerra. Qué palabra tan desafortunada en este momento y en este contexto mundial. Además, innecesaria por completo. No se necesita una guerra, solo se necesita un plan. Plan que se niega a tener porque es incapaz de elaborarlo. Tampoco necesitaba anunciar que esperaría al viernes; Alberto Fernández interpreta el papel de presidente hace más de dos años. Con un 45% de la población por debajo de la línea de la pobreza, la lucha contra la inflación debería haber sido su prioridad desde que asumió. Inflación que tampoco es culpa exclusiva de los especuladores.

Sin plan; con una emisión monetaria desbordada; sin crédito externo ni interno; con un gasto que crece en términos reales y con una guerra entre los principales países que producen granos y energía; la inflación es solo una consecuencia natural de nuestros problemas estructurales, de tanta inoperancia y de una falta de previsión que ya es histórica. El relato cruje y ni el actor cree en su capacidad de actuar su personaje.

Minutos después del anuncio del índice de inflación, -el que resultó el más alto en décadas y que cayó como un balde de agua helada en todos los despachos oficiales que viven una realidad paralela por completo disociada y desconectada de la realidad que sí vive la ciudadanía argentina-, apareció bailando y aplaudiendo en una pileta pública y gritando: "­No me vayan a tirar al agua!, ¿eh?". Qué imagen lamentable hubiera sido ver al Presidente de la Nación desparramando agua en la pileta como antes había desparramado arena en la playa.

Último ejemplo. En el colmo de la falta de elegancia, el gobierno distribuye una foto del Presidente dando clase en un aula de la UBA. Sentado sobre un pupitre desvencijado y roto, nada puede resultar una imagen menos académica ni menos presidencial. Todo lo contrario.

El Presidente no se da cuenta, pero cada día parece menos un presidente. Y nosotros necesitamos un presidente; uno en serio; no uno que se convierte a sí mismo en un meme cada bendito día.

 

 

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD